(Relato dominacion gay) Cierro, sin mediar palabra,rodeo tu cuello con mi brazo derecho, mientras ocupo el izquierdo en cegarte con unas gafas de natación…
Abro la puerta entornada. Entre penumbras te localizo arrodillado, de espaldas a mí, besando el suelo, como ordené. Cierro, sin mediar palabra rodeo tu cuello con mi brazo derecho, mientras ocupo el izquierdo en cegarte con unas gafas de natación cegadas. Rápidamente agarro tus muñecas y las enlazo por detrás con unas esposas metálicas. Enciendo la luz del recibidor; te observo. Camiseta blanca y pantalones vaqueros de corte clásico. Aún de rodillas, introduzco mi bota entre tus piernas, acariciando las nalgas, obligando a que te incorpores. Antes de incorporarte por completo empujo suave tu espalda hasta que te tiendes en el suelo, mi bota aplasta tu culo. Solo entonces rompo el silencio.
-Hoy es sábado, son las 17:08 horas. Desde este momento y hasta el domingo a las 21:00 horas, considérate secuestrado. Ahora eres mi esclavo. Quiero ver como te arrastras hasta el baño.
Me complace ver como reptas, me excita. Decido adelantarme a ti. Espero bajo el marco de la puerta. Tu cara choca con mis botas.
-Chupa.
Tu lengua dibuja cada remache. Me complace.
-Sube. Moja mis pantalones.
Te permito lamer mis vaqueros hasta los muslos, pero cuando intentas llegar al paquete me aparto. Te incorporo. –Vamos a comprobar el material.
Te quito las esposas, para ponerte muñequeras de cuero. Las uno por encima de la puerta abierta, me coloco delante de ti.. Estás a mi disposición.
Magreo todo tu cuerpo, un par de cachetes en la nalga derecha, varios pellizcos en ambos pezones. Presto especial atención a tus manos y pies.
Meto mis dedos en tu boca, para comprobar que te has cuidado bien. Tu succionas y empiezo a jugar con el vaivén, hasta que rozo tu campanilla.
Arcadas. Separo tus manos, llevando con cadenas cada una a un extremo del marco, te abro de piernas, las ato separadas.
–Bien abierto. Ahora empezaremos el adiestramiento. De momento este uniforme no me gusta. Entonces saco una pequeña navaja, acaricio con ella tus pezones erectos a través de la camiseta. Luego clavo la punta junto a estos. Aunque tengo cuidado de no hacerte daño, te estremeces al sentirla sobre tu piel.
Desgarro así la tela de algodón dejando jirones que te cuelgan del cuello.
Meto la mano en los bolsillos de tu pantalón. Tu respiración se escucha más fuerte. Con ayuda de la navaja, tus bolsillos caen al suelo. Estiro los botones de tu bragueta hasta que revientan el ojal, eso provoca un manotazo involuntario en los testículos. Te estremeces de dolor. Lo ignoro, sigo tirando, al final cede. Todo queda colgando de tu cintura.
Con un golpe seco, termino por arrancarte los jeans. – Te especifiqué que solo los vaqueros y la camiseta.
Acabo de descubrir que llevas puesto un slip blanco, con abertura. Por primera vez hablas.
– Lo siento, pensé que sería morboso.
-Desobedecer una orden directa… no me gusta como te comportas. Te has ganado un pequeño castigo.
Me pongo a sobar tu paquete con ansia, a través de los calzoncillos.
Siento como van humedeciéndose con pequeñas gotas que te salen del miembro. Este crece entre mis manos. Saco una cuerda, te agarro los huevos y los ato, cuatro vueltas. Luego acabo el nudo estrangulando tu polla.
Todo a través de los gayumbos.
-Ahora busca algo para rozarte. Échate hacia adelante.
Impulsas hacia adelante tus caderas, contrayendo los glúteos, pensando que no vas a encontrar nada. Pero yo he situado el respaldo de una silla justo para que puedas acariciarlo con el bulto blanco y caliente que te late entre las piernas. Mientras tanto, me sitúo detrás de ti, desgarro la parte de atrás de tu slip y empiezo a acariciarte el culo. Un suave cachete, otro un poco más fuerte…
-Vamos, quiero ver como te excita rozar tu polla y tus huevos con esta mariconada que te has puesto. Quiero ver como te excitas, escuchar tus gemidos..
Sigo con los cachetes, acompasados al vaivén de tus caderas, y cuando noto en tu cara que vas a alcanzar el éxtasis, te detengo. Suelto tus ataduras. Los calzoncillos quedan colgando, a modo de taparrabos, me gusta.
-Vamos.
Te llevo camino al baño, arrastrándote. Allí te meto en la bañera. Ato tus manos a una barra, mas o menos a la altura de tus hombros, esta vez procuro que no los tengas que estirar mucho. En cuanto encuentro una posición cómoda, empiezo tu limpieza
.
Regulo el grifo de la ducha para que no esté demasiado caliente. Así te gusta? Voy regando todo tu cuerpo desnudo, los gayumbos, empapados, se pegan en tu verga aún en erección. Me estoy meando. Mucho. Fijo el mando de la ducha para que te de en la cara, me subo al borde de la bañera y te riego en caliente todo el cuerpo, desde la cabeza, paso al pecho, luego al slip y termino otra vez en la cabeza. Cierro el grifo. Con una pastilla de jabón masajeo tu pecho, tu espalda y cuello. Bajo un poco al vientre, luego lo deslizo entre tus piernas y alrededor de tus nalgas, te froto bien la raja. Vuelvo por la entrepierna y enjabono tus huevos, los estrujo para que se me escapen entre las manos. Tiro del nabo, subo y bajo, tu erección se repone, empiezas los movimientos rítmicos.
-Estás aquí para limpiarte, no para correrte.
Te aplasto el glande. Acaricio otra vez tu ano, presionando con mis yemas el agujero caliente. Penetro con mi dedo corazón, despacio, luego el índice.
– Esto también vamos a limpiarlo.
Vuelvo a abrir el grifo y te aclaro, cuidando de frotarte bien todo el cuerpo. Enchofo directamente tus genitales, y selecciono el mando para que salga el agua más caliente. Parece que te gusta, un poco más. Luego paso el chorro por tu esfínter, te abro un poco las piernas y aplasto la alcachofa de la ducha contra la raja. Desenrosco esta, para que quede solo el tubo, regulo el calor, el volumen de salida. Gimes. Lo voy acercando y termino por introducirlo por tu ano, durante unos segundos.
-Aguanta un poco.
Saco el tubo metálico y presiono las nalgas para que no dejes escapar el líquido. Dos minutos, luego lo sueltas. Repetimos. Una tercera vez. Por fin sale agua limpia. Termino de aclararte, estás jadeando. Te ayudo a salir de la bañera y te seco, envolviéndote es una toalla inmensa. Así te cojo entre mis brazos para llevarte al dormitorio. Pareces confuso, mareado. He decidido que te dejaré descansar un rato. Extiendo la toalla sobre la cama, te tumbo. Acabo de secarte. Hace calor, no pasarás frío.
Acaricio delicadamente tu cuerpo con las yemas de mis dedos, como si lo estuviera dibujando. Beso tus pezones, tu estómago, tus manos. Tu frente.
Pareces más tranquilo.
-Continuemos…..
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Autor: yanniadoni
yanniadoni ( arroba ) wanadoo.es