Hetero, polvazo, trío. Aclaradas las dudas y la ausencia de celos, una pareja de novios comparte nuevamente experiencias sexuales con un amigo.
Al llegar de regreso a su departamento Alejandro se puso a platicar con Carlos y le dio el regalo que Vero le había enviado. Muchos hombres le hubieran dicho cosas como "qué puta es tu novia", "cómo dejas que te ponga los cuernos así" o frases por el estilo, pero Carlos no era imbécil. Como persona inteligente, entendió que una actitud como la de Vero era más digna de agradecerse que de criticarse. -Les estoy muy agradecido a los dos por el momento que me permitieron; en verdad me levantaron el ánimo- dijo Carlos. Su amigo le explicó que no tenía nada qué agradecer, que los dos lo habían disfrutado mucho y que eso a él también lo hacía feliz.
Ese domingo, Alejandro se despertó temprano y se dirigió a recoger a Vero para llevársela al departamento, como habían quedado el día anterior. Esta vez ella llevaba puesta la mini falda más corta que él jamás le había visto, combinada con una blusita escotada que revelaba la inexistencia del bra. Aunque Alejandro ya estaba acostumbrado a la forma cachonda de vestir de Vero, esta vez se vio tentado a pedirle que se pusiera algo más discreto, pero tuvo pena de hacerlo. Por otro lado disfrutó enormemente el atuendo de su novia, aunque sabía que al salir a la calle todo mundo se le quedaría viendo envidiosa o libidinosamente. Vero le pidió que fueran a desayunar a un sitio cercano, y ya en el lugar, le comentó que se sentía sumamente apenada por lo ocurrido el día anterior. Le dijo que no quería regresar a su casa porque se sentiría avergonzada al ver a Carlos. Que se acordaba de lo que había hecho, y deseaba no haber tomado tanto brandy. Su novio la consoló diciéndole que le gustaba mucho la Vero del día anterior, que jamás la había gozado tanto, y que lejos de tener algo qué recriminarle, le estaba profundamente agradecido por haberse portado tan bien con su mejor amigo. Ella no pudo ocultar la felicidad en su rostro. -¿Estás seguro que quieres que sigamos siendo novios a pesar de lo de ayer?- le preguntó incrédula. -Ahora más que nunca- le contestó Alejandro seguro de sí. Entonces, Vero se levantó emocionada y le dio un indiscreto beso que, combinado con su corta falda, llamó la atención de los comensales del lugar. Terminaron de desayunar y se encaminaron al departamento.
En el camino, Alejandro la percibió excitada; supuso que le emocionaba la posibilidad de tener sexo de nuevo con Carlos, ahora totalmente sobria. De manera evidente, la calentura de ella iba subiendo a medida que se acercaban al departamento. Él se acordó de sus primeros días como novios.
Cuando llegaron Carlos aún dormía en su cuarto; Alejandro puso la película erótica que no habían visto el día anterior, y se recostaron en el sofá de la TV a disfrutarla. No habían pasado más de tres minutos desde que empezaron a ver el video, cuando las manos de aquellos novios se dieron a la tarea de acariciar con lujuria a su pareja, alentadas por las estimulantes imágenes que aquel par de amantes disfrutaba. Generosamente, e inspirada por las escenas de la película, Vero se hincó a los pies de su amante, desabrochó su pantalón, extrajo su miembro y empezó a consentirlo con su boca, procurando la delicia para su compañero. Entre tanto, Alejandro procuró agradecer aquellos favores acariciándola en sus anhelantes senos.
Tras varios minutos de sumo gozo, apareció Carlos aún somnoliento pero completamente atónito ante el espectáculo que sus ojos presenciaban. Seguro de contar con la aprobación de su novia, Alejandro levantó la de por sí reveladora falda, y sonrió a su amigo, como invitándole a unírseles. Sin dudarlo un momento, aunque visiblemente nervioso, Carlos bajó su pijama y trusa para liberar a su miembro y se acercó al trasero de Vero dispuesto a disfrutarlo. Arrebató con ansia las pantaletas de ella y la penetró, induciendo en ella un sonoro gemido que delataba un profundo placer. El enorme disfrute que le proporcionaba la actividad simultánea que tenía por primera vez con dos hombres, se reflejó en el excelso actuar de su boca sobre el sexo de su novio. T
ras varios minutos, al sentir cerca su eyaculación, Alejandro le pidió que dejara de complacerle para poderla penetrar cuando su trasero se desocupara.
Concentrada entonces en satisfacer sólo a Carlos, sincronizó el movimiento de su cadera con el de su amigo, obligando al cabo de unos momentos la eyaculación de su compañero en turno, tras lo cual se acercó a Alejandro para coger con él. Se sentó sobre él, frente a frente, de manera que su pene la penetrara, acción que se facilitó por la miel de Carlos que aún le escurría por la entrada vaginal, y que actuaba como lubricante. Se mecieron uniformemente disfrutando del entra y sale de aquel miembro mientras Carlos sólo contemplaba completamente relajado. Finalmente, Vero se estremeció haciendo notorio su orgasmo al tiempo que Alejandro derramaba dentro de su novia una nueva dosis de semen.
Las horas siguientes fueron de mucha relajación; miraron TV, comieron ricas botanas preparadas por los tres, y se tiraron a retozar relajadamente. Después de comer, Carlos propuso que jugaran al "strip poker", ese juego de cartas en el que en cada ronda el perdedor debe quitarse alguna prenda, hasta que alguien quede completamente desnudo. Vero y Alejandro aceptaron gustosos.
Compitieron hasta quedar desnudos los tres. Para seguir el juego, empezaron a establecer castigos para el que perdiera: dejarse sacar fotos desnudos, masturbarse ante los otros por un minuto, narrar una fantasía, revelar una aventura sexual desconocida para los demás, salir a la calle desnudo cubierto sólo por una gabardina, hacer una llamada telefónica excitante a algún conocido, besar a otro participante donde éste quiera, ir a comprar 10 paquetes de condones a la farmacia de la esquina, pedir prestado un condón a un desconocido en la calle, asumir por 15 segundos una pose tomada al azar de una revista porno, decir el nombre de alguien cercano pero no presente con quien le gustaría acostarse y muchas mas.
Después de varios castigos, a Vero le tocó confesar una fantasía, por lo que platicó haber fantaseado con ser penetrada por ambos orificios inferiores de manera simultanea. Evidentemente, esa fantasía excitó poderosamente a ambos muchachos, por lo que, ni tardos ni perezosos, se abalanzaron sobre su compañera, medio en broma, medio en serio. Ella, también visiblemente excitada, sentó a Carlos en el sofá y se colocó sobre él de frente penetrándose la vagina, para a continuación recostarse sobre él de manera que su trasero quedara libre para que su novio la penetrara por atrás, como en el día anterior. Tras mucho esfuerzo, finalmente lo logró.
Después de tan activo fin de semana, aquel día estaba llegando a su fin y de nuevo la chica debía regresar a casa. Alejandro y Vero se vistieron nuevamente. Ella se despidió de Carlos tan cariñosamente como lo solía hacer con su novio, mientras éste contemplaba comprensivamente el entusiasmo de su compañera. Minutos más tarde, de nuevo Alejandra estaba en su casa en el horario en que toda chica bien portada debe estarlo.
Autor: Mónica
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