Solo recuerdo cosas, placer inmaculado, sexo pasion
Reflujo de cerveza que hace que mi garganta ronque, que emita sonidos o estertores que disipan los gases que salen, tubos digestivos que se quejan de la ingesta. Me encuentro tomando desde hace varias horas, no te reconozco, eres otro, perteneces ahora a un inframundo que cohabita con la oscuridad y que amanece en lugares negros y donde afuera es sino un día soleado. Parranda distinta, que me permite observarte, de pie junto a tus amigos y yo ya no existo. Sentado en una mesa, con una cubeta colmada de cadáveres de vidrio y una que otra botella llena de líquido amarillo oro. Te observo, he implorado, pedido, exigido y nada me resulta, yo ya no quiero estar aquí. Te observo a través de colores rojos, azules y verdes, mezclados y separados. Música sin sentido, te observo, soy el amigo circunstancial, un año de ir y venir a estos lugares. Irrumpen mis pensamientos y mis ganas de dejarte y no poder hacer nada. Tú fuiste mi elección, yo tu comodidad. Cuerpos jóvenes, debilitados por los enemigos. Calor que hace que vuelen camisas, lugar recóndito en un pueblo conocido. Se vale de todo, lo he visto, mezcla de gustos y disgustos, observo y callo. Los bancos incómodos, han sido muchas horas y yo sigo aquí. Mirada a la deriva, pensamientos distantes. Siento el primer contacto y no eres tú. Sin más argumento que las ganas, alguien deposita sus labios y deposita su lengua en mis dientes, abre más mi boca y muerde levemente mi labio inferior. Beso no pedido, no negado, de un muchacho veinteañero, que no se quien sea, solo me dejo besar y prolongar mi angustia por hacerlo. Beso plantado en mi boca, sabor que no reconozco. Manos que toman mi cabeza y aflojan mis pelos y mis ideas, forcejeo el adelanto y preguntó:
-¿Porqué me besas? Saludo y derrumbamiento argumental:
-Porqué me gustas.
Mil cosas y solo expreso:
-No mames.
Chiquillo calenturiento, que no ha encontrado a quien besar y que me expresa con otro beso, la cercanía que quiere tener y que otrora y con otro quisiera yo tener. Rompimiento de hielo, que me muerde los labios y que provoca una mezcla de erotismo, saliva, coraje, tristeza y aventura. Sus manos se ubican en mis brazos, crecidos por el extenuante ejercicio y mete sus dedos con trabajo en mi playera, tus dedos que tratan de acariciar y se encuentran apretados entre la tela y mi piel. Valgo madres, beso profundo que me provoca que me incline hacia él y que sienta sus rodillas, sus muslos y me siguen besando. Como puedo, con muchos trabajos, volteo hacia donde te encontrabas y has desaparecido, mano que me roza la cara sudada y que me arroja nuevamente al precipicio. Caigo sin detenerme en nada en tu boca, arrojo mi lengua a sus cavidades y lamo sus mejillas, embadurno sus oídos. Tiemblas y te mueves a mi contacto. No es lo mismo besar que ser besado, no es lo mismo cachondear que sentirse cachondeado. Falanges que sujetan y que se elevan, invitándome a la oscuridad. Permito que me conduzcas a tus terrenos, donde nadie ve, nadie oye, donde respiro sudor y sexo, semen y cavidades. Otros cuerpos moviéndose en su ballet, mi temor, mi miedo me conduce y me ubica en una pared, mi espalda siente lo triste de una pared fria en un lugar caliente. Me abrazas y me empujas, tu cuerpo palpa mis hombros duros y mis grandes brazos. Tu pierna destruye mi intimidad y abres mis muslos por delante, ya que por detrás están sintiendo que mis nalgas también invitan. No has dejado de besarme, y refriegas tu cuerpo en el mío. Destrabas la playera y la sacas por arriba, con mi complacencia. Con pericia engulles uno a uno mis pezones rojos, que se adiestran a tus dientes. Y el otro, poniéndose peor con sus amigos, no le importo, donde esté que haga o con quien lo haga. Ahora solo existes tú, nuevo sujeto del relato. El otro encasillado está ya en mi hostilidad. Mi verga flameante y dura, recibe tus caricias. Para haber sido fingido, traspasas al habitáculo de mi confianza, de algo sirven los condones regalados en otro lugar y que traigo entre mi bolsas. Te pones de rodillas, abres mis pantalones y disfrutas con tu lengua. Arrodillado como estás, me pones un adelanto de tu quehacer. Sabes mamar, sabes como ponerlo duro, sabes que mis líquidos recorren tu boca y te levantas. Besas mi boca que te recibe y que no ha dejado de saber a mi sabor. Te volteas y observo que solo tu intimidad es mía. Tu algodón me impide penetrarte, en esas recias nalgas que tienes. Nuestro sudor nos recorre pedazo a pedazo. Mi pezones duros en tu espalda y tus manos que empujan mis nalgas. Convierto en ejercicio la recuperación de mi bolsillo, donde se encuentran los pequeños plásticos. Deposito en tus manos mi salvación y lo abres. Te lo introduces en la boca y vuelves a agacharte. Siento que tu talento es sorprendente, porqué con tu boca en mi pene, me deposita el plástico y tus hábiles dedos lo distienden. Te vuelves a levantar y huelo tu cuerpo. Aflojo tus piernas y me dedico a buscar.
-Damelo papito, damelo.
Me imploras. Siento como tus pelos de tu ano, de tus nalgas se mueven y me repasan. Ubico con mi mano el instrumento y educadamente te introduzco todo. Tomo tus huesos de tu pelvis y mis manos dirigen la primera dejada. Embono y tu calor me quema, estas ardiendo por dentro, tratas en vano de moverte hacia adelante y no te dejo, mi fuerza es superior. Prolongo mi estadía profunda, hasta que yo quiera. Mueves tu espalda en mi pecho, de un lado a otro, de adelante y para atrás, profundizas el contacto y afloro compasión, dejo que salga un poco y vuelvo a aguijonear. Como me gustaría que me viera el otro, el cabrón que no me pela y que me desconoce. Continúo el mete y saca, desquitándome de lo que me hacen, traspasando mi placer en el tuyo. Coraje que me aflora y que no concibo, porqué tú, el nuevo, no tienes la culpa de lo que a mi me hacen.
Nadie nos ve, nadie observa, cada quien en lo suyo. nadie ve que perdemos altura y qué ahora tú de rodillas y de manos, dejas que te afloje el intestino, No te toco en tus partes, pero presiento por tus contracciones, que tú lo haces por mí. Desquito lo que me hacen en ti, pobre ser de este planeta. Quien sabe que líquidos hay en el piso, mi nariz no responde, solo mi verga actúa. Culeada indómita para ti, desquite de todos mis enojos para mí. Culo joven, que le sabe a mi verga que lo traspasa, una, dos, veinte veces. Nada es eterno, pero más duro me pongo, unto en mi, tu esfínter juvenil. Sabes lo que viene y en que momento, porqué me aprietas más de lo debido. Muerdes con tus anillos de carne, como si fueran dientes y me intentas exprimir. Te hago lo que me hacen, no hacerte caso en estos momentos. Expelo mi semen en el plástico, en el exacto momento en que más profundo estoy. Me contraigo y me dejo ir nuevamente, placer inmaculado. Gritas y grito, nadie oye, nadie ve. Arremeto nuevamente en ti y dejo perdidamente de pensar, un instante, me pierdo en este mundo, no se donde estoy, solo la sensación de venirme existe. Unos instantes más y todo ya abra terminado, nunca sabré tu nombre, ni donde quedó mi cartera. No había nada importante, todo recuperable. Ni un beso de despedida, solo otro objetivo a derribar. Sentado y perdido encuentro a mi compañero de parranda. Recupero su cuerpo perdido y me conduzco a observarlo, a solas. Fantasma que me persigue, que desvisto y que quisiera abusara de mí. Hacerme tonto y dormir, perderme en los sueños eróticos que me persiguen y que me encuentran.