Una Mujer (II).
Después de la experiencia tan agradable que ella me regaló, sentí un fuerte deseo de adentrarla en el placer que el mundo le deparaba. Mi inocente mujercita, con tanta sensualidad que irradiaba, no conocia casi nada de lo que a sexualidad se refería, y esto era lo que me enloquecía más acerca de ella. Sus […]