Marta (II).
Otro más. Empezaba a cansarme. Lo peor es que, si se descubría lo que estaba haciendo, podían despedirme del trabajo y lo necesitaba. Seguí trabajando. Cinco minutos más tarde. Sonó el intercomunicador de mi mesa: mi jefe me llamaba. – «Marta, por favor» – Dígame, Don Arturo – He dicho «por favor», ¿entiende? Acuda a […]