Entregué mi esposa a mi hijo, porque se lo merecía.
Un sábado a la noche, Germán se preparaba para salir a divertirse con sus amigos y se fue a duchar. Justo en ese momento me dieron unas ganas imperiosas de orinar y el baño de servicio estaba roto, por lo que me puse a orinar mientras mi hijo se duchaba. Todavía no había terminado de orinar, cuando Germán abre la cortina y queda completamente desnudo delante de mí. Me sorprendió el gran pene que tenía mi hijo, aunque estaba flácido se notaba que era mayor al mío. Instintivamente, miré mi pene que todavía lo estaba agarrando para orinar y mi hijo se dio cuenta.