Dieciseis años y ya sabe follar por todos sitios
Esto pasó hace unos años, sobre los veintidós años, tenía una novia llamada Diana, de unos dieciseis años, la verdad es que solo la quería para follármela y que me la mamara, ya hacia un tiempo que le hice perder la virginidad, pues por lo demás yo pasaba de ella, me encantaba tener la sensación de estar con una niña, y a ella al revés, típico de esas edades, donde vas con tu grupo de amigos, y tienes que empezar a chulear delante de tu gente de lo que has hecho ya con las tías. Diana era morena, pelo largo, guapa de cara, 1,60, ojos marrones, no muchas tetas, pero uno de los mejores culos del mundo, era impresionante.
Un día, mi amigo Juan, me dijo que me tenía que contar una cosa, yo pensaba que era una tontería típica, pero cuando me lo dijo me quedé sorprendido, decía que el viernes anterior se había tirado a mi novia, que fue debido al alcohol que habían bebido, que lo sentía, yo no le di mucha importancia, pues pasaba de esa tía, solo la quería para pasar el rato, así que le dije que me contase que pasó.
Me dijo que Diana salió ese viernes con sus amigas, y cuando fueron a un bar coincidieron en él, Juan no es que fuese el mejor tío de mi grupo, pues no es muy guapo y está rellenito. Diana iba vestida con una mini falda negra, un top rojo, ajustado, y unas botas altas negras. Se pusieron a bebe copas, chupitos, hasta que ambos se pusieron ya un poco tocados por el alcohol.
Según dice Juan, se le fue la cabeza, y empezó a piropear a Diana, y a bailar de forma sexy junto a ella, para más tarde empezar a cebarse con su culo, diciéndole cosas, que lo tenía precioso, que era el más bonito que había visto, así un buen rato. Momentos después, Juan dice que le pidió a Diana que le dejara tocarle el culo, ella se negó, pero mi amigo siguió, pidiéndoselo muchas veces. Luego la conversación se dirigió a sitios más fuertes, pues según dice Juan le pidió a Diana que quería follarse su culo, directamente, Diana ya casi no se podía tener en pie, pero le contestó que no, Juan insistió, pero ella seguía con que no. Él al ver que ella no quería cambió de táctica, empezó a picarla, a decirle que no se atrevía, que seguiría siendo una niñata siempre, Diana seguía respondiendo que no, hasta que tras darle mucho la tabarra, ella cedió, y le dijo finalmente que sí. Salieron del bar y se fueron a casa de Juan que estaba solo esa noche, estaba a cinco minutos andando.
Por el camino, a parte de sobarla, le decía que le iba a doler, y que luego no se podía echar atrás, que si no quería que lo dijera ahora porque luego iba a ser peor, la tajada se le fue quitando a ella, sabedora de que se le avecinaban sensaciones fuertes. Al momento, llegaron a su casa y subimos.
Entraron en el salón, Diana soltó el bolso, Juan dice que ya estaba empalmado, le ordenó a ella que se quitara el tanga, Diana lo hizo sin demora, para a continuación decirle que se pusiera a cuatro patas en el sofá, cosa que hizo. Él se puso detrás de ella, se bajó los pantalones, sin darle ni besos, ni toqueteos, ni nada, ni siquiera Diana le vio la polla a Juan, ni este le vio las tetas a ella. Seguidamente le subió la falda, dejando al descubierto su coñito coronado por su ano, estaba depilado, los pocos pelos que les habían salido se los había rasurado, solo se había dejado una perillita en su monte de venus.
Juan dice que le tiró un salivazo en el ano, lubricó un poco este con el dedo, sin esmerarse, y sin demora empezó a metérsela por el culo. Cuando metió la cabeza, ella se echó para delante, soltándose, porque le dolía, hizo lo mismo otra vez, y Diana se soltó echándose para delante, hasta que ya no podía echarse más para delante y se la intentó meter otra vez, como no había espacio, y además él la sujeto del pelo, se la fue metiendo hasta que llegó al fondo, el ultimo trozo lo metió de un empujón, como un hierro ardiendo fue la sensación de ella, a él le dolió un poco, pero se le pasó rápido, así clavada y sin moverse permanecieron un instante.
Diana intentó quitarse, pero la tenía bien agarrada, ella gritaba bastante de dolor,
acostumbrado un poco el ano a su polla, Juan empezó a darle, al principio despacio, para progresivamente luego cuando le fue cogiendo el gustillo más rápido. Juan me dijo que tenía la sensación de cómo si estuviera violando a alguien, que era muy placentero, que sabía que Diana era una puta, pero que no se imaginaba que podía a llegar a ser tan zorra.
Pasado unos minutos, Diana no aguantaba más, dejó de sujetarse con las extremidades a cuatro patas, y se tumbó en el sofá, se quedó tumbada, a Juan no le importó, y volvió a metérsela en esa postura, ella no podía moverse, le estaba partiendo bien el culo, ella empezó a llorar, diciéndole que no podía más, que le dolía mucho, él le dijo que ya terminaba, y dicho y echo, momentos después, sacó su pene del culo, y se corrió, soltando el semen en la minifalda de Diana, la cual llenó por completo, y algo las piernas y el culo.
Tras esto, Juan dice que se puso a ver la televisión, un programa de motos, Diana quedó más de una hora tirada en la misma posición, dolorida, no queriéndose mover para que se le pasase el efecto de la penetración anal. Juan dice que desde donde él estaba podía ver el culo abierto y enrojecido de Diana, mientras esta seguía llorando, a sus dieciseis años, esta niña había vivido sensaciones muy fuertes.
Pasado este tiempo, Diana se volvió a poner el tanga para irse, pero Juan dice que antes se puso a su lado y se estuvieron enrollando un rato, mientras ella lloraba, eso le gustaba a él mucho, después le tocó un poco las tetas y la dejo irse a su casa con la minifalda llena de semen, el cual no le dejó que limpiara.
Yo le dije que muy bien por él, que así se notaba que lo que yo hacia con Diana estaba fundamentado, que esa niña solo servía para follar, para irle quitando los calentamientos a todos.
Autor: Fary
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