Estaba tan excitado que se atrevio a probarlo
En otro arranque que aún hoy no logro explicar tomé cuatro y los metí con mucho cuidado en mi bolso. Tomamos un taxi y fuimos al taller en busca de nuestro auto. Era un día espectacular, mucho sol y mucho calor. Yo me sentía en las nubes. Mientras él conducía el auto rumbo a casa mire a Marcos con disimulo. Con el estado de sublimación que tenía por los porros que había fumado por primera vez en su vida, su cara se había transfigurado por completo. Se lo veía sonriente, distendido, seguro de sí mismo. Como un comentario intrascendente le pregunte como sentía la primera vez de fumar yerba. Me dijo que se sentía genial. Que nunca había querido hacerlo por considerarlo innecesario pero que esta vez había sucumbido a la tentación porque estaba en una situación muy especial. Me siguió contando que sus amigas, en alguna oportunidad, hasta le habían regalado un par de pastillas de «éxtasis» pero que nunca las había usado porque no le parecían interesantes. -. Marcos, ¿que situación especial tenias hoy? ¿Te afecta mucho la ausencia de Caro?.- le pregunte distraídamente. -. No, no es eso, solo son tonteras mías… no me hagas caso, Any.- me contestó con cierto tono de incomodidad que intento disimular, pero que me puso en alerta. -. Ahhhh…. nooooo señorito mío…
¿Con situaciones ocultas a mí? ¡¡¡Nooooo…. ehh!!!! A ver… le contarías a tu amiga Any que es lo que te indujo a «pecar»?.- pregunte risueña y despreocupadamente. Su profundos y cautivantes ojos claros me miraron con dulzura. Una sonrisa dulce y encantadora no lograba disimular un intenso rubor que lo había invadido. -. No pasa nada!!!… son solo tonteras.- me dijo riendo y tomando cariñosamente mi rodilla desnuda que estaba al lado de la palanca de cambios. Un sacudón eléctrico recorrió mi cuerpo en dirección a mi sexo. La misma sensación de surrealismo que sentía Marcos, producto de lo fumado, me embargaba a mí. Puse mi mano sobre la mano de Marcos para evitar que la retirara del contacto con mi rodilla. La sensación de estar pegada a una corriente eléctrica de alto voltaje, era inenarrable. Mi sexo fue invadido por oleadas de cosquillas interminables e insoportables. Cerré los ojos y me recosté en el asiento.
Al hacerlo mis piernas se corrieron hacia adelante y nuestras manos, arrastrando hacia arriba mi pollera quedaron a mitad de camino entre las rodillas y mi Monte de Venus. Marcos no movía ni siquiera un músculo.
Entreabrí los ojos y le regale con una mirada de lujuria descontrolada. El retiró lentamente su mano de mi entrepierna y con mucha delicadeza me dijo: -. Any… la razón por la que hoy caí en algunos excesos que antes nunca me había permitido, es la terrible e incontenible locura que me embarga cuando estoy a tu lado. Pero entiendo que lo que yo siento es solo físico. Afectivamente estoy totalmente dominado por mi amor por Caro.
Jamás pondría en juego la estima, la amistad y la consideración que Fatiga y vos me han brindado por un impulso sexual desenfrenado. Caro me ha contado lo que le provoca a ella la presencia de Fatiga y tus relaciones con él, pero ambos estamos de acuerdo en que bajo ningún concepto perderemos una confianza y una amistad de este calibre por no saber controlar nuestros impulsos. -. Esta bien, Marcos… tenés razón… yo creo exactamente lo mismo.- conteste sin poder salir de mi asombro de lo que acababa de escuchar. Me sentía dichosa y a la vez frustrada… ahora éramos dos los que luchábamos en contra de lo que mi instinto animal nos exigía.- Me hace mucho bien que me demuestres que aún en momentos como este… vos mantengas la cordura… y me ayudes a no hacer lo que, a veces, los instintos me empujan a hacer. Para tratar de cambiar de tema y, sobre todo, para salir de la situación de apuro en que me sentía le dije:
-. Tengo que confesarte algo…- poniendo cara y gesto de nena caprichosa-.. hice algo malo recién antes de salir de casa de Luis….
mira lo que les robe!!!!! (mostrando dos de los porros de marihuana y poniendo cara de culpa y arrepentimiento). -. Jajajajajaja… que mujer mas peligrosa habías resultado… jajajaja… pero no temas… no podrán denunciarte por ladrona…!!! jajajaja. Verlo reir distendidamente y sentir que había zafado de una situación muy difícil para mí me hizo sentir mas tranquila y segura de mí misma. Cu
ando llegamos a casa, ya era cerca del mediodía, y hacía un calor casi insoportable. Nos encontramos con Don Mario y Angela en los últimos aprestos para viajar a Lobos con el trailler de caballos para llevar dos petisos que usaría un amigo de Fati.
Les contamos nuestras penurias mecánicas y ellos nos informaron de las últimas novedades. Antes de partir recordaron a Marcos que debía preparar todo para, al día siguiente, ir al aeropuerto a esperar a Fatiga y Caro que llegaban de viaje. Angela me había dejado preparado unos emparedados pensando que quizás yo aprovecharía el día para disfrutar de la piscina.
Como siempre, había preparado sadwiches como para un regimiento. Invite a Marcos a compartirlos y fuí a mi habitación a ponerme un traje de baño.
Cuando llegue a la piscina Marcos ya había encarado los preparados con la voracidad que lo caracteriza. Mientras compartía con él la comida, debajo de la sombrilla, se me ocurrió pensar que comía con el mismo entusiasmo y hasta desenfreno que le había visto, a hurtadillas, hacer al amor con Caro. Y, tambien, coger despiadadamente a Moni… justo es reconocerlo.
Después de los sandwiches, mientras los bajábamos con un trago largo con alcohol, le ofrecí si quería usar el producto de mi robo porque sino después los tiraría ya que no quería que Fatiga, ni Caro, supieran de esos cigarrillos. Con grandes dudas lo pensó por un rato y al final me dijo que aceptaba. Le dije que iría a mi habitación a buscarlos con la condición que fuera a la suya y me trajera, sólo para conocerlas, una de las pastillas de «éxtasis» que sus amiguitas le habían obsequiado. A regañadientes y después de mucha insistencia mía se decidió a darme el gusto de mostrármelas. Volví de mi habitación y me senté en la reposera.
Sentí que en mis neuronas aún quedaba algún resto del efecto de lo fumado en la mañana y pensé que sería la última vez que lo haría y que por lo tanto lo debía disfrutar a pleno. Marcos demoró casi quince minutos en aparecer, alegando que la demora se debía a que no encontraba la dichosa pastilla. Me la mostró. Nada en particular (aunque un poco grande para lo que yo soporto tragar en pastillas… que no es mucho). En cuanto me la hubo mostrado, para mi sorpresa, la tiró lejos en dirección a las caballerizas. Para cambiar de tema me sugirió que prendiéramos <eso> porque él, después, se quería dormir una buena siesta. Nos fumamos los dos cigarrillos compartiéndolos. Charlamos por largo rato entretenidos y divertidos. Nos bañamos en la pileta que estaba con el agua de mil maravillas. Nos reíamos y jugábamos como dos chicos de edad adolescente.
Corrimos como locos en los alrededores de la piscina por las picardías y diabluras que yo le gastaba a este dulce y tierno varón que, se notaba, en todo momento trataba de controlar una atracción física hacia mí que no podía disimular. Cada vez que sus manos tocaban mi cuerpo en las zona que no cubría la bikini, mis neuronas iniciaban una danza diabólica imparable.
Caímos rendidos en las reposeras después de jugar por mas de una hora y Marcos se durmió profundamente. Yo intenté hacer lo mismo pero sentía un estado de euforia interior que no me permitía entrar en un sueño profundo.
Me despertaba a cada rato, sobresaltada y cada vez en un estado de excitación mas acentuado. Las imágenes de la mañana de las dos penetraciones dobles de Moni me hacían saltar de excitación en mi reposera. Por largo rato mire al cuerpo hermoso de Marcos solo cubierto por su slip de natación. Era todo un problema la contención de su bulto gigante con tan poca tela. Al mirar los músculos de su pecho, fuertes y vigorosos, no pude evitar recordar cuando anoche estaban en tensión extrema al penetrar a Moni por la cola y serruchar con una fuerza tal que podría haber tumbado un árbol. Un escalofrío hermoso me recorrió el cuerpo. A partir de ese momento entré en un estado de excitación tal que solo recuerdo mis actos como en una nebulosa. Recuerdo haberme pasado protector solar (a pesar que estábamos protegidos por una sombrilla gigante) mas para acariciarme mirándolo que para protejerme del sol.
Recuerdo haberme sacado completamente la bikini para no mancharla y no habermela puesto de nuevo. Recuerdo haberle pasado bronceador a Marcos y haberlo retad
o porque entre sueños se negaba a que lo hiciera. Recuerdo haberme masturbado como loca a su lado, mientras tocaba su cuerpo desnudo, mientras él dormía con sobresaltos. Recuerdo haber tenido un orgasmo gigante, que me hizo gritar como loca aún a riesgo que él se despertara.
En un momento dado, ya definitivamente presa de un morbo descontrolado, fui a buscar en el césped el lugar donde podía haber caído la pastilla que él arrojara. La busque por largo rato, ni recuerdo cuanto, pero después de una febril y desesperada búsqueda… al final… tuve suerte!!!. Fuí corriendo hasta dentro de la casa. Tome el morterito de cocina y la convertí en polvo. Preparé un licuado muy frío de ananá (Caro me había contado que es el preferido de Marcos) y disolví la pastilla dentro de él.
Fui hasta la piscina. Semidesperte a Marcos que, entredormido y con la boca seca, se tomó el vaso de licuado sin parar hasta el final. Me dio las gracias (creo que ni se dio cuenta que yo estaba desnuda) y siguió plácidamente durmiendo. A partir de ese momento solo recuerdo lo que hice sin saber porque lo hice. Estaba como enloquecida de fiebre, de deseos, de necesidad de sexo. Parecía como si el efecto de la pastilla me hubiera afectado a mí. Algo dentro de mi parece llamarme a la cordura… pero es cada vez mas tenue ese llamado y cada vez mas fuertes mis deseos incontenibles. Siento que me domina una locura descontrolada. Recostada en mi reposera, siento que no puedo ni siquiera tocar levemente mi cuerpo desnudo. Por donde paso mi mano siento como si me estuvieran aplicando una picana eléctrica. Veo a Marcos boca arriba en su reposera y me acuerdo del día de la sublime desfloración de Carolina. Aprieto desesperadamente mis piernas porque me parece sentir la boca de Marcos devorando mi vulva. En la palma de mi mano siento como aquella noche palpitaba su tremendo falo mientras penetraba en la vagina de mi amiga. Siento que necesito ver a Marcos indefenso como aquel día. Voy corriendo al living, saco el cordon de las cortinas y manoteo una tijera para fraccionarlo. Vuelvo corriendo a su lado… aún duerme plácidamente. Estoy decidida a violarlo. Pero no llegaré hasta su orgasmo. Me sacaré estas terribles ganas de cogerlo que me dominan, pero me detendré apenas logre un orgasmo mío. Estoy segura de estar ovulando y debo protegerme para no correr riesgos. Con sumo cuidado… y mucho nerviosismo… ato con suma firmeza sus muñecas a cada pata de la reposera en la que se halla acostado.
Autor: anysolita