Milfs. Venía por un problema muy típico de las mujeres, carga muscular en cervicales, lumbares y piernas cargadas, y claro, una vez descrita las posibles lesiones que para las mujeres no son lesiones, sino carga diaria y que lo asimilan como tal, pues le di cita para cuando ella pudiera, y casualmente fue un sábado a las 10 de la mañana, por tanto, le indique la ubicación, y cuando llego, la hice que estuviera tranquila.
Tranquila, ¿por qué? porque no es una clínica. Porque no es un sitio acondicionado para los masajes, solo es un piso en el cual, hay una habitación para dar esos masajes, en una camilla profesional que tengo desde hace más de dos años, en los cuales, ya han pasado tanto mujeres como maridos, por lesiones, pero claro, esta mujer que la llamaremos «Sonia» y no es su nombre real, porque ante todo, soy discreto, y toda persona anónima tiene el derecho de la privacidad (aunque le pedí permiso para describir la primera sesión que le di a ella y que me concedió sin problemas y sigue haciéndolo), pues ella venia incluso con la lesión de las lumbares mucho más dolorida, ya que había tenido algo de sexo brusco con su ex, cosas que pasan.
La cuestión es que cuando entro, la senté y le dije que desde que entro ya sabía más o menos las posibles cargas musculares que tenía además de las que me dijo, ya que note que tenía un ligero tirón en el cuello, y no le pregunte porque ese tirón, pero ella no paraba de tocarse el cuello cuando intentaba girarlo, por tanto, lo mejor para estos casos es hacer que la clienta se sienta relajada.
La invite a un refresco, ya que en esta ciudad, el calor ya empieza a las 9 de la mañana, objeto por el cual, también me cambie, me gustan las ciudad con climas calientes, ya que las mujeres son también calientes.
Cuando vi que sacaba su cartera, y sacaba unos billetes, le indique que hasta que no acabara con ella, no sacará nada, ya que si no le quitaba los dolores, era tontería que pagara, pero yo sabía que si le quitaría dichos dolores.
Sonia se quedó extrañada, pero le gusto el ofrecimiento, ya que así estaba algo más relajada.
Tras hablar un rato, para saber cuáles eran sus hábitos diarios, la invite a que entrara en la habitación, mostrándole el camino, y antes de cerrar la puerta, le indique donde estaban las toallas y que necesitaba que se quitara la ropa, y que si deseaba quitarse el sujetador, mejor, para así poderle tratar mejor las cervicales y espalda, ya que el masaje iba a ser completo. Le dije que podía tener su tanga o braguita puesta, ya que no era necesario quitárselo, pero si ella se encontraba mejor con esa prenda puesta, pues no había problema.
Cerré la puerta, y mientras ella se desnudaba y se ponía cómoda en la camilla, boca arriba, porque siempre se ponen así, cuando en realidad hay que ponerse boca abajo, pero deben de ser los nervios, pues yo me dedique a preparar los aceites aromáticos, los guantes, ya que utilizo guantes, ante todo, la higiene, muy importante en estos casos. También preparé unas velas aromáticas, que siempre se agradecen, y puse en el portátil música de sonidos naturales, para poder relajar en la sesión de masajes.
Cuando llame a la puerta, ella me indico que estaba lista, y entre, y la vi, tapada con una toalla grande, y boca arriba, por lo que entre con las velas, con el portátil y con los aceites, y mientras ponía todo en su sitio, le indique que se diera la vuelta, primero era su espalda, lumbares y cervicales, y luego, el resto del cuerpo.
Sonia pidió disculpas, ya que nunca había tenido una persona que le diera un masaje de esa manera, por tanto, sus nervios estaban un poco alterados, lógico, y claro, como yo estaba de espaldas a ella, pues se dio la vuelta, no explico como lo hizo, pero la sabana desechable de la camilla, dejo de ser sabana para ser casi un amasijo de tela, pero bueno, no pasa nada, todo se estira, jejeje, y cuando ya estaba tumbada, me acerque a su espalda.
La música estaba en un tono bajo, pero necesario, ya que ella estaba algo tensa, eso se sabe, sin tocar, lo estirada que puedes tener tus músculos. Le unte algo de aceite con mis manos por la espalda, y le hice que se recogiera su poca melena que tenía, para así poder tratarle las cervicales.
Indico que al cabo de media hora solo de tratarle las cervicales y la espalda, ella empezó a charlar, ya que estaba siendo relajado su cuerpo, y me agradeció las manos que tenía, porque empezaba a no tener dolor, por tanto, empezamos a charlar de cualquier cosa sin importancia, pero ella estaba a gusto, y tanto, que saco el tema de porque le dolía tanto el cuello.
Me pidió secretismo para lo que me iba a contar, porque era necesario para ella, con lo cual, yo ya era su masajista y lógicamente también hacemos de casi receptores de secretos que ellas necesitan decir a personas que no son de su entorno, pero que dan la confianza para mantener un secreto.
Sonia había estado la noche anterior con un «follaamigo» como se dice ahora, aunque ella, que tiene 49 años, lo llama su «amigo especial», y que le había hecho hacer un movimiento con su cuello, ya que estaban practicando una garganta profunda, y claro, tuvo una posición en la cual le hizo tener un movimiento brusco y es por ello que ella para no parar, por lo excitada de la situación de ese momento, y porque le gustaba mucho a su «amigo especial» lo que ella hacía con la boca, pues estaba algo tensa.
Se rio, por nervios, pero le indique que eso era normal, cuando se está en esa situación. Ella se relajó más, y cuando ya había acabado con su cuello, cervicales y espalda, me fui a sus lumbares, por tanto, baje el tanga que llevaba, blanco, un poco hacia abajo, tapando su trasero con la toalla, pero todo explicado para que no pensara nada fuera de lo que es el masaje.
Viendo que empezaba a gustarle el masaje en las lumbares, note que Sonia ya no hablaba, sino que de su boca salían unos ruidos estilo gemido, pero yo seguí con mi masaje.
Cuando acabe, me fui a sus muslos, y gemelos, ya que necesitaba descargar también tensión, pero cuando empecé con el aceite entre sus muslos, en la cara interior de cada muslo, ella no se cortó, y ya gemía de gusto, tanto que se le escaparon algunos, y cuando llegue a sus pies, fue cuando ella me pidió que no se los tocara, ya que estaba tan relajada y excitada, que no le gustaba que se los tocara nadie.
Si una mujer, en una sesión de masaje no quiere que se le toque una parte de su cuerpo, se respeta, pero es necesario tocar en los pies, en donde cargamos todo el peso de nuestro cuerpo, pero ella, Sonia, quería otra cosa.
Me dijo que le había gustado mucho el masaje en sus muslos, por tanto, si podía volver a repetírselo, con lo que eso ya me dio para darle un masaje sensual en sus muslos y glúteos.
Cada vez que salía un gemido de su boca, yo le preguntaba «¿Te duele o te relaja? » y ella solo sabía gemir.
Acabe de darle el masaje en sus muslos, y cuando empecé a masajearle sus glúteos, masajee más profundo por lo que entre el aceite corporal y sus jugos que ya salían por sus labios, pues hice lo que ella estaba deseando, y fue, quitarle el tanga, y masajear sus labios y clítoris, por lo que ella empezó a mover su cadera, de su excitación y de mis dedos que le estaban dando un placer que hacía meses que ni su «amigo especial» le había dado nunca, tanto que agarrando sus manos a la camilla, saco un grito profundo de su boca, y empezó su cuerpo a vibrar, pero yo no paré, porque necesitaba que ella tuviera un placer en su final feliz. Por tanto, introduje dos dedos en su cavidad muy lubricada, mientras otros dedos masajeaban su clítoris, tanto que encadeno un segundo orgasmo, y notando como su esfínter se relajaba, introduje el dedo índice en su ano, lentamente, lubricado por todo el aceite que había alrededor, y ya con mis dos manos masajeando tanto su cuevecita vaginal como su ano, hice que le vibrara todo el cuerpo. Pero no acabe ahí, yo seguía masturbando la, y ella sin querer o queriendo, le hice tener otro orgasmo, en el cual, grito que no parará, porque era buenísimo.
Cuando ya su cuerpo dejo algo de vibrar, le saque lentamente el dedo índice de una mano de su ano, y los dos dedos que estaban en su vagina, tocándole el punto rugoso y que le había hecho tener esos orgasmos.
Sonia se giró, me miro, con ojos de deseo, y solo me pudo preguntar «¿Esto estaba incluido en el precio y en el servicio completo, o es algo especial que me costara más?», a lo que yo le dije, que era regalo de la primera sesión, pero que en las siguientes sesiones de relajación de músculos, solo le cobraría los masajes de músculos, pero (y le toque con mis dedos sus labios y clítoris, haciéndole ver lo que estaba tocando) esto que acabas de sacar de tu cuerpo, te lo regalaré siempre, porque creo que lo necesitabas y que te ha gustado algo».
Sonia me agarro de la muñeca, y me dijo que aunque no era atractivo para echar un polvo, la había calentado tanto, que quería comprobar si el dolor del cuello se había quitado, por tanto, con su mano derecha, me palpo mi paquete, y viendo que estaba dormido, me pregunto cómo podría ponerlo en forma, a lo que le dije que si quería comprobar si su tirón de cuello se había quitado, que probara lo que tenía agarrando con su mano, y no fue necesario decirle más.
Sonia me bajo un poco el pantalón corto que tenía puesto, el bóxer, e incorporándose, se la empezó a meter en su boca, por tanto, la posición no era muy buena, tanto para su espalda, que estaba relajada, como para su cuello, y aunque me estaba empezando a realizar una mamada desde el principio y que tenía buena maña para ello, le dije que mejor se tumbara, que yo me podría poner cerca de ella, para facilitarle dicho trabajito.
Esto es lo que se define comúnmente un final feliz para ambas partes, pero ella no acabo mi final feliz, ya que le sonó el móvil, con un mensaje, en donde le estaban recordando que tenía en menos de una hora que ir a una cita.
Por tanto, me dejo con ese dolor de testículos, pero me dijo que en la noche, intentaría escaparse de su trabajo, para acabar lo que ella había empezado, pero eso ya lo contaré en otro post, porque Sonia, me ha demostrado que las mujeres de Almería, algunas, tienen doble y triple vida, y eso, solo se hace por pocas personas.