Marta tumbó a un chico en el suelo y se puso de cuclillas sobre él, metiéndose su polla de una sola vez hasta el fondo de su húmedo coño, mientras seguía mamando la polla de los otros dos chicos.
Desde lo sucedido a principios de septiembre, y que ya os relaté en mi primera historia, mi novia se ha vuelto una auténtica puta, y a mi me encanta que haga todo lo que yo le pida. Desde entonces, siempre que me apetece verla follar con otra persona, o quiero hacer un trío con otro chico, sólo tengo que pedírselo y ella acepta encantada. No sé si estoy bien de la cabeza al gustarme tanto que mi novia lo haga con otros, pero me excita demasiado como para pedirle que no lo haga, soy un gran cornudo.
Voy a relatarles algo que nos sucedió un par de días después de lo ocurrido en las fiestas de aquel pueblo con nuestro amigo Tana. Marta y yo solemos ir todos los días a un gimnasio de la capital de la isla, para así mantener un poco la forma, pues bueno, nosotros solemos ir sobre las 10 de la noche al gimnasio porque es la hora en la que menos gente hay y podemos estar más tranquilos. A esa hora, siempre va un grupito de tres chicos de unos 16 ó 17 años, que viven a unos cuantos edificios de distancia del nuestro. Estos chicos, siempre que coincidimos en el gimnasio con ellos no le quitan el ojo a mi novia de encima, pues ella siempre suele ir con un pantalón corto bastante apretado y unas camisas un tanto escotadas, en definitiva, suele ir vestida un poquito guarra.
Un día estábamos en las bicicletas y mientras hablábamos, me fijé de que la pandilla de chicos no le quitaba ojo a Marta, y se lo dije a ella, a los que me contestó que no le importaba, que sólo eran unos chiquillos que estaban salidos y que al ver un par de tetas se volvían locos. Me dio la impresión de que Marta no entendió lo que pretendía y se lo dije directamente.
– Por qué no los calientas un poco para que cuando lleguen a sus casas se maten a pajas y no se olviden nunca del espectáculo que les podrías brindar – le dije a Marta.
– Pero si son unos niñatos – respondió.
– Sólo te estoy pidiendo que los pongas cachondos, nada más.
En ese momento me miró con esa cara de consentimiento que ella pone cuando le propongo algo, esa cara de puta que tanto me encanta. Luego se levantó de la bicicleta y se dirigió a los vestuarios y cuando volvió la vi meter en el bolso el sujetador y el tanga que se pone para ir la gimnasio, se acercó y mi dijo: «tus deseos son órdenes para mi, le voy a reventar el pantalón a esos niños». Dicho y hecho, se encaminó hacia donde estaban los chicos y se puso en un aparato al lado de ellos. Éstos la miraban disimuladamente pero no le quitaban el ojo de encima, en ese momento mi novia se levantó y se dirigió junto a ellos, se les notaba un poco agitados porque Marta se iba en su dirección, cuando llegó a su lado les dirigió un hola bastante efusivo, y les pidió por favor porque no la enseñaban a hacer el ejercicio que ellos estaban haciendo.
Los chicos aceptaron rápidamente, uno de ellos se levantó del banco en el que estaba acostado y le pidió a Marta que se tumbara, parecía el cabecilla del grupo. Marta obedeció sus órdenes y se tumbó, los chicos le dieron unas pesas y le explicaron como era el ejercicio, el cabecilla puso sus manos junto con las de Marta y la acompañaba con el movimiento. El chico estaba de cuclillas tras la cabeza de mi novia, por lo que tenía una vista espectacular de sus tetas, tetas que no tardaron mucho en asomar, y que al cabo de un rato se le había salido un pezón, que Marta no hizo nada por ocultar. Vi como los otros dos chicos se daba codazos. En ese momento me acerqué a ellos.
– Hola amor, ya veo que empezaste con los ejercicios, si necesitas algo me lo dices que yo estoy por aquí.
– Tranquilo cariño, que estos chicos tan amables se han ofrecido a enseñarme un par de ejercicios más, ¿a qué si chicos? – dijo ella mientras los chicos asentían rápidamente con la cabeza.
– Pues nada, te dejo que sigas con los ejercicios.
Al marcharme, observé como los chicos hablaban entre ellos, reían pensando que no me estaba enterando de nada, y lo que no sabían es que yo estaba más cachondo que ellos. Cuando Marta terminó el ejercicio, le siguieron enseñando más aparatos, todos ellos, por supuesto
, en los que las tetas de Marta podrían salirse de su camisa. Los chicos aprovechaban cualquier excusa para poder rozarse con ella y tocarla un poco, y Marta les correspondía con una sonrisa de falsa ingenuidad. Al terminar de entrenar, nos duchamos y cuando salíamos del gimnasio Marta se despidió de ellos dándole un beso a cada uno en el cachete, pero muy, muy pegado a la comisura de los labios.
Durante los dos días siguientes Marta siguió con el juego, le estaba cogiendo gusto, y sobre todo se ponía muy cachonda poniendo a 100 a esos niños. En esos dos días los chicos fueron ganando confianza y cada vez tocaban más a mi novia, le tocaban el culo para que ella viera los duro que lo tenía, pegaban sus pollas a su cuerpo al explicarle un ejercicio, la piropeaban diciéndole lo buena que estaba, y ella reaccionaba como si los chicos hicieran todo aquello de buena fe. Los chicos se la intentaban trabajar como buenamente podía, pero Marta se hacía la ingenua, como si la cosa no fuera con ella.
– No sé por qué vienes al gimnasio, si con el cuerpazo que tienes estas sobrada – le dijo el que parecía el cabecilla.
– Es que si me quedo en casa me aburro mucho, y aquí con ustedes me río bastante y me lo paso bien – contestó ella.
– A mi me parece que tú no necesitas este tipo de ejercicio, sino otro en el que sudes más – dijo el cabecilla.
– ¿Y qué tipo de ejercicio es ese?.
– No te lo puedo explicar, sólo se puede demostrar, y aquí no es el mejor lugar para demostrártelo.
– Pues que pena, porque si dices que sudas mucho me interesaría practicarlo, pero si aquí no podemos pues nada, ya lo dejamos para otro día. – contestó Marta.
Los chicos se quedaron pasmados, sin saber que decir, no sabían si Marta les había insinuado que quería follar con ellos, o simplemente no sabía de que estaban hablando en realidad. Al llegar a casa Marta me contó la conversación que tuvo con ellos, y me dijo que la habían puesto muy cachonda, tanto que esa noche follamos cuatro veces, de todas las formas y maneras habidas y por haber.
Por la mañana le propuse a Marta que si ella quería se los podía follar, pero que yo debía de estar delante. Esto último era lo complicado de la situación, así que esa noche decidí no ir al gimnasio con ella, para que así los chicos tuvieran más libertad de movimientos.
– ¿Cuándo me enseñan los ejercicios esos que me iban a hacer sudar tanto? – les preguntó Marta ingenuamente.
– Cuando tú quieras. – dijo uno de ellos.
– ¿Y por qué no ahora? – dijo Marta.
– Porque aquí no podemos, no es el sitio más idóneo para esos ejercicios.
– ¿Y cuál es el mejor sitio para ello?
– Pues no lo sé, supongo que en una casa, o un lugar donde estemos solos y podamos estar cómodos.
– ¿Por qué no vamos a mi casa?, mi novio está allí, pero seguro que está viendo el fútbol, así que no nos molestará, siempre y cuando no hagamos ruido. – Contestó Marta picándoles el ojo, dándose cuenta así los chicos de que Marta realmente sabía de que estaban hablando desde un principio.
Los chicos y Marta salieron del gimnasio después de ducharse y se dirigieron a nuestro piso. Marta abrió la puerta y entró junto con los chicos, yo estaba viendo la televisión. Marta se acercó a mi y me dio un beso en la boca.
– Vengo con los chicos del gimnasio, porque hoy cerraron un poco antes y les dije que podían venir a casa para hacer unas cuantas abdominales y flexiones, en el cuarto del ordenador. – dijo Marta totalmente convincente.
– De acuerdo cariño – dije – en unos minutos voy a ir a buscar una pizza, ¿Quieres que compre dos más por si tus amigos se quedan a cenar?
– Si, es una buena idea, seguramente terminaremos cansados. –dijo Marta.
Los chicos se frotaban las manos, estaban en casa de una tía buenísima, que se iban a follar los tres prácticamente en las narices de su novio, y encima los iban a invitar a cenar.
Se fueron a la habitación del ordenador, que es una habitación en la que sólo tenemos una mesa con un ordenador, un pequeño sillón donde solemos leer, y una alfombra bastante grande donde solemos follar de vez en cuando. Pasaron los chicos y Marta tras ellos cerró la puerta.
– Bueno, ya estamos aquí, ahora explíquenme cómo me debo colo
car para hacer esos famosos ejercicio.
– Primero te tienes que poner de rodillas – dijo el cabecilla – luego cierra los ojos y abre la boca, es un ejercicio de meditación.
Marta obedeció sumisamente, y tras unos segundos de silencio le pusieron una polla en la boca. Marta no se sobresaltó porque era lo que estaba esperando, abrió los ojos y vio a los otros dos chicos con la polla en la mano. Yo lo estaba viendo todo a través de la cerradura de la puerta, y tenía una erección bastante considerable. Marta comenzó a chuparle la polla a los tres chicos, se las metía de dos en dos en la boca e intentó meterse las tres pollas a la vez, cosa que le resultó imposible. Tras un rato de comida de polla, Marta se desnudó por completo y los chicos la imitaron, en ese momento no pude más y entre en la habitación.
– Pasa cariño, en este momento estábamos calentando para empezar a hacer flexiones – dijo Marta mientras reía.
– No os preocupéis – le dije a los chicos – yo me siento en el sillón y ustedes seguid como si yo no estuviera.
La cara de los chicos era de no entender nada, pero en cuanto Marta les empezó a chupar de nuevo la polla, se olvidaron de que yo estaba allí. Yo no aguantaba más y me desnudé por completo y empecé a masturbarme viendo como mi novia le comía la polla a tres adolescentes delante de mi. Los chicos parecían pasárselo en grande, al cabo de un rato de grandes mamadas, Marta tumbó a un chico en el suelo y se puso de cuclillas sobre él, metiéndose su polla de una sola vez hasta el fondo de su húmedo coño. Marta subía y baja a un gran ritmo, mientras seguía mamando la polla de los otros dos chicos. Al rato tumbó a otro chico en el suelo y esta vez se puso sobre su polla pero de rodillas, ofreciéndole sus tetas para que se las comiera todas, y le pidió al otro chico que metiera la tranca en su culo, el chico obedeció instantáneamente, y tras escupirle unas cuantas veces en el ano y meterle un par de dedos por él, introdujo la polla por el culo de mi novia, no le costó mucho, pues su polla era más bien delgada y el culo de Marta ya estaba acostumbrado a recibir invitados, aunque sólo llevara una semana practicando sexo anal. El otro chico que se la había metido antes, se puso junto a su cara, de rodillas, y Marta le comenzó a chupar la polla a un ritmo vertiginoso.
Mi cara era todo un poema de satisfacción, estaba observando como la puta de mi novia se follaba a tres niñatos, y lo hacía con una soltura que parecía que llevaba toda la vida haciéndolo. El chaval al que Marta le comía la polla no tardó mucho en correrse en su boca, y Marta se lo tragó todo sin dejas caer una gota al suelo. Tras un rato de doble penetración, el chico que le estaba follando el culo, se levantó rápidamente, Marta se tumbó en el suelo y los dos chicos, de rodillas, se empezaron a correr en toda su cara, Marta recibía los chorros de esperma con una sonrisa lasciva, yo no aguantaba más, me levanté y me dispuse a correrme también en su cara. Los chicos se levantaron y se sentaron en el suelo junto a la pared, y en ese momento aproveché, para, con mi lengua, recoger la corrida que tenía Marta en toda su cara y llevarla hasta su boca, cosa que agradeció profundamente tragándose todo el esperma que le ponía en su boca, y que tan cachondo me pone.
Después de unos minutos de recuperación, nos vestimos y los chicos se fueron cada uno para su casa. No sin antes darles las gracias por haberle enseñado a Marta ese nuevo ejercicio que le iba a venir muy bien. Después de eso seguimos viendo a los chicos en el gimnasio y ellos siguen dándole clases a Marta, pero ya no los hemos traído más a casa, salvo una sola vez que Marta los invitó a venir con unos amigos de ellos, pero eso se los cuento en otra historia, junto con otras más que nos siguen sucediendo casi semanalmente, ya que mi novia es una auténtica puta y yo soy un gran cornudo.
Autor: Javier
javierymarta_03 ( arroba ) yahoo.es