Con el tiempo comencé a ver seguido con María Jesús. Esta me había adoptado como su juguete. Como yo ni trabajaba ni estudiaba podía pasar largos ratos con ella siempre que ella lo quisiese. Con frecuencia me llevaba a su casa. Allí conocí a su hija Sandra que tenía 18 años. Sandra es distinta de María Jesús pero también está buena. Al igual que su madre es rubia de bote, pero es mas estilizada y con menos pecho. Las dos viven solas, ya que María Jesús esta divorciada.
Una tarde María Jesús y yo tomábamos una cerveza mientas su hija se bañaba. Cuando Sandra salió del baño se unió a nosotros. Estaba envuelta en un albornoz. Comenzamos a charlar. Después de un rato María Jesús fue a por más cervezas a la nevera. Yo entonces me aproximé a Sandra. Estaba un poco cachondo y lanzado y empecé a tocarle las piernas subiendo hacia su chocho. Entonces Sandra dijo – Mira lo que hago ahora- y se desnudó.
A pesar que María Jesús volvería en cualquier momento, yo me abalance sobre Sandra recostándola en el sillón donde estaba sentada. Me abrí los pantalones y mostrando mi erecta polla se la metí por el chocho. Al llegar María Jesús un poco se sorprendió, pero en lugar de reñirnos le dijo a Sandra – Eres mas puta que tu madre – se quitó la camisa y me mostró sus exquisitos senos. Mientras se la metía a su hija me obligó a coger esos pechos dulcísimos. Acercó su cara y con su lengua empezó a mordisquearme. Así me puso a punto de estallar.
Entonces María Jesús, se terminó de quitar toda la ropa, se tumbó en la otra punta del sofá y me llamo. Incapaz de resistirme, saqué mi polla de Sandra y me dirigí hacia María Jesús. La penetré por la vagina mientras Sandra le decía – Que cabróna. Cuando giré la cabeza vi que ella tampoco lo estaba pasando mal. Estaba en el piso junto a nosotros. Tenía un dedo metido en su culo, otro en la vagina y se masturbaba el clítoris. Yo mientras bombeaba a su madre y me comía sus pechos. Mientras Sandra seguía muy excitada toqueteándose. Entonces levanté a María Jesús y la puse de rodillas en el suelo. Metí mi polla entre sus tetas. El gozo que sentí fue enorme y me corrí llenando sus tetas de mi leche bien caliente y espesa.
María Jesús entonces se limpió con el albornoz de Sandra. Esta seguía masturbándose gozando como una puta y gimiendo. Me acerque a ella y empecé a lamerle el culo y la vagina. Sus tetas tenían los pezones durísimos y ella estaba que estallaba. Entonces le dije – Montame putita – y eso fue lo que hizo. Empezó metiendo mi polla en su vagina despacio hasta que entro toda y empezó a moverse cada vez más rápido y a gemir como loca. Así llego al orgasmo. A pesar de ello, seguía supercaliente y me grito -Metemela en el culo. Y yo le hice caso. Ella se puso en cuatro patas, paró bien el culo y yo trate de abrir sus nalgas lo más que podía. Le escupí en el ano y muy obediente le enfile mi polla hacia el culo. Metí la cabeza muy despacio y cuando pasó la cabeza se la metí toda. En ese momento largó un grito de placer y gozo. Entonces empecé a bombearla. Sandra estaba casi en un shock de felicidad y gritos y pedía más y más. Así llego a su segundo orgasmo y yo eyaculé por segunda vez.
Al terminar con Sandra, María Jesús dijo – Ahora rompeme el culo a mí. Dios mío!!! No podía creer lo que me estaba escuchando. Esto era un sueño hecho realidad. Dos hembras me daban su culo. Mi pene rápidamente volvió a ponerse duro como una piedra y la acosté a María Jesús boca abajo en una silla. Luego comencé a untarle saliva en todo su redondo culo. Masajeando sus riquísimas nalgas en espera de mi polla dura y caliente. Después ella se abrió sus nalgotas y me pidió que se la dejara ir toda. Yo le comencé a meter primero un dedo en ese hoyo y después le apuntale la polla y poco a poco se le fue comiendo de una manera muy deliciosa.
Cuando la metí toda ella cerro sus nalgas y aumento la diversión. Empecé a follármela de una manera bestial. Empujando de manera vigorosa y tratando casi de traspasarla de tanto deseo que tenía de ese culote caliente. Era delicioso como sus nalgas sonaban cuando me rebotaban en cada embestida. Así duramos bastante. Hasta que termine corriéndome dentro de ella, mientras ella llegaba al orgasmo. Saque mi polla y esparcí la leche en sus nalgas. Entonces Sandra vino y se puso a lamerla.
Después de esto nos fuimos a la ducha. Al rato yo me marche, pensando en que alguna vez me gustaría repetir la experiencia.