Mi nombre, por poner alguno es Javi, tengo 19 años recién cumplidos. Soy estudiante de ingeniería industrial y vivo en un pequeño pueblo de Madrid, una zona de clase media-alta en donde el ambiente no es muy fiestero. Mis padres, como es lógico me tienen potencialmente prohibido regresar a casa a partir de las 3 y media de la mañana, cuando el ambiente aún está empezando a crecer.
Un viernes caluroso, estando con mis amigas de facultad en la playa, intentaban acordar un sitio donde hubiese ambiente para salir de marcha, pues nuestra zona por la que vivíamos era muy aburrida, y entonces se me ocurrió que podríamos pasar par un pequeño pueblo donde hay un ambiente muy bueno, y donde vivía mi tía Carmen, mataría 2 pájaros de un tiro, pues estaría de marcha con mis amigas estirando un poco la hora de llegada y podría visitar a mi tía, con la que tenía una muy buena relación.
Cuando les pregunté a mis padres, si podía ir o no, en primer lugar se negaron rotundamente porque sabían que iba a llegar más tarde de lo permitido, pero insistiendo fui capaz de conseguir mi propósito, por lo que preparé una muda para el próximo día, cogí mi moto y me dispuse a ir a casa de mi tía.
Mi tía era una mujer divorciada, con su hijo mayor trabajando en Francia y su otro hijo casado e independizado. Ella físico acorde con el de una mujer madura pueblerina de unos 55 años. Pechos bastante grandecitos, un par de kilos de más y normal de cara, no era un gran bellezón, pero tampoco era fea, hay que admitirlo. Desde su divorcio solo he sabido de un par de novios pasajeros, poca cosa.
Al llegar y verme por sorpresa, se alegró mucho de tanto tiempo que no me veía, de cuanto había crecido, de que ya era todo un hombre. y entre besos y abrazos contra sus senos yo me quedé un poco atontado y noté que me estaba empezando a excitar, por lo que reaccioné rápidamente poniéndome detrás de la moto haciendo que arreglaba algo para que no se notara mi erección, y despistadamente yo le preguntaba si me podía quedar a dormir en su casa esa noche, por que había quedado con unos amigos cerca de allí. Ella aceptó encantada, pues no le venía mal un poco de compañía.
Cuando me pasó la erección, salí de detrás de la moto y mi tía me guió hacia la habitación de invitados, la cual sería mi habitación por aquella noche. Al instante me dio un beso en la mejilla y se despidió, pues se iba a casa de unas amigas a tomar café y a buscar un poco de compañía. Me dijo que quedaba al mando de la casa, que me hiciera algo de comer si tenía hambre, que viera la tele o que viera la casa después de las reformas.
Cuando llegó, ya con el sol poniéndose, yo estaba saliendo del baño preparándome para salir de fiesta. Vino a saludarme y a ofrecerme algo de comer, lo cual yo me negué pues íbamos a cenar a un pequeño restaurante italiano de los alrededores y después andaríamos de discoteca en discoteca. Cuando le comenté mi idea, mi tía se quedó un poco triste, o al menos se le notaba en la cara pues estaría sola esta noche, aunque yo estuviera durmiendo en su casa. Ya estando yo arreglado, fui a despedirme de mi tía, que estaba en el salón, viendo la tele. Le di un abrazo y un beso en la mejilla. Aunque tenía algo de prisa deseé que aquel abrazo en el que mi pecho estaba en contacto con sus senos nunca acabara, hasta que sonó mi teléfono, que mala pata. Eran las pesadas de mis amigas, que si estaba listo, que donde quedábamos y eso.
Quedamos delante del restaurante a las 10 y media para llegar a cenar puntuales con la reserva. En el transcurso de la cena, con mis amigas tirándose miraditas y risitas las unas a las otras pensé en la pobre de mi tía, tan solita en su casa viendo la tele, tomándose un vinito por lo que fingí un agudo dolor de estómago y obviamente no podría salir con ellas de marcha. Pagué yo la cena, y haciendo unas muecas como de dolor, cogí mi moto y me dispuse a ir a casa de mi tía, la cual encontraba tan sola.
Cuando llegué, vi que estaba en el salón, pues eran las únicas luces encendidas que había en toda la casa. Saqué un juego de llaves que mi tía me había dado antes de marcharme a cenar y abrí el garaje para meter dentro la moto. Cuando sintió que la puerta de la casa se abría, vino a recibirme y se extrañó que yo hubiese vuelto tan pronto. Traté de convencerla que me dolía un poco el estómago y quería quedarme allí con ella viendo la tele y haciéndole compañía cuando con un "gracias, mi niño" me dio un estupendo abrazo. En mi pantalón se podía notar una erección bastante importante, por lo que se debió dar cuenta y dejó de abrazarme. Con una sonrisa me ofreció una infusión para calmar el dolor, pero como era todo mentira la rechacé.
Llegamos al salón y nos dispusimos a ver la tele y en esto que me levantó para coger un refresco y me dice: "que quieres cariño?, que voy yo a por él? Le comenté que me apetecía tomar algún refresco pero nada frío, por lo que se levantó y fue a por el. Cuando regresó al salón, yo estaba en pie y cuando me entregó el refresco, lo dejé encima de la mesa, le agarré la cara con las palmas de mi mano suavemente y le di un beso en la boca. Ella enseguida se echó para atrás y viendo mi erección, me preguntó porque había hecho eso. Yo le comenté que porque la veía muy sola, y que para tener su edad estaba muy bien. Ella quedó un poco como sin saber que decir, y al cabo de pocos segundos soltó un suspiro, diciéndome. "Yo soy una vieja, mi amor tú podrías tener todas las mujeres que quieras pero yo soy una vieja". A mi, desde muy jovencito, unos 16 años ya me habían llamado la atención las mujeres maduras, con experiencia, ya que son las que nos pueden enseñar algo de la vida y a disfrutarla. Con esas palabras, y una cara como de decepción, me despedí de ella, y le comenté, que si quería hablar conmigo de algo que no sintiera miedo ni temor, y que no se ofendiera pues yo estaba dispuesto a hablar de lo que fuera con ella, y diciendo esto me dispuse a entrar en mi cuarto.
Me desvestí, quedándome en calzoncillos y una camiseta de tiras, blanca, y me dispuse a ver un poco la tele en mi cuarto cuando a los pocos minutos siento unos ligeros golpes en la puerta. Adelante, dije. Era mi tía, quería hablar conmigo de lo ocurrido. Me hizo una serie de preguntas, que qué le gustaba de ella, que era algo demasiado atrevido, y a continuación se fue soltando un poco más que si me gustaban sus tetas, que a donde llegaría con ella. Terminado de hablar, se pudo notar debajo de las sabanas un pequeño bulto en la zona de la pelvis, cosa en la que se fijó con una sonrisa picarona. Tal y como desvió su mirada hacia el bulto, la besé otra vez y se dejó.
Estuvimos un rato besándonos y "rozándonos" cuando nos caímos de la cama, y se le ocurrió la idea de ir a su habitación, que era más amplia y tenía una cama de matrimonio. Cuando allí llegamos, besándonos se sacó la parte de arriba. Le saqué el sostén y dejó al descubierto sus magníficas tetas, que aún se conservaban firmes. Chupé sus pezones a conciencia, y los mordisqueaba dulcemente de vez en cuando. Fui bajando besándole el abdomen cuando desabroché y saqué su pantalón, dejando paso a un tanga bordado rojo.
Nos volvimos a besar y bajándole disimuladamente el tanga entregué mi lengua a ese maravilloso coño, con un vello abundante, pero escaso por la zona de los labios y el culo. Pude comprobar que de los embarazos esos labios estaban muy dilatados. Tenía un sabor saladito muy rico, lo que me llevó a introducir mi lengua hasta el fondo de su vagina, cosa que agradeció con un gemido. Dirigí mi boca hacia su clítoris, succionándolo, lamiéndolo y mordisqueándolo. Yo tenía una erección estelar estaba haciendo realidad mi sueño, mi sueño de tener algún tipo de relación sexual con una mujer madura, una mujer que me enseñara lo que es el sexo.
Cuando ya llevaba un rato comiéndole el coñito, apartó sus piernas, me bajó el calzón y dejó al descubierto mi pene, cuya punta estaba súper lubricada. Sin pensarlo 2 veces, se la llevó a la boca. era un placer se
ntir eso ninguna otra chica me lo había hecho tan bien la forma de mover la lengua, el movimiento de los labios, mmmm.casi mi corro del gusto.
Estando un tiempo con el sexo oral, saqué un preservativo que siempre llevo en la cartera para esas ocasiones que se pueden presentar, en las que siempre te quedas desarmado. Lo abrí, y poniéndomelo abrió ampliamente sus piernas, por lo que me dispuse a metérsela hasta el fondo. Se notaba que lo estaba disfrutando, entre tanto tiempo sin tener sexo y tan sola que estaba. Gemíamos bajito los 2, pues eso no era una película porno, donde todo el mundo gime y gime así porque si. Mientras lo hacíamos en postura misionero, se me ocurrió besarla, y que los gemidos de cada uno se entrelazaran boca con boca, por lo que nos hizo llegar a los 2 una sensación más placentera en el acto. Bajé mi cabeza hacia los pezones y empecé a mordisquearlos. Se veía bien que le gustaba que le hicieran eso. Saqué mi pene de su coño, y cambiando de posición volvimos a lo que estábamos, mientras le acariciaba los pezones.
Al poco rato, se echó hacia atrás y me comentó, que le gustaría practicar sexo anal, que lo había hecho una sola vez y le había gustado. Yo, sin protestar, pasé mi lengua por su cavidad anal para lubricarla y fui introduciéndola suavemente, pues se veía que era bastante cerrado. Estaba en frente mío, y pude ver su cara de dolor al principio pero la cosa fue cambiando a medida que se la iba introduciendo. Se notaba que le gustaba, la forma de morderse los labios, y como movía las caderas. La volví a besar, pero esta vez ella fue a lo loco, que casi me muerde la lengua. Yo le acariciaba y le apretaba el clítoris, y le metía deditos en la vagina, cuando de pronto sentí un gemido extremo. Se iba a correr como una condenada, por lo que saqué mi pene, me tumbé encima de la cama y ella puso su coño sobre mi boca, como si fuera a orinar. Le lamí los labios hasta que un chorro blanquecino salió de su coño y empapó mi boca y mis labios. Seguí dándole a la lengua hasta que todo su agujero quedó limpito. Ella estaba tan caliente que me dio un morreo estelar incluso teniendo yo la boca llena de su corrida.
Estuvimos haciendo un par de guarrerías con la saliva mientras ella me sacaba el condón y me masturbada suavemente. De pronto, bajó su cabeza hasta mi pene y empezó a chupármelo rápidamente, cuando finalmente terminé por correrme en su boca. Nunca pensé que mi tía, con esa pinta de mosquita muerta pudiera ser tan especial y tan atrevida en la cama. Pasamos al baño y nos aseamos los 2 un poco, y dormimos juntos esa noche. Al día siguiente por la mañana, después de desayunar, se despidió de mí con un abrazo y me alcanzó a dar un beso en la boca que recordaría toda mi vida. De vez en cuando, paso por la casa de mi tía cuando me quiero "ir de fiesta" jajaja.
PD: Dedicado a mi tía, la cual sin ella este relato no habría sido posible y a todos esos jovencitos que son unos auténticos apasionados por las señoras maduras, los chicos inteligentes con ganas de aprender a ver la vida "de otra forma".
También a esas maduritas que no se atreven con jovencitos por temor a ser criticados por otros "hipócritas".
Autor: Hayabusa.4000