Era domingo, y a solas en mi habitación, recostada en mi cama, recordaba lo mucho que disfruté la sorpresita que me había preparado mi mejor amigo, motivo por el cual me sentía muy agotada, pero feliz de haber disfrutado y con deseos de seguir la fiesta. Para refrescarme un poco, me vestí y me fui a recorrer almacenes, en donde encontré un local con ropa que no suelo usar, pero que siempre me ha atraído como la lucen algunas chicas. Para satisfacer mi curiosidad, escogí un vestido negro muy corto y ceñido, que quise ver como se me veía, mientras me desvestía e ir viendo como mi cuerpo iba quedando poco a poco semi desnudo, me fui excitando, hasta sentir como se fue humedeciendo mi rajita, lo que produjo un escalofrío a lo largo de mi espalda. Me puse el vestido y como era un número menos, me resultaba una tarea algo dificultosa, ya que mis pechos estaban erguidos de lo caliente que estaba, por fin pude observar mi imagen en el espejo del vestidor y lo que vi realmente me agradó, la verdad que a mis 28 años, resultaba un bocadito para muchos. No me lo pensé mucho y elegí llevarme el vestido, pero antes quise probarme una faldita de cuero y una camisa de seda transparente en color beige manga larga, como no llevaba sostén, mis pechos se veían turgentes y firmes debajo de la tela, que al contacto con mis pechos, me levantaban oleajes de excitación en mis entrañas, pagué y salí luego de un par de horas de estar de compras, contenta por mis nuevas adquisiciones, que no sabía cuando usaría.
Justo cuando me dirigía al ascensor, me tropiezo con un joven, que al ver su rostro, me sentí atraída por él. Era guapo, alto, ojos verdes, con muy buen cuerpo, y una sonrisa hermosísima. Enseguida me pide disculpas por el tropezón, y me dice si puede ayudarme con mis paquetes, como no quería perder la oportunidad de seguir teniéndolo a mi lado, le dije que sí, y me acompañó hasta la calle, en dónde pretendía tomar un taxi, con tan mala o quizás buena suerte, que los que pasaban estaban ocupados, como pasaron más de 15 minutos y no lograba conseguir transporte, el joven, que se llamaba Andrés, me ofreció llevarme en su auto, simulando vergüenza, le dije que no quería ponerlo en apuros, pero él insistió diciéndome que para él sería todo un honor poder conducirme hasta donde yo le dijera, y por supuesto que acepté, no sin dejar de sentirme muy excitada por la emoción.
Una vez en el auto, me senté de tal manera, que le dejaba ver gran parte de mis muslos, mientras que procuraba, tocarle el brazo con el mío ahí tienes el bar, con confianza, sírvete lo que desees, yo si me lo permites, voy a ponerme algo más cómoda, pues he transpirado un poco. Mientras yo entraba a mi habitación, él se dirigió a el bar a servirse un trago. Una vez en mi cuarto, busqué en mi cómoda, y saqué un top blanco, una braguita y un pantaloncito muy corto, que dejaba ver parte de mis nalgas. Fui al baño, me saqué la ropa y me lavé la cuquita, que se había mojado mucho con mis juguitos. Salí en toalla, me senté sobre la cama y me comencé a vestir, me puse el tanguita negro, que hacía juego con el pantaloncito, pero enseguida me lo saqué y decidí ponerme solo el pantaloncito que se ajustaba mucho a mi entrepierna, luego me coloqué el top que dejaba traslucir un poco mis pechos, que sin ser demasiados grandes, tenían lo suyo, me coloqué unas zapatillas bajitas, me cepillé el cabello y retoqué brevemente mi maquillaje, una vez lista, guiñé un ojo al espejo, y salí al encuentro de aquel muchacho encantador.
Lo encontré sentado en el sofá, y al verme, casi se ahogó de la sorpresa que le causó ver como iba vestida. Se levantó nervioso y yo notando su estado, decidí que me gustaría apagar el fuego de mis fantasías con él. Me acerqué al bar a servirme una gaseosa y al querer dar un sorbo, hice un giro, y dejé caer el vaso. Me agaché para recogerlo con la intención de poder mostrarle mis pechos y sobre todo mi trasero que estaba casi todo visible. Me levanté, fui a la cocina y tr
aje un trapo para secar el líquido derramado, me puse de espaldas a él, me arrodillé y levanté bien mi culo para darle mejor vista a Andrés, que ya había visto que su pene había crecido aún más y luchaba por salir de su prisión.
Mi corazón latía muy rápido, tanto que sentía que también mi entrepierna tenía el mismo latir y mi rajita se comenzaba a mojar otra vez. Me levanto y veo la cara de excitación que tenía. Le pregunto ¿te sucede algo, te veo colorado, te sientes mal, quieres que te dé algo?, a lo que él no pudo responder más que con un movimiento de cabeza.
Me acerqué a él y le puse mi mano sobre la frente, y dije no tienes calentura, bueno no al menos de la que creí, pero veo que tu entrepierna está muy pronunciada, y le guiñé un ojo. Le dije tranquilo corazón, no pasa nada, y puse mi mano en su pantalón, sobre su pene, y con mis labios comencé a recorrer su rostro muy tiernamente, mientras que entreabría mis piernas, para que tuviera mejor vista de conchita súper mojada. Tímidamente se atrevió a ponerme la mano ahí, sintiendo lo mojada que estaba yo, y de pronto sentí como uno de sus dedos, buscaba entrar a mi rajita.
Mientras tanto yo, sentía su enorme y dura polla, que pugnaba por escapar, y lentamente bajé su cremallera, sacando aquel objeto de placer que se irguió poderoso. Nos besamos apasionadamente y luego, nos fuimos desvistiendo de a poco, pero con mucho deseo de poseernos el uno a el otro.
Me agaché entre sus piernas y comencé a jugar con su pene, lamía su huequito, tratando de meter la punta de mi lengua por ahí, luego le di un beso y metí su cabeza roja y enorme en mi boca, suavemente chupé su cabeza, mientras él echaba su cabeza hacia atrás y soltaba un grito de satisfacción, lo que me animó a seguir comiéndome esa hermosa polla juguetona.
Ya no pudiendo soportar más su calentura, me pidió que me pusiera en cuatro pues quería probarme, ya no podía es que se sentía mi culo con aquella polla enorme dentro de mi, él se detuvo un poco, y una vez que me había calmado, comenzó a empujar, hasta que sentí como sus testículos golpeaban mis nalgas.
Andrés me embestía cada vez con mayor fuerza, me agarraba de las caderas tirando a la vez hacia él, así hasta que a punto de sentir que se iba a derramar una vez más, se recostó sobre mi espalda y, tomando entre sus manos mis pechos, los comenzó a apretar, causándome un placer que me hizo alcanzar un orgasmo entre grandes suspiros, y continuaba bombando mi trasero, hasta que lo llenó de su leche caliente. Sacó su pene de mi culo, y con su genial lengua comenzó a lamerme la conchita, el clítoris, los labios vaginales hasta arrancarme otro maravilloso orgasmo, que me dejó sin aliento.
Mientras me chupaba, seguía masajeando mi pechos y yo como pude le aparté lo tumbé y me senté sobre su miembro mas duro y erecto que nunca, como si recién comenzara, metiéndomela toda entera en mi vagina, mientras que con mi dedo, masajeaba mi clítoris, subía y bajaba como una posesa, era fascinante su miembro dentro de mi xoxito, cada estertor se transformaba en un placer indescriptible, después de un tiempo, se corría una vez más en mis entrañas, llenándome de su semen maravilloso, que sentía escurrir por entre las paredes de mi vagina, hasta que caían sobre su vello púbico. Nos quedamos un rato ahí quietos disfrutando de nuestras sensaciones, y luego nos fuimos a duchar, para limpiar todo aquella pegatina que tenían nuestros cuerpos.
Fue una mañana encantadora y memorable, nos dimos nuestros respectivos teléfonos y quedamos en que pronto no veríamos, para tener otro encuentro tan bueno o mejor que el de ese día. Nos hemos hecho muy buenos amantes, y cada vez que nos vemos, nos entregamos al juego del placer con mucho entusiasmo.
Espero que les gustara mi historia que hasta el día de hoy, sigue.
Autor: Dennys