Disimuladamente le levanté un poco el voladito de atrás de su minifalda, dejando parte de su cola, que estaba sin la bombacha, a la vista de nuestros amigos…preámbulo de lo que pasaría después…
Fue así que entramos los cuatro a la habitación.
Alejandro insistía en ver la bombachita de Silvia.
– Dale Silvi, le dije, – mostrásela a nuestro amigo.
Silvia estaba sonrojada. Me acerqué y metiéndole las manos en su minifalda,
le bajé la microbombachita azul pálido a la altura de sus rodillas.
– Jaja! Se te hizo mi amor!…, bromeaba Verónica
Alejandro, excitado, solamente sonreía :
– No es lo que esperaba, pero igual,…realmente no te queda nada mal…
Silvi, estás preciosa!
– Jajaja! , explotamos todos.
Vero nos invita a sentarnos en el sofá mientras prepara el whisky.
-«Mi amor, con la bombachita así no podrás cruzar las piernitas, dejame que
te ayude…», le dije a Silvi, mientras terminaba de bajársela totalmente,
-«…Tomá Ale, acá la tenés, vos que tanto la querías ver.»
Ale toma entre sus manos la bombachita y la mira detenidamente, luego la
estira y metiéndole los dedos por la parte interna. Comenta :
-«Estoy por enloquecer, es preciosa, es totalmente transparente, que
fabulosa!»
Luego de manosearla se la devuelve a Silvi.
Silvia, siempre callada, la deja a un costado del sofá.
Vero regresa con el whisky y los vasos repletos de hielo. Al agacharse la
microminifalda de lycra, que muy poco le estaba cubriendo, se le corre aún
más hacia arriba. Al incorporarse, más de la mitad de los cachetes de la
cola le quedan al aire.
Las miradas y sonrisas cómplices de Alejandro y mía se cruzaron enseguida.
– «Y Ale , cuál es el juego que nos ibas a proponer ?»
– «Bueno, en realidad es bastante zafado, por eso preferiría no decir nada,
no quiero incomodar a nadie, no quiero que se enojen… propongan mejor
ustedes algo…»
– «Dale, no te achiques, decinos lo que tenés en mente, no nos vamos a
ofender!…»
– «Vos no… pero Silvi, viste como es…»
Silvia bajó la mirada.
– «Silvi, ¿ verdad que no te vas a enojar ?»
– «No sé…», dijo algo molesta.
– «Bueno. Es un juego que vi en internet, consiste en tirar un dado y según
el casillero que caigas te tocan preguntas o prendas…»
– «Me imagino, me imagino, ¿y cuáles son por ejemplo las prendas?» , pregunté
haciéndome el distraído.
– «Bueno, no me acuerdo mucho, tendría que ver…»
Vero interviene :
– «Hagamos una cosa. Vos y Juanjo bajen a la sala de la PC y traigan las
reglas para ver si a Silvi y a mi nos parecen bien…»
Silvia seguía como en otra dimensión, absorta su mirada en la alfombra.
– «¿ Te parece mi amor ?», susurré con temor.
Silvi hizo una mueca de estar poco convencida.
Me senté entonces a su lado, la abracé y recosté contra mi cuerpo, dejándola
de espaldas a Ale y a Vero.
Comencé a besarla.
Silvi cerró los ojos y respondió a mis caricias.
Decidí entonces dar un paso más : disimuladamente le levanté un poco el
voladito de atrás de su minifalda, dejando parte de su cola, que estaba sin
la bombacha, a la vista de nuestros amigos.
Silvi se dejaba hacer. Era un buen indicio de que quizás estuviera algo
calentita y que, en el fondo, le estaría intrigando el juego que se
avecinaba.
-«No te apures Juanjo, que todavía no empiezan las pruebas, jaja!»,
interrumpe Alejandro.
Silvi se reincorpora rápidamente acomodándose para abajo la minifalda,
mientras, ¡ por fin !, se le dibuja una amplia sonrisa en su rostro.
-«Bueno chicos vayan a ver como es el juego que nosotras los esperamos»,
apura Vero.
Al regresar, las chicas nos reciben sonrientes.
Vero, sin que Silvi la viera, nos hace un gesto de que todo estaba ok.
– «Bueno, ¿todo listo chicas?», pregunté
– «Un momento», interrumpió Vero mientras leía las reglas. «Mi amiga Silvi
está en inferioridad porque no tiene puesta la bombachita!»
Silvia pidió entonces que cerraramos los ojo
s para volver a ponérsela.
Vero comenta:
– «Vieron chicos como Silvi no tiene problemas porque a pesar de que la
bombachita está toda toqueteada por los dedos de Ale, igual se la deja
puesta»
«Jaja!», reímos, aunque a Silvi pareció no hacerle mucha gracia el
comentario.
Nos sentamos los cuatro bastante apretados en el sillón en el mismo orden
que el primer día. De derecha a izquierda : Vero, Ale, Silvi y yo.
A Vero se le ocurrió hacer una ronda previa, donde cada uno hiciera una
pregunta.
Comencé yo preguntándoles a Ale y a Silvi si alguna vez, después de casados,
tuvieron relaciones con otras personas. Silvia contestó con un firme no. Ale
más divertido, respondió que hasta ese día no pero que, vista la situación,
no podría asegurar lo mismo para el futuro.
«Jajaja!», reí. Silvia, en cambio, se puso roja como un tomate y bajó
inmediatamente la mirada.
Vero luego le pregunta a Silvi si alguna vez, estando casada, deseó tener
relaciones con otro.
– «Buenoo…»
– «Dale Silvi, respondé la verdad…»
– «Y fantasías sí, ¿supongo que todo el mundo las tiene, no ?…» «Pero
jamás engañaría a mi marido!», agregó
Era el turno de Ale. Nos pidió que dijeramos rápidamente cuáles son las
cosas que más nos gusta hacer en materia sexual.
Vero confesó que se siente muy orgullosa de su cola y que adora ser
penetrada por ahí.
-«A mi me gusta ponerla estilo perrito», contesté
Silvi respondió con un :
-«Ya lo saben, se los dije la otra vez».
Ale fingió no acordarse y pidió si por favor se lo podía repetir.
Silvi, con la mirada siempre baja, dijo
-«Chupar…»
Ale insiste :
– «Chupar que ?»
– «…el pene…», agregó de forma casi inaudible y con demasiada verguenza.
– «Bueno Silvi, es tu turno para preguntar»
– «Vero, recién dijiste lo que te gusta. ¿No te duele de esa forma?»
Vero sonríe y dice que no, que al principio no lo toleraba pero que Ale fue
muy paciente y de a poco la fue llevando hasta conseguir que hoy le entre
prácticamente todo adentro de su cola, y eso que ya conocemos el tamaño que
calza Ale.
Todos nos sorprendimos cuando a Silvi se le escapó una especie de suspiro.
– «Bueno, empecemos ya», dijo Ale con impaciencia.
Como no teníamos dados utilizamos seis cartas. La primera en elegir fue
Vero.
Le tocó la prenda de darse un beso de pico con la persona que estuviera a su
derecha, o sea, Ale.
Turno de Ale y nueva prenda :
Durante un minuto caricias con la persona que tengas a tu izquierda.
-» Evidentemente, hoy no es mi día! «, bromea Alejandro
Silvi logró sonreir.
Turno de Silvi y prenda: «Morder el cuello y chuparle la oreja a la persona
del sexo opuesto que esté más próxima a tu izquierda»
El rostro de Alejandro se iluminó.
Silvia se inclina un poco y manteniendo un difícil equilibrio, sin tocarlo
siquiera con ninguna otra parte de su cuerpo, se puso, sin gracia alguna, a
morder.
Ale le recuerda que también debía chuparle la oreja.
Silvia seguía sin concentrarse: acerca entonces sus labios a la oreja y le
aplica tímidos besitos.
Ale vuelve a quejarse :
– «Silvi : tenés que chuparla!…» , pero Vero interrumpe e indica que el
tiempo de la prenda ya transcurrió.
En mi turno me toca dar besos de lengua a quien más desee frente a los
demás. Para dar más suspenso al juego elijo a mi propia esposa Silvi.
Comenzamos despacito, pero sabedor que a ella adora ese tipo de besos, la
animé a sacar más afuera su larga lenguita. Silvia no puede resistirse y
termina sacándola en su totalidad, moviéndola magistralmente, como siempre.
Sus ojos, sin embargo, permanecían cerrados.
Ale y Vero estaban entusiasmados y no se perdían detalle alguno del
espectáculo. Vero, mientras Silvia no veía, plantaba toda su mano en el
bulto de Alejandro.
Turno de Vero. Le toca una casilla sin prenda. Vero sonríe sin mucho
convencimiento.
Turno de Ale : debía pasar la lengua por los labios de quien estuviera a su
izquierda.
La cara que puso era digna de ser fo
tografiada.
-«Jaja!», reímos todos.
Turno de Silvi : debía desabrochar y abrochar el pantalón de quien estuviera
a su izquierda.
Todos quedamos helados. Esta era una prenda mucho más subida de tono. El
aire se cortó en el ambiente puesto que todos dudábamos de la reacción de
Silvi.
Afortunadamente la respuesta no pudo ser mejor :
-«Hay Ale!…¡Con todo eso que tenés así parado no puedo!… Hacé el favor
corrétela a un costado sino no voy a poder bajarte el cierre!»
Alejandro se niega y dice que por reglamento no puede hacer nada. Silvia le
pide entonces ayuda a Vero, quien también se excusa.
-«No se que hacer! , ¿qué puedo hacer mi vida ?»- me pregunta Silvi sin
apartar nunca los ojos de la bragueta de Ale.
-«Y…me parece que vas a tener que sacrificarte y tocársela un poco»,
contesté intentando calmar la excitación.
Silvi siempre concentrada en el bulto, se mordía el labio inferior y dudaba.
Todos estábamos expectantes.
En un momento se decide : le desprende el cinturón y el botón del pantalón.
Pero de golpe se detiene y vuelve a dudar.
Así queda un instante hasta que finalmente procede: con la mirada seria mete
el dorso de su mano abierta entre los pantalones, apretándole el pene por
encima del calzoncillo a un costado y contra el abdomen de Ale. De esa
forma logra abrir el cierre. Al quitar luego la mano la pija, ésta rebota
luego formando una impresionante carpa en el boxer. Los ojitos de Silvi
brillaron de inmediato al ver ese enorme falo en toda su dimensión,
contenido apenas por la tela del calzoncillo.
-«Bien hecho Silvi!», la anima Vero -«Ahora la segunda parte»
Silvia le pregunta a Ale :
-«No preferís dejártela así más liberada…»
En efecto, la pija de Ale estaba atajada sólo por un pedacito del boxer. Por
el costado del generoso agujero podía observarse sin dificultad los más de
20 cm. erguidos.
-«No», dice Ale, «hay que respetar las reglas, jaja!»
Sin decir nada Silvia vuelve a apartar a un costado la espada enhiesta de
Ale siempre por encima del calzoncillo, pero esta vez tocándola con la palma
abierta. Con mucha dificultad logra subir a medias el cierre.
-«Bravo! Misión cumplida!», aplaude Vero
-«Muy bien mi amor», la felicito mientras le doy un enorme beso en la boca.
LLega mi turno.
La prueba consistía en poner duros los pezones de la persona que estuviera a
mi izquierda.
En Silvi algo había cambiado: rápidamente se puso en posición recostándose
contra el respaldo del sillón.
La vuelvo a besar y comienzo a desprenderle los primeros botones de su
camisola, luego le corro hacia abajo el sujetador, pero a propósito, impido
que sus enormes tetas queden a la vista de todos. Noto al tocar sus pezones
que ya están duros como rocas. Silvi me mira y sonríe con cierta picardía.
Con calma les froto las enormes puntas con la palma de mi mano. Silvi
comienza a retorcerse de placer. Quiere disimular, pero a cada rato sus ojos
se pegan al bulto enhiesto de Ale. Sin duda aquel contacto la había dejado
muy excitada.
-«Bueno chicos, es mi turno», interrumpe Vero.
Debí entonces suspender los masajes, pero al retirarme dejé sin abrochar la
camisola de Silvi. Si bien quedaron cubiertas, de perfil podía verse algo
de la desnudez de sus magníficas tetas. Sus excitados pezones, en cambio,
se notaban claramente desde todos los angulos debajo de la fina tela blanca
de la camisola.
Era ahora el turno de Vero. Le tocaba conseguir vello púbico de quién
estuviera a su izquierda.
Vero se acerca y me invita a realizar la labor en el baño. Ya parados, pega
su cola contra mi pantalón y refregándose, logra levantar un poco más su
minifalda. Así bien juntitos y como en trencito nos dirigimos al toilette.
Vero prende la luz.
Alejandro desde el sofá pide que dejemos la puerta entreabierta.
Vero se arrodilla frente a mi, quedando a espaldas de la sala. Con cuidado
me desprende el pantalón y me baja despacito el boxer. Ahora mientras
aparta con su mano izquierda mi supererguido pene, con unas tijeritas en su
derecha me recorta un considerable mechón.
Culminada la prenda Vero sigue sin soltar mi pija.
Me hace un gesto para que
haga silencio y comienza a pajearme con suavidad, siempre con la mano
izquierda. Desde la sala era imposible notar esas maniobras. Abre luego su
boquita mientras se relame sus enormes labios carnosos. En un segundo mete
un breve lenguetazo en mi miembro, dejando unidas su boca y mi pìja por un
espeso hilo de líquido seminal.
Vero sonríe satisfecha y culmina entonces su tarea subiéndome el pantalón.
Cuando regresamos a la sala notamos con sorpresa que Silvi tenía la blusa
mucho más desprendida: de perfil se le podía ver ahora sin ninguna
dificultad sus enormes ubres desnudas cayendo por encima del minisujetador,
el cual después de mis manoseos había quedado como un hilo arrollado debajo
de ellas.
Asimísmo sus piernas estaban levemente abiertas y en su muslo izquierdo
reposaba, con naturalidad y desparpajo, la mano abierta de Ale.
-«¿Y mi amor, conseguiste los pelitos?» preguntó Ale a su esposa.
-«Sí mi vida, acá están.» Y los depositó en la mesita.
Turno de Alejandro, y prenda: – Simular hacer el amor, con la ropa puesta,
con quien esté a tu derecha, durante un minuto.
Ale respira hondo. Tomándose su tiempo, le pregunta a Silvi en que posición
le gustaría.
Silvia, que lucía mucho más distendida contesta que mejor elija él.
Ale le pide entonces que si no le molesta se le monte de frente, a
caballito.
– «¿Me dejás? » , me pregunta Silvia conteniendo su calentura.
– «Dale. No hay más remedio que cumplir las reglas.», le contesto siguiendo
el juego.
Silvia gira y se sienta sobre Ale. Al sentarse sobre el bulto del pantalón,
que parecía estar a punto de reventar, Silvi reacciona con temor y, de
inmediato, se incorpora un poco. Estando en esa posición un poco más arriba,
sus tetas quedan a la altura de la cara de Alejandro. Éste aprovechando la
oportunidad no duda y le corre un poco más la blusa hacia los costados. Ella
se mordía el labio inferior y parecía ahora estar transportada a otra
dimensión. Un simple movimiento de Silvia bastó luego para que sus pesadas y
enormes tetas quedaran totalmente al aire. En ese momento su mirada y la mía
se cruzan.
Silvia entonces cierra los ojos y ya no los vuelve a abrir.
Excitada, apoya luego sus manos contra el respaldo del sillón, rodeando de
esa forma con sus brazos el cuello de Ale.
Mientras sus enormes tetas se bambolean ahora un poco más abajo por la
barbilla de nuestro amigo, con disimulo comienza a refregar su preciosa
conchita tapada por la pequeña bombachita, contra el enorme paquete.
Alejandro entanto, le metía con devoción las manos por debajo de la
minifalda, intentando abarcar toda la enorme cola.
-«Suelten chicos, ya pasó el minuto. Silvia ahora te toca a vos», interrumpe
Vero.
La prenda de Silvi consistía en esperar un turno sin ropa interior.
Como una niña obediente y sin decir palabra alguna, termina de desabrochar
el sujetador que ya estaba hecho un hilo debajo de sus tetas y lo deposita
en la mesita, pero para no dejar más las tetas a la vista, se abrocha todos
los botones de su camisa.
Luego se para y apoyándose sobre mis hombros me pide ayuda para quitarle la
bombachita.
Al sacársela noto que tiene la conchita hecha agua, lógicamente lo mismo
sucede con la bombachita. Silvia al tomar conciencia de ello, avergonzada,
me la quita de la mano y se sienta sobre ella.
Por fin llega mi turno, aunque después de lo que estábamos viviendo, la
prueba que me tocó realmente no era gran cosa.
Consistía en vendarme los ojos para adivinar quién me besaría. Nunca tuve
dudas : era Vero. Sus enormes labios carnosos hacían un buen trabajo, además
el beso venía con un premio extra: una tocadita sobre mi bulto.
Para seguir la diversión comenté que tenía dudas y pedí repetir la prueba.
LLega el turno de Vero. Debía entrar con dos personas del sexo opuesto al
dormitorio. Ahí deberíamos quitarnos la ropa, cerrar la puerta y permanecer
encerrados durante cuatro minutos.
Sonriendo y tomados de la manos de Vero marchamos los tres felices a nuestro
destino.
Previamente le dimos a Silvi un beso en la mejilla a modo de despedida. Ella
se animó y bromeó que nos iba a extrañar.
En la pieza Vero nos pide ayuda par
a desnudarse. Cuando le desprendo la
camisola noto que no lleva sujetador. Sus tetitas bien paradas y de duros
pezones parecen pedir a gritos que se las coman. Ale en tanto le baja la
minifalda. La empapada minitanga sólo le cubre la parte inferior de los
gajitos, sus pelitos ya están al aire. Por detrás, el hilito celeste de la
tanguita está arrollado y perdido dentro de su inmensa y preciosa cola.
Muy a mi pesar le debemos también quitar los preciosos zapatos blancos de
taco alto. Pese a ello su espectacularmente enorme cola permanece muy bien
parada.
Después de quedar totalmente desnuda, Vero procede a desvestirnos a los dos.
Primero nos quita las camisas, luego se arrodilla desprendiéndonos
lentamente el cinturón, bajando los cierres … Cuando ya estábamos los
tres totalmente desnudos, como una buena ama de casa, recoge del suelo toda
la ropa y prolijamente la deposita sobre una silla. Por supuesto : mientras
se agachaba a recoger quedaba a la vista todo su ojete, el cual tenía un
diámetro nada común. Seguramente el tratamiento que le daba su marido fuera
la causa de tan enorme agujero.
Alejandro y yo quedamos sentados a ambos lados sobre el pie de la cama. Vero
se sienta en el medio y nos abraza arrimándonos a ella. Besa primero a Ale,
luego gira su cabeza y sigue conmigo. Sus manos pasan enseguida a acariciar
nuestras pijas. Totalmente excitada comienza rápidamente a alternar los
besos con uno y otro.
-«¿Querés tenerla adentro?», le pregunta Ale en voz baja.
-«Síííí», le susurra excitada al oído.
-«¿Quién querés que te la ponga?», pregunta ahora Ale como para que yo oiga.
-«Ya lo sabés, malo», responde mientras apreta más mi pija.
-«Juanjo, te animás?», pregunta Ale.
Sin decir nada, la recuesto en la cama, y así, en la clásica posición,
comienzo a bombearla. Vero comienza a gemir.
-«Shhh!, cuidado que Silvi nos puede oir», dice Ale mientras se inclina
sobre la cara de su mujer y le acerca la pija a la boca para callarla. Vero
se le prende y la comienza a devorar.
Desde el otro lado de la puerta se escucha la voz de Silvi :
-«Chicos. Tiempo cumplido!»
-«Lo siento Juanjo, pero es mejor respetar el reloj, así el juego se hace
más excitante, ¿no?»
De esa forma, en pleno bombeo, debí interrumpir la faena.
Mientras nos volvíamos a vestir, Vero me saca la pija del boxer, le da una
chupadita y luego un beso en el tronco.
-«Ya me la vas a poder poner sin apuro», me dice, excitada, al oído. Luego
abraza a su marido y después de besarlo con amor le dice:
-«Gracias mi vida»
Al regresar a la sala Silvi intrigada preguntó que habíamos hecho. La
dejamos más intrigada aún cuando nos excusamos basados en que las reglas no
lo permitían.
-«Bueno es mi turno nuevamente», dijo Alejandro.
La prenda consistía en masturbar por encima de la ropa a quién estuviera a
su izquierda.
Al primer toque de la mano sobre la tanguita, Vero ya estaba otra vez
gimiendo como una novata.
Silvi permanecía callada y de piernas y brazos cruzados. Su pierna derecha
se movía con inquietud. Su mirada y mente parecían extasiadas en el bulto de
Ale.
Al rato interrumpo:
-«Me da pena decirles chicos que el tiempo se acabó»
-«Te estás vengando…», bromeó Alejandro
Era ahora el turno de Silvi.
Debía entrar por seis minutos con dos personas del sexo opuesto al
dormitorio, vestidos todos solamente con la ropa interior.
Como ella estaba cumpliendo la prenda anterior pidió que primero nos
quitaramos nosotros la ropa y luego cerraramos los ojos así podría ponerse
la tanguita y el sostén.
Así lo hicimos.
-«Ya estoy lista», dijo luego dulcemente.
Finalmente pudimos verle en todo su esplendor la famosa bombachita azul
pálido transparente.
Era realmente como la había calificado Ale, fabulosa. Por adelante toda su
mata de pelos lucía mejor que desnuda- Por atrás era sólo un hilo que
terminaba en un diminuto triángulo, el cuál resaltaba mejor sus formas. Por
otra parte el pequeño sujetador prácticamente lo único que le cubría eran
los pezones y, al ser también transparente, no impedía disimular el
endureci
miento de aquellos.
La abrazamos los dos de la cintura y tocándole la cola la llevamos a la
pieza.
-«¿Que hicieron con Vero?», volvió a preguntar Silvi.
-«Ya te dijimos que no te podemos contar. Además ahora es distinto porque en
cierta forma estamos vestidos», dijo Alejandro.
-«En cierta forma …», dije yo «…pero nada que no se pueda
solucionar…»
Dicho esto saqué la pija del agujero de mi boxer e invité a Silvia y a
Alejandro a sentarnos al borde de la cama, como lo habíamos hecho antes con
Vero.
En ese lugar le bajé los breteles del sujetador dejando liberadas sus
divinas tetas.
Silvi miraba al vacío.
-«¿Se la querés ver a Ale?», le pregunté a Silvi, emulando un poco a mi amigo
unos minutos atrás.
Silvia no dijo nada, sólo me empezó a comer a besos de lengua. Viéndola tan
calentita le dirigí con suavidad su cabeza hacia mi pija.
Silvia comenzó entonces a chupar como hipnotizada.
-«Mirá mi amor, Ale te la está mostrando», le dije.
Silvia levantó la vista y quedó boquiabierta, sorprendida con la enorme pija
de Alejandro casi pegada a su cara. Instintivamente la tomó con su otra
mano. Me miró entonces con una cara que nunca antes le había conocido.
Emití entonces un imperceptible gesto.
Silvi se inclinó entonces frente a Ale y comenzó a mamar la pija que tanto
la enloquecía.
Mientras la observaba preguntaba para mis adentros desde cuando se le abría
despertado ese deseo.
Con la habilidad típica en ella, apartó con su mano izquierda el tronco
enhiesto de Ale, luego comenzó lentamente a recorrer con la lengua, de abajo
hacia arriba y sin saltearse ningún punto, la bolsa de las bolas. Llegado al
tronco se entretuvo un rato en recorrerlo, siempre con la lengua, desde el
inicio hasta el glande.
En un momento realiza un alto en su labor y, sin soltar la pija de su mano,
con toda su lengua hacia afuera apoyándole el glande, Silvi inmóvil comienza
a observar a Ale desde abajo, como pidiéndole permiso.
Al ratito abre todo lo que puede su boca, su mirada siempre fija en la
verga, como calculando hasta donde puede llegar.
En el primer intento se atraganta un poco, lo cuál provoca la sonrisa de Ale
y mía, pero no se da por vencida. Sacude la cabeza y la inclina un poco. En
esa posición realiza el segundo intento, el cuál resulta casi perfecto.
-«Ufff !!…», exclama Alejandro, – «…me estoy enamorando!…»
Silvia ahora se rie pero no deja de chupar.
Unos pocos sorbos más y Ale que se está por correr. La embestida es tan
violenta que Silvi debe apartar la pija de su boca. El manantial de leche
salta sobre su cara y sus tetas. Pasado ese primer envión se lo vuelve a
tragar y la ordeña hasta dejarla sin una gotita.
Cuando ya estaba seca, Silvia igualmente no cesaba de pasarle la lengua y
besarle el glande.
Alejandro se saca entonces el boxer y se lo ofrece a modo de pañuelo para
que se limpie.
-«Te felicito…», me dice Ale
Yo le agradezco, pero Silvi no comenta nada y queda muda. Parece haber
regresado ahora de aquel estado hipnótico y evita ahora cruzar su mirada con
ninguno de los dos.
-«¿Estás bien, mi amor?», es lo que atino a preguntar.
-«Perdonáme!!!», exclama como arrepentida mientras se lleva las manos a la
cara.
-«Tiempo!», grita Vero desde afuera.
Alejandro sale y yo me quedo un rato a solas con Silvi.
Ahí tratamos de aclarar todo lo que estaba sucediendo. Silvia logró
tranquilizarse, incluso pude animarla a seguir el juego y tratar de poner un
broche de oro a todo eso.
El juego había servido para desencadenar hechos que todos en el fondo
habíamos deseado. Quizás faltaría algo «apoteósico». Convinimos en hacer
una prenda final inventada por nosotros mismos, aunque Ale y Vero no estaban
muy convencidos de que Silvi estuviera ahora con toda la «onda».
Silvi toma la iniciativa y dice que les va a dar a todos una prueba de que
está con ganas. Dicho esto me sienta en el sillón, me baja el boxer y
comienza a mamarme magistralmente.
Alejandro empieza a desnudar a Vero, dejándola solo con los zapatos blancos
de taco alto y la minifalda negra remangada sobre su cintura. Ella luego
sienta a su marido a mi la
do y procede en igual forma que Silvi.
Por mi parte le quito el sujetador a Silvi, dejándo a la vista de todos sus
enormes tetas.
-«Esto es increíble!», delira Ale, «parece que estuvieramos en una película»
-«Sólo falta la escena de lesbianismo», bromeo.
Las chicas se ríen y se hacen un gesto. Vero entonces suspende la fellatio a
su marido y se prende junto con Silvi a mi pija. Un instante después y muy
sonrientes quedan cruzándose, por momentos, las lenguas entre ellas.
-«No me dejen afuera!», grita Alejandro. Asi es que se levanta y les ofrece
su enorme miembro.
La escena más tarde era digna de una película : Alejandro y yo parados con
las pijas enhiestas y las chicas arrodilladas agarrándonos los huevos e
intercambiándose las pijas para mamar, mandándose de vez en cuando, para
nuestro disfrute, un lenguetazo entre ellas.
Lo que en nada se pareció a una película fue el hecho de que los chorros de
semen no se hicieron esperar en absoluto. Alli quedaron las chicas
rápidamente bañadas con nuestros líquidos.
Para darle más morbo, Vero siempre zafada, comenzó a untar las tetas de
Silvia con el semen que le chorreaba como si fuera filtro solar.
Silvi en tanto estaba como perdida y no reaccionaba. Seguía arrodillada y
con su mano no me soltaba la pija. Alejandro con el miembro a media asta
gira y se le acerca por detrás, apoyándoselo sobre el cachete. Silvia
finalmente reacciona. Golosa como siempre, inclina su cabeza. Con la boca a
medio abrir y la puntita de la lengua le aprisiona el glande.
Los casi cuarenta años de edad de Alejandro y míos estabam haciendo efecto y
pedían un descanso.
Eran cerca de las 21:30 hs.. así que Ale propuso salir a cenar como para
darnos un respiro. Las chicas querían bañarse pero a esa hora, fuera de
temporada, con lo que demoraríamos en trasladarnos al centro del balneario
probablemente no encontraríamos ningún lugar abierto. Así fue que las
convencimos para que sin bañarse, se pusieran la ropita con el cuerpo
embadurnado aún por nuestros jugos. Silvia pidió solamente que la
acompañara un minuto a nuestra habitación a buscar un abrigo.
Finalmente el único local abierto que encontramos fue un fast-food cerca de
la ruta. El ejercicio nos había abierto el apetito y estábamos ahora
concentrados en la comida.
-«Porque me mirás así?», bromea Vero ante mi profunda mirada.
-«Estoy observando que magnífica técnica tenés para tragarte la hamburguesa,
jaja!»
En efecto, su preciosa carita de ojos verdes intensos y su boquita
entreabierta de labios húmedos y carnosos llevándose el trozo a la boca me
traían reminiscencias de lo sucedido minutos atrás.
-«¿Silvi, por qué no nos mostrás también tu técnica ?», continuó Alejandro.
Silvi se pone la hamburguesa a milímetros de su boca, mira luego a los
costados para verificar que no hubiera otro público observando más que
nosotros. Saca entonces la lengua y se mete un enorme bocado de un saque.
-«¿UUUUh!», podemos volver ya al resort ?», bromea Alejandro.
-Jajaja!, reímos todos.
Vero le pide a Silvi que la acompañe al toilette.
Cuando quedamos a solas con Alejandro comentamos lo increiblemente bien que
la estabamos pasando. El me expresó su preocupación por Silvia, ya que
entendía que Vero, él y yo teníamos las cosas muy claras, pero eso no lo
veía tanto en Silvi. Dijo que me hablaba del tema porque Vero le planteó
seguir los juegos cambiando de roles, o sea, jugar por esos dos días que
quedaban de vacaciones a que ella era mi esposa y Silvi la mujer de Ale.
La idea me pareció buena, además yo entendía que Silvi también tenía claro
que todo esto no era más que un juego.
Cuando llegan las chicas cortamos la conversación.
Silvi me miraba en forma extraña. Yo no podía descifrar que le pasaba.
-«Bueno chicos…¡¡¡Silvi aceptó!!!», dijo con voz triunfante Verónica.
-«Tenemos que hacer entonces otro brindis!», agregó Alejandro.
Silvia nuevamente esquivaba las miradas de todos y permanecía seria.
Alejandro llega con nuevo
s vasos de refrescos.
-«A brindar por los nuevos novios, jaja!»
-«Jaja!» reímos todos. Silvia sólo hizo una mueca.
Al regresar, en las posiciones que teníamos dentro del automóvil ya se
notaban los cambios: Silvia iba adelante acompañando a Ale y Vero iba atrás
conmigo. La charla era de lo más normal, cuestiones acerca de como iba a
estar el tiempo mañana, si se podría hacer playa y cosas por el estilo.
Al llegar al resort Silvi me despide con un beso en la boca y un «portate
bien».
-«Che, que confianzuda que estás con mi marido!», bromea Vero
-«Ssshhh! «, dice Alejandro , «estamos en el corredor!»
Nos callamos entonces y rápidamente sólo por gestos nos despedimos.
Así partimos cada uno a su pieza junto a nuestras nuevas parejas, caminando
separados y con correción por los pasillos.
Al llegar a la habitación Vero me dice:
-«Mi amor, ahora si que me voy a dar un buen baño!»
-«Ok, pero dejame antes entrar a mí que salgo enseguida»
-«¿Vas a hacer pis?»
-«Sí»
-«Entonces dejame entrar contigo. No debés tener secretos para tu
mujercita!»
Asi fue que entro conmigo al baño. Vero me desprende la bragueta, toma mi
pija y siempre ponderando lo gruesa que la tengo espera paciente a que
orine. Su vista permanecía inmóvil en mi pija y su preciosa carita siempre
estaba sonriente. Al terminar me la sacude y me da un profundo beso de
lengua.
La desnudo entonces completamente y luego ella hace lo propio conmigo.
Abro entonces la ducha.
Bajo el agua las caricias iban y venían en todas direcciones.
-«Vero, me parece que se te cayó el jabón…»
-«A veeer…»
El ojete me lo deja exactamente a la altura de la pija, mientras el agua
tibia corría por su espalda. Inmediatamente intento la penetración pero no
es tan fácil como esperaba.
Vero entonces abre más las piernas y con sus manos corre lo más que puede
los cachetes de su cola hacia los costados. Las dificultades continúan.
Vero voltea y me abraza:
-«No te preocupes mi amor, es por lo gruesa que la tenés, pero tu mujercita
va a encontrar una solución, quedate tranquilo»
Salimos entonces de la ducha y fuimos al dormitorio. Ahí la ayudé a secar.
Mis manos la recorrían casi que con amor. Vero es realmente una muñequita
preciosa como ya les había descrito en el relato anterior.
Cuando llegué a la cola no pude más que besársela con devoción.
Vero pide permiso y revisa en el placard la ropita de Silvi. Allí encuentra
una batita transparente de Silvi y se la pone. Mi pija no tenía respiro. La
batita le cubría hasta un poquito más abajo del ombligo. Su concbita
bastante peluda respiraba el aire libremente. Por atrás no tengo palabras
para describirla: el voladito de la bata hacía resaltar aún más las
impresionantes caderas de Vero, y terminaba donde empezaba la cola, la cual,
totalmente desnuda, invitaba a devorarla.
-«Quedate acá mi vida, ya vuelvo», dice Vero
Sale del dormitorio y regresa enseguida con una amplia sonrisa, escondiendo
algo atrás de la espalda.
-«Mirá lo que tengo para nosotros!…»
-«A ver…», me hago el tonto
-«Tatatatán!…»
Y me entrega el pote de margarina vegetal que Silvi había comprado el primer
día en el supermercadito y que yo creía iba a terminar sin uso en el pote de
los residuos.
Sin más preámbulos, la puse en cuatro patas y la unté, confieso, con algo de
nerviosismo.
Vero se agarraba fuerte de las barandas de la cama, arqueando todo su
cuerpo. Su ojete, ahora brilloso por la margarina, era penetrado por mi
dedo.
Sin cambiar de posición Vero gira la cabeza y dice que es mi mujercita y que
me ama. Comienzo a apoyarle mi pija a media asta sobre la cola. Ella mete su
mano derecha por debajo y me ayuda acariciándomela un poco. Por fin mi pija
se pone totalmente dura, asimísmo su ojete ya había cedido con la margarina
y el trabajo de mi dedo.
Toco entonces la puerta de su ojete con mi falo, Vero emite un gemidito,
meto la puntita, los ojos de Vero se desorbitan. Ahora mando un fuerte
envión y Vero pega un grito que seguramente fue escuchado en la habitación
co
ntigua.
Comienzo a bombear lentamente.
-«Ufff!!», gime Vero y trata de concentrarse inhalando y exhalando con
calma.
Así estuvimos un largo rato. Ella gozaba como una loca cada vez que le
entraba un poco más, hasta que finalmente cae literalmente rendida.
Yo aún no acababa. Vero gira y queda acostada boca arriba, abriéndose los
gajitos de su concha. Le digo que ya regreso que me la voy a lavar un poco
para ponérsela por delante.
-«Si mi amor», responde
Al regreso la encuentro con los dedos adentro de su conchita. Me le acerco y
comienzo a cogerla. Vero gira y cambia la posición: me deja acostado
mientras se monta en mi pija.
Metiéndole mis manos en su enorme cola comienzo a penetrarla por la pequeña
conchita.
-«Mi amor, la tenés tan gruesa que es como tener dos al mismo tiempo», me
susurra bajito.
Finalmente terminamos rendidos con mi pija acabándole adentro.
Eran las 10:00 de la mañana cuando me desperté. Vero estaba con la batita
preparando unos cafés.
La besé rápidamente en los labios y le pregunté como a una buena esposa si
había pagado la factura del teléfono.
-«Jajaja!», se divertía Verónica.
-«Vero..»
-«¿Qué?»
-«Tengo gamas de hacer pís»
Vero sonrió y me llevó agarrándome de la pija hasta el baño. Allí procedió
como la noche anterior.
Luego de lavarnos juntos los dientes la llevo al dormitorio.
-«¿No vas a tomar el café que te preparé?»
-«Después lo calentamos, no te preocupes, además a vos te vendría mejor
tomar algo de leche…»
-«Jaja!»
Vero me toma de la mano y gira hacia el frigobar pidiéndome que la siga.
Allí se agacha mostrando toda la cola y me alcanza nuevamente la margarina.
Sin perder un minuto, en la propia kitchinette, la unto y comienzo a dársela
por atrás. Vero se abrazaba a la mesada de granito, estirando los brazos y,
girando la cabeza y sacando la lengua, intentaba besarme.
Cuando la tenía totalmente adentro, Vero comienza los ejercicios de
respiración. A cada rato cerraba los ojos en un gesto mezcla de placer y
dolor.
-«¿Cómo estarán aquellos?», le pregunté a Vero luego de acabar, pero sin
llegar a sacársela.
Sin querer, le desperté una idea en su fantástico morbo.
-«¿Querés que los llame?», me preguntó entoces con picardía.
-«Dale»
Sonriendo tomó el teléfono y pidió línea con la habitación de Ale y Silvi.
Luego, apretando más su cola para que no se zafara la pija, me acercó el
tubo para que yo también pudiera oir.
-«¿Hola?», atiende Alejandro
-«¿Hola, como te va mi ex?», dijo con humor.
-«Acá ando, sufriendo un poco…»
-«¿Sufriendo eh?…Contame que estás haciendo…»
-«¿Donde está Juanjo?», preguntó Ale
-«Bañándose. Dale contame que hacés…», respondió Vero sin inmutarse.
-«Bueno, pero prometeme que no le decís nada a Juanjo…»
-«Te juro por nuestro amor que por mi boca no se va a enterar», respondió
mientras contenía la risa.
-«Bueno, ok. Acá estamos. Silvi me despertó chupándomela… Acá estoy
tirado en la cama y Silvi arrodillada en la alfombra chupándomela hace como
quince minutos… ¡ y no para !…»
– «Shhh!!! Calláte!» se escucha a Silvi a lo lejos.
-«Mirala a la mosquita muerta!. Pasame con ella…», ordena Vero
….
-«Hola», dice Silvi
Vero empieza a mover la cola en círculo, logrando que se me pare nuevamente.
-«Hola Silvi, ya veo que estás pasándola bien. Juanjo se está duchando, así
que podemos hablar tranquilas, te hablo un poquito bajo pero vos
entenderás…»
-«Si,… ¿qué?…»
-«Silvi, contame de mujer a mujer que te parece Ale»
-«Es buena persona»
-«Eso ya lo sé… Contame sexualmente!»
-«También…»
-«¿Qué es lo que más te gusto hacer?»
-«Ya te lo contó Ale…»
-«¿Es más rica que la de J
uanjo?»
-«Es distinta»
-«Sí ya sé, pero decime ¿qué es lo que te atrae de ella?»
-«…»
-«Dale Silvi, no seas tan vergonzosa…»
-«…Es larga…»
-«Si, pero adentro no preferís algo mas grueso?», dijo Vero como para
levantarme el ánimo, mientras enterraba mi pija más al fondo de su cola.
-«Adentro puede ser, pero yo estoy haciendo otra cosa…»
-«Silvi contame, ¿mientras estás hablando qué estás haciendo con la pija de
Ale?»
-«…Nada…»
-«No te creo, decime la verdad, juráme por Juanjo…»
-«Está bien… la tengo al lado…»
-«Al lado, ¿cómo?
-«Si… al lado…»
-«Explicate mejor por favor…»
-«Ufa!… Mirá espero que no te enojes pero tengo agarrada con mi mano
derecha el tubo del teléfono …y com mi izquierda el otro tubo…
¿Entendés?»
-«Ya veo, bueno a ver…Juanjo está saliendo de la ducha…¡Juanjo!, estoy
hablando con los chicos… ¿querés hablar con Silvi?»
Vero me pasa el tubo.
-«Hola Silvi ¿cómo andás?»
-«Bien y vos ¿cómo pasaste?»
-«Y…bien. ¿Qué están haciendo?»
-«Nada…
-«Como nada, dale contame…»
-«Nada. Ale está en la cama y yo estoy desayunando…¿y Uds.?»
-«Ahora Vero se está probando algo tuyo»
-«Bueno, pero decile que sólo se lo presto un ratito …»
Autor: Anonimo
jjpsun ( arroba ) hotmail.com
El mejor relato que he leído en mi vida. Los felicito. Increíble
Me quedé con ganas de seguir leyendo. Buenísimo
Si, a estado buenísimo.espero hacer lo mismo con mi esposa.