Hola, me llamo Miki soy español y tengo 28 años y la historia que os voy a relatar es totalmente real, aunque todavía no me lo puedo creer. Tengo novia, Raquel, desde hace 5 años. Tiene 27 años, es rubia con el pelo largo y liso, 1´60 de altura aproximadamente, tiene poco pecho, pero eso sí, tiene un extraordinario trasero. Como muchas chicas siempre dice que está gorda, aunque para ser sincero os diré que está muy buena y lo corrobora el que los hombres se suelan volver para mirarla.
Siempre habíamos practicado el sexo los dos solos, en alguna ocasión le había dicho que me gustaría estar con ella y con otra chica, pero siempre se lo tomaba a risa. También le había comentado medio en broma que me gustaría verla con otro chico, pero nunca se lo tomó en serio. Nuestra vida sexual era pues muy normal, hasta hace unos fines de semana.
Decidimos irnos cuatro días a la playa y alquilamos una habitación en un hotel. El primer día pasó de lo más normal, playa por el día y por la noche a cenar tranquilos y a dormir. La segunda noche decidimos salir a cenar y luego irnos de copas. Raquel, se puso muy sexy, con una minifalda vaquera y una camiseta ajustada verde. De ropa interior sólo llevaba un tanga blanco muy transparente, de los que dejan ver prácticamente todo el vello del coño. Además se había depilado recientemente y llevaba la almejilla totalmente depilada y un poco de pelo en el frente. Estaba para comérsela.
La cena transcurrió entre comentarios subidos de tono y mucho vino. Salimos por bares y seguimos bebiendo, la verdad es que íbamos bastante cargados de alcohol. Nos metimos en un bar que estaba un poco oscuro y estaba lleno de gente, con la música a todo volumen. Raquel empezó a bailar delante de mi de una forma muy provocativa y lógicamente esto no pasaba inadvertido a los chicos que había alrededor. Yo estaba como una moto y no parábamos de besarnos y tocarnos discretamente. En un momento fui al servicio, y cuando volví vi que Raquel estaba hablando muy sueltamente con cuatro chicos de unos 35 años, todos rubios y altos, cuando me acerque pude comprobar que eran alemanes. Al llegar a ellos, Raquel me presentó. Yo le dije que si los conocía de algo y ella me dijo:
– No, estaba bailando y se han acercado a decirme que me movía muy bien y se han presentado. Parecen muy simpáticos, ¿verdad?
– Si contesté yo.
Mientras yo hablaba con uno de ellos (hablaban bastante bien español) veía que los otros tres hablaban y bailaban con Raquel y ella parecía muy feliz. Yo estaba un poco celoso y avergonzado. En un momento dado, pusieron la Lambada y claro, en ese momento me empecé a preocupar seriamente. Mientras el que hablaba conmigo seguía muy entretenido en su propia conversación yo seguía sin quitar ojo a Raquel, que ya estaba bailando demasiado pegada con uno. El tío no se cortó ni un pelo y empezó a bajar la mano hasta el culo de Raquel, que no hacía nada por evitarlo. Otro de los chicos empezó a pegarse a Raquel por detrás, de modo que la tenían entre los dos. Ella en vez de separarse, vi que empezaba a apretar su culo contra la polla del de atrás. En aquellos momentos, yo quería que me tragase la tierra. El que estaba detrás puso las manos en las caderas de Raquel y empezó a subirle lentamente la minifalda, hasta dejar ver el principio de su culito con el tanga. La escena era auténtica, mi santa novia convertida en una putilla de bar dejando que le metieran mano dos tíos. Yo estaba con el corazón a cien por hora, avergonzado, humillado y muy cachondo.