Continuación del relato erótico «VERO, MI DIOSA. (I). EL INICIO DE LA LOCURA.» publicado en «El Rincón de Marqueze.net» el día 06/08/2002.
Hola a todos de nuevo. Aquí va una nueva entrega de las aventuras de Vero, mi mujer…. mi Diosa. Espero que os hayan gustado los relatos anteriores y antes de seguir, deciros que me gustaría que me escribierais vuestros comentarios a genesix007 (arroba) yahoo.es.
En el anterior relato os conté como ocurrió nuestro primer trío, y a hora voy a contaros nuestra segunda experiencia que marcó el inicio de una serie de encuentros de Vero con Alberto, que se ha convertido en uno de sus amantes relativamente habituales.
Fue en la nochevieja de 1997 a 1998. Alberto es uno de mis mejores amigos, nos conocemos hace muchos años y tenemos una gran confianza. Nunca le había comentado nuestra primera experiencia, pero sabía que se nos había pasado por la cabeza hacer algún trío; es más, alguna vez le habíamos comentado Vero y yo que si quería apuntarse, aunque siempre en u clima de medio broma medio en serio. Aquella noche de fin de año, había discutido con su novia y ella no salió con el resto del grupo. La noche transcurrió con alegría, como suelen ser esas noches, y con bastantes copas. No recuerdo qué hora sería, pero más o menos sobre las 4 o 4 y media de la madrugada, Alberto se acercó a nosotros y nos comentó si seguía en pie la oferta del trio. Vero y yo nos miramos, y contestamos que si. Quedamos para más tarde, sobre las 6 más o menos, y seguimos con la fiesta. Cuando llegaba la hora, buscamos la forma de marcharnos los 3 sin levantar sospechas en el resto del grupo; hicimos como si nos perdíamos entre la gente y nos dirijimos hacia su coche. Vero montó a su lado en la parte delantera y yo atrás. Nos dirijimos hacia las afueras de la ciudad, a un descampado y allí aparcamos el coche. Nada más aparcar, nos miramos los 3 y Alberto comenzó a acariciarla las piernas y comenzaba a introducir sus manos bajo su vestido. ( Aquella noche, Vero llevaba puesto un vestido negro de fiesta, con unos zapatos de tacón y debajo un conjunto de lencería azul marino compuesto por un tanga, sujetador y liguero.) Al cabo de unos minutos, el asiento en el que estaba Vero, se reclinó hasta quedar prácticamente horizontal. En esa posición, tanto Alberto como yo teníamos acceso a su cuerpo que por aquel entonces se retorcía bajo nuestras caricias y pugnaba por apartar su vestido que ya estaba enrollado en su cintura. Alberto estaba como loco, acariciando sus muslos, su cintura… la sobaba con fuerza mientras que yo me había apoderado de sus pechos tras desabrochar su sujetador. Vero no hacía más que retorcerse entre nuestras manos y comenzaba a emitir gemidos cada vez más audibles. Yo acercaba mi boca a su cara y ella me entregaba su juguetona lengua para que la chupara con fuerza mientras Alberto había comenzado a deslizar sus dedos bajo su tanga. Yo seguía sobando a conciencia sus pechos y lamiendo su boca y su cara cuando sentí como se ponía tensa y emitía un grito; en ese momento supe que Alberto tenía ya sus dedos dentro del coñito de mi zorra. A partir de ese momento, Vero comenzó a moverse con rabia. Parecía como si quisiera que los dedos de Alberto desaparecieran totalmente en su interior mientras gritaba ya sin disimulo y pedía más. Nos pedía que siguiéramos, que continuáramos sobándola con fuerza y nos preguntaba si nos gustaba… si nos gustaba usarla como una puta. Alberto la miraba con lujuria mientras ella le sonreía y le pedía más, le pedía que le metiera más dedos dentro de su coñito de zorra viciosa. Alberto se abalanzaba sobre sus pechos y los chupaba con violencia, pasando de uno a otro alternativamente mientras movía sus dedos dentro de su. coño con un ritmo frenético, y fue así como Vero alcanzó su primer orgasmo entre gritos y palabras casi ininteligibles.
Después de un breve descanso, pasaron los 2 a la parte trasera del coche colocándose Vero entre ambos ya completamente desnuda. Durante mucho rato, no paramos de comerla y de sobarla a conciencia por todos los rincones de su vicioso cuerpo. Chupábamos sus pechos a la vez e incluso llegamos a meterle los dedos de ambos dentro de su coñito. Al cabo
de un rato, nos pidió nuestras pollas. Sentada como estaba, en el medio de los dos, comenzó a acariciar nuestras pollas a la vez, una en cada mano mientras nosotros continuábamos con nuestros sobeteos y lamidas. La polla de Alberto, es bastante grande (andará por los 21 cm), algo más que la mía y a Vero parecía gustarle su nuevo juguete así que no tardó mucho en abalanzarse sobre ella y tragársela por completo con algunas arcadas. La zorra de Vero chupaba y lamía la polla de Alberto como si estuviera hambrienta introduciéndosela entera y lamiéndola después mientras acariciaba sus huevos y los recorría también con su lengua. Estaba como poseída, como loca por comerse aquella polla de modo que para buscar una mejor postura se puso como pudo a 4 patas ofreciéndome la preciosa visión de su trasero. De esa guisa no me pude resistir, así que me incorporé como pude y se la clavé por detrás, en su coño, de un solo golpe. Ante mi embestida, la polla de Alberto casi la atraviesa la garganta y ella comenzó a gritar… a pedir más, a decir que así le gustaba estar, como un perra follada a 4 patas mientras comía también un polla. Los trabajos bucales de Vero parece que dieron sus frutos, porque Alberto descargó dentro de su boca una abundante corrida que Vero tragó con deleite limpiándole la polla después mientras yo no paraba de embestirla por detrás. Alberto se puso a descansar un rato, y Vero y yo aprovechamos para cambiar de postura. Me senté y ella lo hizo sobre mi, mirándome, y se introdujo mi polla comenzando a botar y a saltar sobre ella. Yo mientras tanto, mordía y chupaba sus pechos mientras ella gritaba delirante lo mucho que le gusta que le coman bien las tetas mientras la follan. Ante ese espectáculo, la polla de Alberto reaccionó y Vero comenzó a pajearle mientras seguía saltando sobre mi. De repente su espalda se arqueó hacia atrás, y comenzó a frotarse el clítoris de forma salvaje mientras aumentaba el ritmo de su sube y baja y gritando de forma alocada alcanzó un nuevo orgasmo. Tras un momento de relax, se colocó de nuevo a 4 patas pero esta vez con mi polla dentro de su boca hasta que hizo que me corriera y le llenara la boca de ese néctar que tanto le gusta. Alberto ya había comenzado sus trabajos manuales en el coño y culo de Vero así que cuando terminó de limpiar mi polla con su boca, me dio un beso y se sentó sobre Alberto como lo había hecho antes sobre mi. Se clavó toda su polla grande sin dificultad y comenzó a deslizar los labios de su coñito engullendo aquel tronco en su interior. Yo mientras tanto la acariciaba y ella pedía más, pedía que siguiera tocándola mientras Alberto la follaba. Poco a poco Vero iba enloqueciendo y gritando como una loca, abrazando a Alberto y entregándole su boca, hasta hacerle que dirigiera su cabeza hacia sus pechos para chuparlos y comerlos mientras enterraba su polla en el coño de mi Vero. Yo los miraba, Vero estaba como un animal en celo, gritaba y gemía mientras era poseída por su amante hasta el punto de que solo me miraba para preguntarme si me gustaba.. si me gustaba ver como se follaban a mi novia. Yo estaba muy excitado, y me la meneaba mirándolos con esa extraña sensación mezcla de celos y excitación salvaje.
Instantes después, Alberto le dijo que se iba a correr y Vero se zafó de su polla hasta metérsela en la boca y recibir de nuevo se leche caliente mientras me miraba con esa cara de zorra salvaje. Nada más terminar, le dije que ahora mi iba a correr yo y realizó la misma operación hasta que de nuevo me corrí en su boca y ella de nuevo tragó toda mi leche de esa forma que tanto le gusta. Tras descansar un poco, y comprobar que ya era de día, nos vestimos y Alberto nos llevó hasta mi coche. Allí se despidieron con un beso y llevé a Vero a su casa. Por el camino, se durmió y no hablamos de lo sucedido hasta el día siguiente en el que follamos como locos recordándolo y decidiendo que sería muy interesante repetirlo.
Durante alguna tiempo, no tuvimos ocasión de repetir con Alberto hasta un día en que después de estar de fiesta en una ciudad cercana yo tenía que llevar a Vero a su casa. Alberto se ofreció a acompañarme puesto que su novia no estaba ese día. Adelante íbamos Vero y yo y cuando habíamos recorrido algunos kilómetros, Vero se deshizo de su cinturón de seguridad y sin decir
nada pasó al asiento de atrás junto a Alberto. En ese momento, yo le dije que era una zorra y que por lo visto tenía ganas de repetir con la polla de Alberto. Ella se río y seguimos el viaje. Era una noche sin tráfico, así que yo acomodé como pude el espejo retrovisor para poder ver las evoluciones de la puta de Vero. Alberto no perdía el tiempo y Vero ya estaba semidesnuda ofreciéndole su cuerpo a su amante. Yo no podía ver muy bien lo que hacían, pero por los gemidos de Vero supuse que la cosa se estaba poniendo caliente. Le hizo una buena mamada y entonces Alberto la sentó sobre él y le introdujo su polla. Vero gritaba que si, que le gustaba, que le gustaba que la follara y que siguiera dándola caña. Alberto le decía que era una zorra, una puta y que si quería polla se la iba a dar bien dada. El tiempo transcurría y estábamos llegando a la ciudad, así que Vero me pidió que buscara un camino para aparcar y así su amante pudiera terminar de follarla. Lo hice, aparque el coche en un camino cerca de la carretera y paré el motor. Justo en el momento que me volteaba para mirar ví como Vero se colocaba en cuclillas para meterse la gran polla de su amante más dentro y escuché como sus gritos se hacían más fuertes mientras aquella polla se clavaba en su coño. Vero gritaba como una perra en celo pidiéndolo más, pidiéndole que la partiera en dos con su polla y suplicándole que comiera sus tetas. Tras unos minutos así, Vero dio un grito terrible que anunciaba uno de los orgasmos más intensos que haya tenido (según me confesó después). Alberto se levantó y tras besarla salió a la calle a vestirse y fumar un cigarro. Vero quedó rendida en el asiento del coche y yo aproveché para pasar a la parte trasera y comenzar a tocarla y chuparla. Estaba muy excitado, así que después de una pequeña mamada, la senté sobre mi y se la clavé entera. Estaba encharcada, terriblemente húmeda de forma que mientras saltaba sobre mi polla sus líquidos chorreaban por mis piernas. Entonces comprendí que aquella humedad no era solamente suya, sino que su amante había descargado dentro de su coño toda su carga de leche. Era la primera vez que alguien que no era yo se corría dentro del coño de Vero, y eso me excitó tanto que no tardé en aumentar su humedad con una nueva descarga de semen en su interior. Tras ayudarla a vestirse, le llevamos a su casa y en el camino de vuelta, Alberto y yo hablamos de lo zorra que era, y de lo buena amante que era, confesándome Alberto que le gustaría tener alguna sesión de sexo con ella a solas.
Ha pasado el tiempo y Alberto, Vero y yo hemos tenido más aventuras y, como no, la zorra de Vero ha estado a solas con él en algunas ocasiones. Recuerdo un fin de semana en que Vero se quedaba a dormir en mi casa en el que durante 3 noches, antes de irnos a casa se iba con Alberto a follar mientras yo esperaba volviendo cada una de esas noches con su coño inundado de la leche de su amante.
Últimamente, la verdad es que no hemos tenido oportunidad de repetir con Alberto aunque estoy seguro que si se tercia, la zorrita de mi mujer no tendrá inconveniente en volver a gozar con su primer amante.
Espero que os haya gustado, y que esperéis impacientemente la próxima entrega de las aventuras de Vero, mi diosa.
Para cualquier comentario, escribidnos a genesix007 (arroba) yahoo.es
Un saludo Genesix
Autor: Genesix
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