Hola mi nombre es Marco soy de Monterrey, México y tengo 32 años, soy un lector frecuente de esta página y hoy tras leer algunos muy buenos relatos, me he decidí a contar algunos míos, este es el primero, es una historia real, salvo los nombres.
He pasado muchas aventuras junto con mi esposa Vania, quien es dos años menor que yo, considero que ambos somos de apariencia normal, no somos modelos, pero creo que estamos de buen ver, lo que más me gusta de ella son sus piernas tipo Beyonce (guardando distancias, claro) y sus pechos abundantes.
La anécdota que voy a contar pasó una vez que veníamos en mi auto por carretera procedentes de McAllen (USA) mi esposa, su hermana y yo, recuerdo que llovía intensamente y el día fue muy pesado ya que nos la pasamos haciendo compras en todas las tiendas (los que han ido ya saben a que me refiero).
Nancy mi cuñada venía en la parte de atrás junto con algunas bolsas que no cupieron en la cajuela, por el retrovisor vi que se empezó a quedar dormida, esto aunado a que yo le traía muchas ganas a mi esposa, que andaba con un short muy sexy, me llenó la cabeza de ideas lujuriosas…
Mientras platicábamos le empecé a acariciar las piernas, lo cual me encanta, también tocaba sus senos y le pellizcaba levente sus pezones, mi esposa es algo reservada al principio, pero ya calentando un poco se vuelve atrevida.
Mis manos empezaron a llegar hasta su vagina, que generalmente lleva rasurada, y me hechó una mirada como diciendo ¿Qué haces mi hermana está atrás?… le hice la seña de que ella estaba dormida, la seguí acariciando por encima del short y vencí su escasa resistencia. Mis movimientos fueron subiendo de todo y comencé a desabrochar los botones del short, quiso detenerme, pero mis dedos fueron hábiles y consiguieron el objetivo, pronto estaban haciendo un lado su pequeña tanga e introduciéndose un poco en su cuevita, lo suficiente para detectar que ya estaba bastante húmeda.
La posición en un principio no era muy cómoda y mi mujer aún no lucía muy convencida de seguirme la corriente, pero después de unos minutos de acariciar su clítoris se empezó a recostar y a hacer sus caderas hacia mi, lo cual me permitió bajar más su ropa y que mis dedos la penetraran con mayor facilidad.
Mi verga estaba a tope y ya me calaba en mis pantalones por lo que decidí bajar el cierre y sacarla, Vania volvió a poner cara de «Nos va ver mi hermana!», pero le dije con voz baja «tranquila, no se ve nada…», la realidad es que Nancy , que estaba sentada atrás del asiento de mi esposa, tenía el ángulo suficiente para ver muchas cosas (en caso de que despertara), lo cual me excitaba aún más. Por cierto ella vestía un minifalda roja bastante corta y como también tiene buena pierna, de repente con el pretexto de ver si seguía dormida volteaba y me quedaba viéndoselas por unos instantes, mientras no menos de 3 dedos le daban placer a mi esposa con mayor intensidad, sus gemidos así lo corroboraban… la temperatura subía y subía.
Como les había comentado, una vez que mi mujer se pone cachonda se vuelve atrevida, ella se puso de rodillas en su asiento y volteo hacia atrás asegurándose por si misma que su hermana estuviera dormida y en un movimiento inesperado de pronto ya estaba recostada boca abajo chupándome la verga «Mi amor, pero que dura está, se nota que estás demasiado caliente», solo sonreí aceptando la situación.
Vania empezó a utilizar lenguaje cachondo que sólo utiliza cuando está muy excitada y que sabe que me pone a mil las pulsaciones «Te gusta que te mame la verga y que mi hermana esté atrás?», «¿Te gustaría que ella viera como te la chupo?»… ufff, me sentía explotar!
Ya había dejado de llover, pero yo por precaución seguía manejando a baja velocidad, entre 70 y 80 kms./hra., autos, camionetas y trailers nos rebasan, seguramente más de uno nos vio, pero la verdad no me importó… a decir verdad, me excitaba más dicha situación. Vania seguía saboreando cada centímetro de mi pene con verdadera maestría, ella sabe que a mi me gusta más que lo haga muy lentamente así que se esmeraba en darme el máximo placer posible.
Extendiendo mi mano derecha logre bajarle por completo el short y la tanga a mi esposa, después de esto ella se incorporó y se sentó normal y me dijo «Amor ¿No te importa tenerme aquí medio desnuda y que me puedan ver desde los otros autos?», le respondí que no, «Ok, entonces tampoco te molestará esto» y se quitó la blusa y el brassiere de un solo golpe quedando completamente desnuda, yo me quedé sorprendido… como si fuera la primera vez que le veía en cueros, ella se lamió las yemas de sus dedos y comenzó a apretar sus pezones, los cuales estaban paradísimos «¿No me los quieres morder?»… «Sí, pero… ¿Cómo le hago?», ella se puso de nuevo de rodillas de frente hacia mi y me dijo «Así» y se acercó lo más que pudo y luego con su mano pegó mi cabeza contra sus senos «Suelta el volante yo lo tomó y baja más la velocidad», obedecí inmediatamente y comencé a lamer sus senos y mordisquear sus erectos pezones. Sólo fueron unos 20 segundos pero yo lo disfruté muchísimo.
Vania se sentó en su lugar y comenzó a introducirse sus dedos en su empapada vagina y me dijo «Papi, como quisiera que me la metieras», «Me muero por hacerlo ¿qué hacemos?» le contesté. Su hermana seguía dormida y habíamos puesto algo de música para que no nos escuchara fácilmente.
Abrió una hielera en la que traíamos cerveza que compramos en el HEB casi ya para regresarnos, le habíamos puesto hielo y la idea era refrescarnos en cuanto llegáramos a Monterrey, ella abrió una Heineken de vidrio, le dio un trago y luego dejo escurrir un poco sobre su cuerpo…»Que calor!!» me dijo, le dio dos o tres tragos más y al finalizar lamió todo el pico de la botella muy sugerentemente, se retiro el envase y luego para mi sorpresa no lo guardo, sino que lo llevo a la entrada de su vagina… ¿Te gustaría que lo hiciera?…
Esta historia continuará…