Hola soy Armando de la Ciudad de México, vuelvo con otro relato ahora que ya me solté a escribir, les voy a contar sobre Vicky la enfermera de una de los colegios que me tocó en suerte conocer (fueron varios, me corrían seguido de ellos), ella era una mujer de unos 27 años, no muy agraciada, pero de una forma de ser muy amena, era de buena plática, de unos 65 kilos aproximadamente y 1.58 mts., de estatura, de tez morena, cabello negro y ojos cafés.
Como yo en ese tiempo andaba muy activo en los deportes, más en el fútbol, era recurrente estar en el consultorio del Doc por cuestiones de raspones, torceduras y todo lo que un juego puede provocar y muchas veces solo por platicar con ella, se sabía casi todos los chismes de la escuela y era divertido enterarse de cuanto pasaba por boca de ella, que estoy seguro le echaba mucho de su cosecha.
Uno de esos días de fútbol, sufrí un choque un tanto aparatoso con un compañero, tanto que tuve que salir de cambio y con tremendo golpe con la rodilla de mi amigo en la zona pélvica, si ahí, imaginarán el dolor al inicio, pero al caer el dolor se transfirió a mi hombro, me lo disloqué, ya no sabía que hacer, si sentir el dolor de mis doloridos testículos o de mi hombro dislocado, pronto me llevaron al consultorio del Doc y me dejaron con Vicky, para variar el Doc no estaba (nunca estaba) y la que terminaba remendando alumnos era ella, me preguntó que había pasado y le conté, no sin dejar de quejarme, lo de los testículos ya estaba pasando, aunque aún me dolía el vientre, lo que ya me estaba empezando a castrar era el dolor del hombro, ella tomó cartas en el asunto.
Revisó mi hombro y me dijo que me iba doler, estiró mi brazo hacia un costado no sin antes emitir unos chillidos de mi parte y con un movimiento brusco sacudió mi brazo, tengo que confesarlo, le menté la madre a lo cual ella solo se rió y dijo «que chillón eres» y siguió riéndose, eso que hizo acomodó mi brazo, sentía dolor, pero no el de antes, regresó con una venda ancha que utilizó para hacerme un cabestrillo y me fijó el brazo al torso, me dijo que de todos modos debía ir a mi médico para que sacaran algunas placas y revisaran que no había fracturas que de acuerdo a su experiencia no debía haberla, no se notaba nada.
Después salió nuevamente y regresó con un banquito, se sentó frente a mí y me dijo, voy a bajar tu short, a lo cual le dije asombrado que para que, ella solo sentenció, tengo que revisar tu golpe, acepté con reparos, de inmediato vio el moretón del lado izquierdo entre la pierna y la ingle, lo palpó y yo reparé por el dolor que me provocó, sin más bajó mi bóxer y mi pene totalmente dormido hizo presencia, se le quedó viendo y luego alzó la vista y me dijo para después reírse:
-Otro poco y te lo arrancan, menudo golpe te han puesto.
Siguió tocando la pierna primero, después la ingle para terminar palpando mis testículos, mi pene no pasó por algo los toqueteos, aunque trataba de pensar en otras cosas, mi cerebro ya no tenía control de la parte baja de mi cuerpo, así que cerré los ojos y pensé para mí:
«Armando, Vicky es una profesional de la salud, lo que está haciendo es una revisión de rutina en búsqueda de un daño que si se atiende a tiempo no repercutirá en el futuro»
¡Aja!, mi cerebro estaba en eso, pero mi pene estaba a 100, Vicky estaba en lo suyo, pero con la mirada fija en mi pene que ante cada caricia en mis testículos (que ya era eso, no una auscultación), empezó a morder sus labios y acariciarse las piernas sobre su uniforme, levantó la vista y se encontró con mis ojos, al reaccionar se quiso levantar, pero lo evité con mi mano disponible sentándola nuevamente en el banquito y la invité a que siguiera en lo que estaba, ella me indicó que solo iría a cerrar la puerta para que no fuera a entrar alguien al consultorio, lo hizo y regresó, antes de sentarse nuevamente en
el banco se desabrochó el uniforme que constaba de unos 10 botones del cuello al filo de la falda y el cual dejó caer al suelo, solo su ropa interior estaba debajo de ese uniforme el cual constaba de un sujetador de color blanco de copa completa y una pantaleta del mismo color, pero de esas grandes que van hasta el ombligo.
Volvió a sentarse y tomó mis testículos con una mano acariciándolos y con la otra mano empezó a acariciar mi pierna izquierda, con mi mano libre acaricié su cabeza que lucía su tradicional peinado con el pelo recogido en un chongo, la tomé por la nuca y la acerqué a mi pene, sin decir nada lo introdujo en su boca y me hizo una mamada, muy rica, con chupadas profundas, pero lentas, como disfrutando cada centímetro que entraba en su boca, era una lástima que solo tuviera una mano disponible, así que ahora si me faltaban manos para acariciarla, con mi mano deslicé los tirantes de su sujetador y liberé la teta que tenía a mano, me encantó su aureola que era de un color café obscura con un pezón grande, acaricié ese hermoso pecho y cuando llegué al pezón lo apreté con cierta fuerza, ella gimió, pero no evitó que lo siguiera haciendo, después de algunos minutos yo estaba a punto de turrón, le retiré completamente el sujetador dejando a la vista ambas tetas, como podía trataba de acariciar ambas, llegó el momento que ya no podía retener más mi eyaculación, así que le dije que iba a explotar, ella metió mi pene completamente en su boca y esperó así mi eyaculación, me vine dentro de ella, Vicky no dejó caer una sola gota de mi leche, al terminar, limpió mi pene con la lengua dejándolo limpio de cualquier rastro de semen.
Acto seguido, ella se incorporó y se subió a la camilla de auscultación y se quitó su pantaleta, se acomodó y me invitó a acercarme moviendo una de sus manos, su vulva presentaba una gran cantidad de vellos, hasta ese momento en mi vida no había visto una vulva tan prolijamente poblada, entre ellos asomaban unos labios superiores magros que permitían ver su clítoris y sobresalían sus labios inferiores que ya destilaban un poco de flujo haciendo que su vellos se pegaran a su labios, aparté los vellos de sus labios y clítoris y comencé a lamer probando el néctar que su intimidad destilaba, me senté en el banquito que ella había ocupado anteriormente, pasó su pierna izquierda por encima de mi hombro derecho (el bueno), y con su pantorrilla empujaba mi cabeza sobre su vulva mientras sus manos amasaban sus senos y apretaba su pezones sin piedad, mientras mis labios y dientes hacían su labor con su clítoris, mi dedos se turnaban por entrar en su vagina, a veces de uno, otras de a dos y hasta tres dedos a la vez.
Vicky estaba por llegar a su primer orgasmo, empezó a gemir fuerte, pero reprimió sus ruidos apretando la boca con una de sus manos, se oía gente fuera del consultorio, era el fin de clases y algunos grupos tenían que pasar fuera del consultorio, su vagina destilaba flujo al por mayor, mis dedos ya estaban húmedos y pringosos, mi boca no dejaba de torturar su clítoris y en cada chupada o mordida que prodigaba, su vientre se apretaba y sus piernas se movían involuntariamente, llegó a lastimarme en más de una ocasión mi hombro, decidí dejarla descansar un momento, estaba totalmente despatarrada sobre la camilla, yo solamente acariciaba su vientre un poco abultado, no mucho, muy sexy para mí. Vicky se acomodó en la camilla y solo me miraba, yo le sonreí y le dije que, que pensaba, ella sonriéndose me dijo:
– Nada, simplemente no pensé en tirarme nunca a uno de los alumnos de esta escuela y menos a ti, no eres de los más guapos, pero tienes tu pegue con las niñas, que por mucho son más guapas y jóvenes que yo.
A lo que contesté:
– ¿Y aún no terminamos, o si?
Ella movió la cabeza negativamente y se bajó de la camilla para prodigarme otra buena mamada, cuando me tuvo a mil otra vez se levantó, se puso de espaldas a mí y se recargó sobre la camilla dejando su culo a mi disponibilidad, me dijo:
– Cógeme por donde quieras y cuanto quieras, no te fijes si te vas a correr, eyacula con confianza.
No me lo dijo dos veces, me acerqué a ella y de un solo empujón se la dejé ir por su vagina, yo tenía que doblar un poco mis piernas, pues era más bajita que yo, la gran humedad que
destilaba su vagina hacía que mis penetraciones fueran facilitas, podía sacarla y meterla completa, Vicky estaba que se le doblaban las piernas de las sensaciones que tenía, me dijo de un momento a otro que venía su segundo orgasmo, apreté el paso y la sostuve por el abdomen con mi mano disponible, su orgasmo llegó fuerte, empezaron a salir chorros de orina, porque no era flujo, simplemente se orinó de lo fuertes que eran sus espasmos del orgasmo que estaba teniendo, me gritaba «no te detengas», «no te detengas», yo seguía bombeando sin piedad hasta que no la pude soportar más y cayó de rodillas y terminó de orinarse en el suelo, para este momento el suelo era un verdadero desastre, orines y flujo de Vicky se pisaba por donde fuera, me volteó a ver un tanto ruborizada, y me dijo:
– Perdón, nunca me había sucedido esto, pero no pude contenerla, fue maravilloso el orgasmo que acabo de tener, mi marido nunca me ha hecho tener uno igual.
No dije nada, la verdad fue súper excitante verla orinarse, más cuando la estaba penetrando, la ayudé a levantarse y teniéndola a modo la besé, la verdad fue un beso muy sensual, nos estuvimos besando y acariciando durante un rato, yo no había perdido la erección, ella chocaba su vientre contra mi pene, la levanto con una mano para ponerla entre los dos y se apretaba a mi cuerpo para sentirla en su abdomen, entre beso y beso me pidió que se la metiera por el culo y dejara mi leche dentro de ella, le dije que se acostara nuevamente en la camilla, pero con sus piernas de lado, como formando una «L», me situé entre sus nalgas y comencé a lamer su ano, le pedí que me ayudara abriendo sus nalgas con sus manos, le pregunté si tenía un poco de vaselina, a lo que me respondió que en la gaveta que estaba a mi derecha, tomé el envase y le pedí que lo sostuviera mientras lo abría, eso de no tener una mano me estaba castrando, nuevamente me ayudó abriendo sus nalgas, y empecé a lamer y tratar de introducir mi lengua por ese pequeño orificio, embarré uno de mis dedos con la vaselina y lo introduje dentro de su ano, ella respingó ante la intromisión, pero le dije que tuviera calma.
Pronto mi dedo navegaba esa cueva con facilidad e introduje un segundo dedo, mientras no me cansaba de besar su nalgas, morderlas, ella gemía en cada embate de mis dedos, cuando pude introducir un tercer dedo decidí que era suficiente, saqué mis dedos y puse suficiente vaselina en mi pene y en la entrada de su esfínter, dos intentos bastaron para que mi pene estuviera hasta la mitad del camino, dejé que se acostumbrara al nuevo intruso y dando pequeños empujones en un cerrar de ojos estaba entrando completa, Vicky tenía los ojos cerrados y su boca estaba ligeramente abierta, de vez en vez dejaba salir algunos gemidos mezcla de dolor y placer, comencé a entrar y salir de su ano que apretaba mi pene de una forma sensacional, mi movimiento se empezó a hacer más rápido conforme entraba y salía con más facilidad.
Ella comenzó a pajearse mientras yo taladraba con fuerza, no pasaron algunos segundos cuando sentí unos apretones fuertes en mi pene, estaba llegando a un nuevo orgasmo y yo con ella, de mi pene salieron varios chorros que se alojaron dentro del culo de mi enfermera, fue una sensación muy especial, cuando hube terminado la saqué, Vicky permaneció en la posición en la que estaba durante algunos segundos, de su ano escurría un poco se semen, la imagen era altamente excitante, antes de incorporarse pasó su mano por su ano y limpió con un dedo el semen que escurría fuera de ella, lo observó y lo llevó a su boca para chuparlo, después bajó de la camilla y me profirió una mamada, me dejó limpio el pene.
Me ayudó a vestirme y ella hizo lo propio, pero ya con su ropa de calle, echó su uniforme en una bolsa de plástico, pues estaba lleno de orines, había que lavarlo, me dijo que si me tenía que ir que lo hiciera pues ella tenía que dejar limpio el consultorio, como dije el piso del consultorio era un desastre y el consultorio olía a orines, le dije que la esperaba para salir juntos, tardó algunos minutos en meter en orden el lugar, antes de salir nos dimos un beso muy rico y me dijo que cuando estuviera bien de mi hombro repetiríamos la sesión, pues el anal que habíamos hecho le había encantado, me comentó que a su esposo no le gustaba hacérselo y ella cuando tenía ganas se satisfacía con sus dedos, con una zanahori
a o con el envase de su desodorante, pero ahora que tenía un macho que se lo hiciera lo reservaría para que solo yo entrase cuando quisiera.
Estuve visitando el consultorio durante un año que era lo que faltaba para dejar el colegio, he hice y deshice con Vicky, algunas veces visité su casa y su cama matrimonial fue testigo de unas buenas revolcadas, alguna vez me comentó que durante un oral que le hacía su esposo tuvo un orgasmo como pocos, de solo pensar que al mamarla se estaba comiendo mi semen que al menos una hora antes había dejado en ella, eso la volvió loca y explotó como nunca.
Después del cole le perdí de vista, pero aún recuerdo a mi enfermera calentorra.
Autor: Armando simplemente_con_suerte (arroba) hotmail.com