Las palabras de Virginia quedaron completamente ahogadas por los nuevos gritos de placer de la chica, con un nuevo orgasmo muy húmedo. También los cuatro hombres gritaron a viva voz ante su eyaculación conjunta. Virginia quedó inundada de semen. Su boca con mi leche, su coñito, con la de Manolo, y su culito, con la de los dos hermanos. Su lengua, ávida, limpiaba sus labios, su cara.
Virginia, mi novia, es muy guapa y sexy. Es de esas chicas que por donde pasan, dejan huella. Todo el mundo se la queda mirando cuando se cruza con ella. Y sigue mirándola cuando se ha cruzado. Una cara muy bonita, con unos ojos marrón, casi negros, llenos de ternura y con un gran brillo. Metro setenta, un cuerpo muy bien proporcionado, con un buen pecho, una cintura espectacular, un culo sobresaliente. Su manera de andar enloquece, como su manera de mirar. Sólo tenía un problema. Para mi, un gran problema: ¡quería llegar virgen al matrimonio! Me dejó muy claro que ella no era de esa clase de mujeres que van a la cama con el primer novio que se pillan y que creía que muchas parejas se rompían porque se hartaban de sexo antes del matrimonio. Yo creía que era una tontería. Pero tanto la amaba, y la amo, que estuve de acuerdo y renuncié al sexo con ella. Y así estuvimos tan
felices. Hasta que…
El miércoles 20 de mayo de 2009 la acompañé a casa de sus padres y, como siempre, me despedí de ella con un beso en la mejilla.
– ¡Hasta mañana, Juan! – ¡Hasta mañana, cielo! – ¡Sueña con los angelitos, Juan! – ¡Soñaré con mi angelito, cielo!
La vi meterse en su casa, con mi vista luchando por verle las braguitas por debajo de su minifalda, tarea siempre imposible para mí. ¿Quien le mandaba vestir tan sensual? Me fui caliente como un demonio, como todos los días.
Valoré la posibilidad de una ducha fría o de autocomplacerme cuando llegara a casa. Desde un primer momento había prometido a Virginia que no iría con mujeres y que le sería completamente fiel. La verdad es que a menudo me costaba mantener mi promesa. Pero la amaba tanto, y la amo, que jamás la engañé. Demostré mi fuerza cuando Martita, la hija del jefe, me tiró los tejos hace un año. Pero, aunque es una chica muy bonita y apetitosa, la rechacé muy educadamente y le dije que comprendiera que tenía novia y que le debía ser fiel. Esa noche en que Martita se me insinuó me tuve que hacer un buen par de manuelas para calmar mi calor: me imaginaba abrazado a Martita mientras Virginia me acariciaba y besaba. ¡Un trío espectacular! Después supe que Martita se había enrollado con mi compañero de trabajo y, por lo que él me cuenta, ella es un bombón caliente en la cama, un volcán lleno de cariño y ternura. Pero bueno, no me arrepentí de ser fiel a Virginia. Hasta el miércoles 20 de mayo en que…
Cuando ya me había despedido de mi novia y me alejé de la casa de sus padres, me volví y… ¡quedé helado, temblando! Vi una silueta acercándose a una ventana y entrando por ella. ¡Mi pobre Virginia! ¡Un atracador! ¡O un violador! ¡O un asesino! ¡O las tres cosas a la vez! Sabía que ella estaba sola ese día porque sus padres habían salido de viaje a Benidorm. Tenía que salvarla. Me acerqué corriendo pero al llegar a la puerta me detuve e intenté no hacer ruido. Puse mi oreja en la puerta, pero no conseguía oír nada. Hasta que unos pasos me asustaron. Me escondí y pude ver a un par de figuras que se acercaban a la misma ventana y se colaban en ella. ¿Qué podía hacer contra tres criminales? Cogí un palo que había tirado en la acera. Sigilosamente anduve hacia la ventana. Dentro había un poco de luz, pero no podía ver nada. Tenía que acercarme más. Oí algunas palabras:
– ¡Vamos, Virginia, son unos buenos amigos! – ¡No, no, de ninguna manera, Manolo! – ¡Hija, sólo van a mirar y ya está! – ¿Pero tú que te has creído? ¿Que soy una estrella de porno? – ¡Pues claro que no, Virginita! – ¡O se van ellos o te vas tú con ellos! – Amigos, vais al comedor a tomaros una copa. No hay nadie más en la casa, ningún problema. – ¡Manolo, pero nos dijiste que tu amiguita nos deleitaría con unos bailes y desnudo! – ¡Bueno, Javi! Yo te dije que Virginia bailaba muy bien y se quitaba la ropa con gran sensualidad, pero si ella sólo quiere actuar para mí, actúa para mí y punto! ¿Además, quien te mandaba traerte a un amigo?
– Rafa no es un amigo, ¡es mi hermano! Y cuando le dije que iba contigo a ver a una chica tan guapa, no paró hasta que le invité.- ¡Bueno, chicos, basta ya de tanto bla, bla, bla! ¡Si queréis, podeis tomar una copa y largaros! – dijo Virginia harta de la situación.
Javi y Rafa salieron de la habitación hasta el comedor. Yo no daba crédito a mis ojos cuando vi a Virginia empezar a moverse a unos pasos delante de Manolo. Oscilaba las caderas muy eróticamente, luego acercaba su cara a la del hombre, elevaba su pecho con las dos manos, se giraba para que la viera bien por detrás, se subía un poco la falda y mostraba sus nalgas desnudas, volvía a estirar la falda para abajo hasta cubrir su culo para volverla a subir hasta mostrar el minúsculo cordón de su tanga…
– ¡Bien, bien, que gran bailarina! – gritó Manolo! – ¡Si te gusta, sigue mirando, que ahora viene lo mejor, cariño! – le contestó Virginia y le dio cariñosamente un beso en los labios.
Virginia, de nuevo de espaldas, se quitó delicadamente el tanga aunque la faldita no permitía ver lo que cubría.
– ¡Bravo!
Los gritos de Manolo hicieron que Rafa y Javi se apostaran en la puerta y miraran la escena a escondidas. Yo, mientras tanto, empezaba a ponerme a cien. No entendía la situación. Estaba aturdido, aunque caliente como nunca. ¡Virginia empezó a subirse el vestido y a mostrar un espléndido culo! Iba contorneándose al quitarse el vestido.
– ¡Uy, ya sólo me queda el sostén! Eso no me lo quito, no, que estaría completamente desnuda! – y seguía bailando.
Se acercó a Manolo y le puso el pecho cerca de su cara hasta que él empezó a besarle y a lamerle el escote. Luego le mordió el sostén, lo rasgó y lo arrancó con los dientes. Empezó a mamarle el pecho izquierdo y a manosearle el derecho. Virginia dijo:
– No, no, por favor, no mames que no tengo leche para tí!
Pero aunque decía esto, le empujaba su cabeza hacia sus tetas, ávidas de la boca de Manolo. Rafa y Javi debían tener una vista espectacular del culo de Virginia mientras yo podía apenas ver nada porque Manolo me impedía la visión. Este se bajó los pantalones y Virginia automáticamente empezó a lamer, a besar y a chupar su miembro viril.
– ¡Ummm, que rico está! Gracias por esta comida divina! ¡Me encanta comer tu tranca! – ¡Ya sabes que es para ti siempre que lo quieras, Virginita!
Seguro que se trataba de un chantaje. ¡Quizás Manolo y sus secuaces habían secuestrado a los padres de Virginia y la obligaban de esa forma si quería recuperarles vivos! Aprovechando que nadie miraba hacia mi dirección, entré por la ventana y me escondí tras un sofá. Desde ahí pudé ver que Manolo chupaba uno de sus dedos y empezaba a acariciar el agujerito posterior de Virginia. ¡Que bonita estaba así desnuda! Enseguida introdujo la punta del dedo en el ano y, en un momento, el dedo entero. Ella, pobre en lugar de quejarse, aún dijo:
– ¡Que bien me tratas el culito, cariño! – ¡Si quieres, todavía te lo cuidaré mejor, Virginita, como el otro día! – ¡Sí, sí, encúlame como el lunes pasado! ¡Me encantó!
Con esas palabras, Javi y Rafa se debieron poner a cien porque ambos se acercaron a Virginia y la empezaron a acariciar.
– ¡Uy, ay, pero que malos sois!
Era cierto, mi pobre novia era atacada por tres bandidos. Miré el palo que tenía en mi mano y pensé en salir y empezar a dar hostias, pero entonces vi como mi novia cogía la mano de Rafa y la acercaba a su coñito:
– ¡Mira como está de húmedo! ¿Tienes algún remedio para mí?
Rafa empezó a meterle un dedo, y dos, y tres… hasta una buena parte de los cinco dedos! ¡Mientras Manolo ya tenia también casi la mano entera en el culo de la chica! Virginia besaba agradecida a los tres hombres. La cogieron entre los tres y la acercaron a la cama. Manolo se tumbó boca arriba y sus amigos colocaron a Virginia encima de él. Enseguida empezó a penetrarla y Virginia no pudo evitar un grito de placer y una gran eyaculación de jugos orgásmicos.
– ¡ Humm, ay, uy, gracias, gracias, necesitaba una polla dentro! Desde hace dos días que añoraba una polla!
Yo no daba crédito a lo que oía. No pude evitar, de manera automática, sacar mi pene de la prisión de los pantalones y empezarlo a masajear. Mientras, Javi se acercó a la retaguardia de Virginia y le ensalivó bien la entrada del ano. De golpe le introdujo la punta de su pene.
– ¡Oh, ah! ¿Pero quién es este cabrón? ¿Pero qué te has creído? Uy, ay! ¡Sigue, sigue! No la saques ahora, no! Ay, que gustazo! – ¡Venga, hermano, no seas tímido! Venga, Rafa, que ya es hora que estés con una mujer. Deja que te coma el nabo!
Obediente, Rafa acerca su tranca a la boca de Virginia. Esta lo toma con avidez y empieza a besarlo y mamarlo. Yo, desde detrás del sofá, veo las tetas de Virginia, divinas, apuntando al suelo. Una fuerza irreprimible me empuja a cogerlas, lamerlas y achucharlas, pero no puedo hacerlo… los criminales me verían y podrían matarnos a Virginia y a mi. Vuelvo a mirar el palo y sopesar el ataque por sorpresa. Pero enseguida presto más atención a mi otro palo, bien inhiesto, y lo sigo acariciando cuando veo que los jugos de mi prometida vuelven a brotar con abundancia entre una serenata de gritos, suspiros y aullidos.
– ¡Ven, Rafa, ven! -le dice Javi a su hermano. – Ya ves que la chica goza con nosotros. Mira, ponte detrás de mí. ¿Qué ves? ¡Dos pollas penetrando a la chica por el coño y por el culo! ¡Y lo que disfruta! ¿Porque disfrutas, no, niña? – ¡Sí, sí, mucho, gracias, sois verdaderos amigos! ¡Ay, mmmmm, que bien! – Pues mira como es la naturaleza de sabia, Rafa, que permite que con sólo una chica podamos disfrutar tres hombres. Ya verás, coge tu polla y escoge el agujero. ¡Verás como cabes!
Increíblemente, Rafa introduce su pene muy erecto en el culito de Virginia que ya estaba ocupado por el pene de Javi. ¡Tan prieto como se lo descubrí hacía un momento y ahora acoge dos penes! Empezaron los tres hombres a moverse al unísono. Ella empezó a gritar de nuevo y a derramar su ambrosía. Yo dejé caer el palo y, sin pensar, salí de mi escondite, cogí las tetas de mi novia con las dos manos y le introduje mi pene en la boca:
– ¡Come, amor, come! – ¿Pero, qué haces tú aquí, Juan? Hmmmm, no, hmmm! ¡que rica! ¡No, Juan, no, no podemos tener sexo, hmmm, no, quiero que nos respetemos hasta que nos casemos! Ah! Hmmm!
Las palabras de Virginia quedaron completamente ahogadas por los nuevos gritos de placer de la chica, con un nuevo orgasmo muy húmedo. También los cuatro hombres gritaron a viva voz ante su eyaculación conjunta. Virginia quedó inundada de semen. Su boca con mi leche, su coñito, con la de Manolo, y su culito, con la de los dos hermanos. Su lengua, ávida, limpiaba sus labios, su cara. Sus dedos recogían parte del semen derramado por su culo, vulva y piernas y lo introducía en su boca para que su lengua pudiera saborearlo. Los cuatro hombres abrazaban ahora fuertemente a la chica, la
besaban y le cuchicheaban bonitas palabras de agradecimiento.
– ¡Os lo agradezco yo a vosotros, amigos. Os habeis portado muy bien. Gracias, Juan, espero que comprendas mi intención de enamorada y de novia ilusionada con tener tu amor y respeto hasta el día de nuestra boda!
Cuando iba a responderle, aún no sé con qué palabras, callé al oír fuera, cerca de la ventana, unas voces:
– Es aquí, aquí es. Hay un poco de luz. A ver, a ver. Javi dijo que valía la pena de venir, que la chica está increíblemente buena y que, además, es muy cariñosa y caliente. Espero que nos deje entrar a los cuatro. ¡Que bien lo vamos a pasar!
Pero eso os lo contaré próximamente.
Autor: JANINHO
la verda me e encata la historia de de tu novia y como te pone los cuernos sige delietandos con su historia
la verda me encata la historia de tu novia de saber como te pone los cuernos
hola me gustaria saber q pasa cunado llegaron los 4 tios q hacian bulla en la calle si tu novia los q se la follasen en tu cara y si tu lo disfrutaste ya q para recibir 2 pijas x el ano hay q tener una buena experiencia recibien pija x alli