Plagio (III)
Espero que guardes energías muñeca. La atronadora voz del amigo de Luis, el hombre que había pronunciado las últimas palabras que aun reverberaban sobre la estancia, me sorprendió; hasta estos momentos Marcos había permanecido en un discreto segundo plano, camuflado en la penumbra de la habitación, tan solo ejerciendo de cauteloso y silente voyeur. Aquel […]