Milfs, Sexo con maduras, Infidelidad. Todo Sucedió hace un par de años, cuando yo vivía en un pueblo cerca Almería y estaba casado. Yo soy un chico normal, que le gusta el deporte, salir y con un gran fetiche escondido, las piernas, medias, zapatos y tacones.
Yo para ese entonces tenía una vecina la cual la llamaremos Alicia, que estaba casada y con dos niñas, ella pelirroja, bajita, con un bonito cuerpo y lo que más me llamaba la atención era que siempre iba con taconazos. Su marido se pasaba los días trabajando y la verdad eran muchas horas sola, en mi caso yo trabajo a turnos y también disponía de tiempo.
Todo empezó con cordialidad de vecinos de ponernos hablar en la calle, jugar con sus hijas, de cruzarnos, de saludarnos y cada vez que la veía me ponía cachondo al verla con tacones y meneando ese culazo.
Más de una vez creo que me pillo mirándola descaradamente o asomado a la venta viéndola en su terraza, pero ella no decía nada.
Un día Salí a correr por la zona y a mi vuelta me la encontré con un pedazo de vestido rojo de licra que se le pega a la piel y unos taconazos negros, me quede parado mirándola antes de entrar a mi casa cuando la veo que va empieza a descargar cosas del coche a lo cual yo accedí ayudarla, así la contemplaba más de cerca, provoco una erección la cual se debería de notar en mis pantalones de deporte, me dio dos besos dándome las gracias y que si me apetecía algo a lo cual me negué, porque lo que tenía ganas era de llegar a casa y hacerme una paja con su imagen.
Pasaron unos meses hasta que llego el invierno, yo seguía mi rutina de salir a correr casi todos los días, ese día me pillo tremenda tromba de agua y por mucho que quisiera correr más empapado me ponía, me apetecía llegar a casa pero quedaban un par de kilómetros, pero surgió el milagro, un coche se paro al lado mío y me invito a subir, era ella mi vecina Alicia, me dijo que valor tenia con el día que hacía que iba entero calado, yo sonreí y le dije hay que cuidarse para gustarle a las mujeres y a uno mismo.
Llegamos a su casa y cuando me disponía irme a la mía me invito a pasar a lo cual me negué al principio pero después accedí al decirme que le apetecía hablar que los días de lluvia la ponen melancólica.
Pasamos y estuvimos charlando mientras yo me secaba un poco el pelo, las piernas y brazos, me dijo que me dejaba ropa de su marido a lo cual me negué. Empezamos hablar de cosas del pueblo de cosas sin importancia hasta que ella me dijo que no sabía que le pasaba que no se sentía querida por los hombres, que no la observaban. Ese fue mi momento el cual empecé atacar, le dije que se veía hermosa con bonito cuerpo y muy atrayente, y le recordé el día que le ayude a meter las bolsas y le dije, Alicia no te volví a ver con ese vestido rojo, con lo que ella me contesto es de verano. Entonces entendí que debería pasar una larga temporada sin verlo, pero insistí. Ese vestido te quedaba tremendo, cuando te vi con él creía que no eras mi vecina ibas tremenda, lo que daría por volverlo a ver, aunque tenga que esperar todo el año.
Ella se sonrió, me acaricio el brazo, nos miramos, le di el último trago al café que me invito, le di dos besos y me despedi.
Pasaron los días y volviendo de la rutina del ejercicio me la encontré a ella que llegaba de dejar a las niñas en el colegio, vestía con unos leggings ajustados negros y tacón, nos saludamos y entramos en nuestras casas.
Yo me metí directamente en la ducha y al salir y cambiarme de ropa escucho el timbre, me sorprendo y bajo abrir, más grata fue mi sorpresa cuando me encuentro a mi vecina con un abrigo hasta las rodillas, medias y tacón, le pregunto si quiere algo y me dice si le invito a un café, yo por supuesto accedí, ella se fue al salón y yo a la cocina, y al volver con los cafés me la encuentro de pie sin el abrigo y con el vestido rojo.
Alicia ese es el vestido que te decía, pero ¿no era de verano?
Si pero me puse unas medias y quería agradecerte lo bien que te portas conmigo siempre. Te parece que soy atractiva o lo decías por decir el otro día.
Yo me quede sin palabras solo la cogí de la mano y la subí a la planta de arriba, la puse frente a un espejo de cuerpo entero y le dije tu como te ves, porque yo te veo, sexy, atractiva, mientras empezaba acariciar su cintura y pegaba mi cara a su cuello para olerla, ella se dio la vuelta y empezamos a besarnos apasionadamente, la lleve a la cama y empecé a besarle y a bajar hasta llegar a sus zapatos, que empecé a quitar a lamer los pies, las medias e iba subiendo hasta que se las quite, y pude ver su coñito el cual empecé a trabajar, ella con sus manos me apretaba la cabeza y mis manos recorrían sus piernas y su cuerpo. Note que se corrió en mi boca, se estremecía de placer.
Ella al correrse se levanto y se quito el vestido y dijo ahora me toca a mí, empezó a quitarme la ropa y de rodillas empezó a mamármela, yo me quite la camisa y la excitación la tenía a mil cuando ella me miraba a los ojos mientras me la chupaba, se paro y me pidió que me tumbara, así empezó una gran galopada, como se movía y que placer me daba, ella se corrió y yo estaba a punto cuando le pido que se ponga a cuatro patas y la sigo penetrando hasta que me corrí dentro de ella.
Los dos quedamos en la cama yo encima de ella mientras nos acariciábamos y besábamos, hasta que ella pidió levantarse se vistió se puso el tanga el vestido rojo y los tacones, las medias las guardo en el bolso y tuve la mejor imagen que podía tener mi semen le caía por uno de sus muslos, nos despedimos y la amistad vecinal creció.