Me acosté en la cama y le dije, súbete a mi verga, se subió y me dijo, vas a ver los que es disfrutar de un buen sexo, ella se movía en círculo, mi fantasía fue venirme en sus tetas, me paré para que me la mamara, hazme venirme en tus tetas, de una se la saqué y los chorros de leche caían en sus tetas y uno que otro chorrito en su cara, eso era fenomenal, todavía me la mamó hasta no dejar nada.
Desde tiempo atrás yo notaba como en ciertas ocasiones al ver a mi madre sentía algo, pero aún no sabía bien que era, hasta que me di cuenta, que la veía con algo de morbo, le veía su cuerpo, que dicho sea de paso lo tiene muy bien cuidado, notaba que cuando la miraba me atraía verle las tetas, ella acostumbraba usar blusas y vestidos con escotes muy provocativos.
Pero no solo eso sino que ocasiones me gustaba verle su trasero lindo, redondito y sobre todo cuando se agachaba sin pena aún a sabiendas de que era mi madre, es más hasta llegué a tomar su ropa interior para masturbarme pensando en ella, así fue creciendo mi obsesión por ella. Cada día era más fuerte, varias noches estuve tentado a decírselo, para entonces ya mi padre no vivía con nosotros, ellos son separados, Solo pensaba en estar a su lado y poder tocar esas enormes tetas.
Por fin hace algunos años se dio lo que más esperaba. Llegué de trabajar un viernes por la tarde, entré al negocio de mi madre, una clínica de belleza que se encontraba dentro de la casa, ella ese día me daría un masaje anti stress por la semana tan pesada que pasé. Comenzó por pedirme que me recostara en la cama de pacientes, ella se acercó y empezó por masajear mis hombros, llevaba una blusa blanca transparente con un escotazo y una mini falda que dejaba lucir sus bellas piernas y su enorme trasero.
Cada vez que se acercaba no podía dejar de ver sus enormes tetas y digo enormes ya que ella usaba 36 C, Huyy, sus movimientos de las manos se reflejaban en los movimientos de sus tetas. Se volteaba de vez en cuando para tomar más aceite relajante y claro yo aprovechaba la oportunidad para verle su trasero. Sin darme cuenta mi pene empezó a empalmarse, Mi madre me notó algo raro y me preguntó qué tenía, yo respondí que nada, pero más tarde me volvió a preguntar:
– ¿Seguro no tienes nada?, entonces por qué no dejas de verme y te pones rojo, es más hasta creo que tienes problemas allá abajo. – ¿Problemas? yo para nada respondí, aunque para entonces si estaba ya empalmado.
No le di importancia y siguió con el masaje. En un movimiento brusco que ella realizó tiró una botella se agachó a recogerla y noté que se le salía su tanguita, misma con la que me había masturbado el martes anterior, eso me calentó demasiado tanto que decidí pararme hacia ella y llegarle por la espalda, la abracé y le dije:
– Tienes razón, si tengo algo, estoy caliente y ya no aguanto más, la verdad es que me calientas siempre lo has hecho.
Ella inmediatamente se soltó y se volteó molesta a decirme:
– Pero que cosas dices, ¿que estás loco? como dices eso a tu madre… – Y por qué no, si la verdad es que te vestías muy provocativa y no siempre salías, es más hasta pensé que me querías volver loco ya que ni salías. – Si no salía es porque tu padre nunca se me invitaba y me vestía así para que reaccionara. – Pues será lo que sea pero me gustas y hoy estoy dispuesto a lo que sea pero serás mía…
Sin pensarlo de mi boca salieron las palabras que tanto había querido decirle:
– Te ves bien buena y te quiero coger, y no saldrás de este cuarto hasta que no te coja.
Me abalancé sobre ella como perro y la tomé de la cintura, le apreté las tetas con fuerza e intenté besar, ella ponía resistencia y le decía, déjate, déjate, si sé que te gusta coger o no. Poco a poco ganó mi fuerza y ella se dejaba manosear, me dijo que solo se dejaría tocar y solo un poco pero no entraba en razón y le tocaba de todo, las tetas, las nalgas, la besé, hasta que pasó lo inesperado, ella me besó y me dijo:
– Si me vas coger cógeme bien, que hace mucho que no lo hago y vengo con todo…
Rápidamente se quitó la blusa, y pude ver sus tetas debajo de sus brasier de encaje, me dijo:
– Te gusta verlas detrás de mi brasier. – ¿Y como lo sabes? – Lo sé porque eran los que más usabas para masturbarte, los dejabas con tu leche con olor a ti. – Quítame el brasier chúpame las tetas…
Están riquísimas, son enormes, su pezón negro y duro, para entonces yo ya vestía solo bóxer y mi verga estaba bien parada y se movía como loca, comenzaron las palabras fuertes, perra quítate tu falda que te voy a mamar el coño, sus tanga roja terminó rota, la volteé hacia la cama le abrí las piernas y sin avisar se la dejé caer hasta adentro, solo noté como sus ojos se ponían en blanco y poco a poco con el ritmo de la penetración gemía más fuerte, me decía:
– Ay eres un cabrón, me gusta sentirte hasta adentro papi, si así.
Me acosté boca arriba en la cama y le dije, no te quedes ahí puta, súbete a mi verga, y si así fue, se subió y me dijo:
Vas a ver los que es disfrutar de un buen sexo, ella se movía en círculo y de atrás para adelante, era eso riquísimo.mi fantasía siempre fue venirme en sus tetas…
Así que me paré para que me la mamara, anda trágatela toda hazme venirme en tus tetas, si as
Mí mami, eso así, disfrútala, de un golpe se la saqué y los chorros de leche caían en sus tetas y uno que otro chorrito en su cara, eso era fenomenal, todavía me la mamó hasta no dejar nada.
Se levantó nos abrazamos, y me dijo que esa sería la última vez, pero claro, ese solo fue el inicio de muchos más que ya les contaré.
Autor: BECKER