Amigos, nuevamente les escribo a cerca de mis vivencias con mi padre. Como les había comentado en mi otro relato mi padre y yo tuvimos nuestro primer encuentro lleno de casualidad y deseos reprimidos. Este segundo relato es lo que ocurrió seis años después ya que, gracias a sus comentarios y peticiones, y mis ganas, esta vez fui yo quien provocara este encuentro.
Los pongo al tanto, mi nombre es Diego, tengo ya 25 años y vivo en México, mido 1.65, soy un poco delgado, lampiño, de piel apiñonada, y mi «amiguito» mide 15 cm. Mi padre por otro lado, es un hombre moreno de 52 años, muy bien conservado gracias al ejercicio que ha hecho en los últimos tres años, mide 1.75 aprox., no muy peludo, y su verga es unos centímetros más grande que la mía y más gruesa.
Nuestra primera experiencia fue cuando yo tenía 19 años durante un verano caluroso. Después de eso me dediqué a no pensar mucho en ello, ya que el sentimiento de culpa por lo prohibido hacía estragos en mí. Coseché amistades, un par de relaciones y muchas experiencias que luego tendré el gusto de contarles, pero aquel deseo por mi padre seguía latente. Mis padres ya divorciados y mi hermano casi casado redujo nuestra vivienda, de una cómoda casa de dos pisos, a un modesto departamento, yo aún vivo con mi padre, la universidad no me ha dejado abandonar el nido; es por ese motivo que en muchas ocasiones he escuchado a mi padre desfogar sus deseos por la noche al otro lado de la pared, y muchas han sido también las veces que me he masturbado pensando en tener su miembro dentro de mí.
Durante esos seis años no me había dedicado más que a espiarlo, de vez en cuando oler sus calzoncillos después de que los usara, y en ocasiones, ponérmelos y masturbarme hasta dejarlos llenos de mi leche. Cuando mi padre conoció a su nueva novia, además por un problema de salud, ingresó a un gimnasio, algo que no hizo del todo sólo, me inscribió a mí también con el motivante de que “ya estaba un poco relleno”. Entramos al dichoso gimnasio ubicado cerca del departamento, bastante equipado y con muy buenas instalaciones, lo más interesante, había un vapor; en varias ocasiones mi padre y yo entramos juntos al vapor y mientras el disfrutaba a ojos cerrados, yo le echaba ojo o mano a la verga del sujeto que se sentara al lado mío. En una ocasión a mediados del año pasado, ya después de poco más de un año de ir al GYM, después de nuestra rutina diaria mi papá decidió ir al vapor -¿vienes?- preguntó, -no puedo, tengo que llegar pronto a la universidad-, respondí; mi padre se desvistió, ató una toalla a su cintura y se dirigió al vapor, yo en cambio me caminé a las duchas para poder seguir mi camino.
Mientras me duchaba pensaba en cientos de cosas, al escuela, mi ex novio, mi situación económica, entre otras cosas, cuando en eso me vino a la mente la imagen de mi padre, su cuerpo torneado que empezaba a agarrar forma nuevamente, sus brazos goteantes y sus piernas abiertas para que el vapor pudiera recorrer todo su cuerpo, instantáneamente vino la erección, chequé que no hubiera nadie cerca y caminé hacía la puerta del vapor, la abrí un poco y ahí estaba, la silueta de mi padre sentado sólo en una banca rodeado de vapor, y entre sus piernas, un pedazo de carne semi erecto pidiendo ser mamado, de repente escuche un ruido y sigilosamente cerré la puerta del vapor, caminé apresuradamente a mi ducha, terminé de lavarme y me fui a la universidad. Toda la tarde en mi mente tuve esa imagen, era tiempo de hacer algo.
Durante el camino a casa pensaba que era lo que haría para nuevamente tener a mi padre cerca de mí, ¿porno?, ¿insinuación?, ¿ser directo?, decidí dejar que las cosas ‘fluyeran solas’. Me vestí para esperar a mi padre, estrenaría mi nuevo cuerpo ejercitado y sólo usé una camiseta y una trusa, y me senté a esperar la llegada de mi padre, larga fue la espera hasta que cerca de las nueve menos quince escuche el ascensor que llegaba a nuestro piso y el ruido inconfundible de los pasos de papá, entro al departamento y saludó, entro a su cuarto y se cambió: un pantalón de pijama bastante amplio y una camiseta sin mangas. Cenamos, platicamos los sucesos del día y nos dispusimos a ver la televisión cuando le ofrecí un trago, -¿en jueves?- fue su respuesta, -¡¿si por qué no!?, es más pongamos el radio y platiquemos un rato-, respondí. Un whisky llevó a otro, cuando vimos la botella se había terminado y estábamos dispuestos a abrir otra, la segunda botella corrió más despacio y mi padre dijo: -¡ok!, es todo para mí, me voy a dormir, estoy muerto y mañana tengo que levantarme temprano-, le dije, -¡está bien!, vayamos a dormir-. Ambos caminamos a nuestra habitaciones y antes de entrar a la correspondiente a cada uno nos abrazamos, una corriente eléctrica recorrió mi espina y llegó hasta mis huevos provocando que estos se estremecieran, el abrazo duro unos instantes más y dijimos buenas noche. Al entrar a mi cuarto dejé la puerta abierta, lo mismo hizo mi padre (siempre las cerramos para dormir), fue así que supuse que él también lo quería. Me senté un momento en la cama con la luz apagada y esperé, cerré los ojos y escuché un poco más de ruido en el cuarto de papá, después silencio, abrí los ojos, vi apagarse la luz y la silueta de mi padre saliendo de su habitación, se prende la luz de la cocina y se escucha como se abre el refrigerador; inmediatamente me deshago de la poca ropa que me cubría y salgo totalmente desnudo hacía la cocina.
Durante los pocos metros que separan la cocina de mi habitación mi cuerpo se estremecía y mi miembro empezaba a cobrar vida, una semi erección me acompañaba hacía la cocina donde mi padre se preparaba algo de comer. Al entrar a la habitación vi que mi padre ya sólo vestía una de aquellas viejas trusas desgastadas que poco dejaban a la imaginación, ya que ésta en particular en ocasiones deja escapar un huevo y un poco de su verga; -¡estás aquí!-, le dije como si no supiera, -tenía mucha hambre y quise comer algo antes de dormir…-, dijo, me echó una mirada de extrañeza y preguntó -¿y por qué tan poca ropa?-, dicho eso sonrió un poco, contesté su sonrisa con una más y cubrí mi miembro semi erecto con mis manos, -no te preocupes, es más, estaba a punto de quitarme la trusa cuando entraste-, dicho eso mi padre se quitó su calzoncillo y dejó al aire libre su maravilloso par de huevos y esa exquisita verga, lanzó su trusa al otro lado de la cocina y me dijo: -¡listo!, ya estamos iguales…-, lentamente quité mis manos de mi miembro y dejé ver mi erección a todo su esplendor, mi verga palpitaba en el aire y ya empezaba a liberar algunas gotas de pre-cum. Mi padre se acercó lentamente y me dijo al oído: -ya olvidaba como era…-, esas palabras cerca de mi oído me hicieron dejar salir un suspiro, mi padre suavemente recorrió con su mano desde mi hombro todo mi brazo, al llegar a mi mano, la puso sobre su cadera y colocó su mano sobre mis costillas, lentamente iba bajando su mano, como si las estuviera contando, al llegar cerca de mi cadera, movió su mano hacía atrás y tocó mi nalgas, ambas las acariciaba como si fueran un par de gatos a los que hay que mimar, pero no demasiado…
Mientras papá acariciaba mis nalgas moví lentamente mi mano de su cadera a su miembro, el cual, ya presentaba una erección descomunal, recuerdo haberlo sentido caliente, palpitante y desprendiendo un olor más allá de lo maravilloso, una combinación entre perfume y macho. No nos decíamos ni una palabra, sólo nos tocábamos, cuando nuestras miradas se encontraron, fue inevitable el beso húmedo y caluroso lleno de excitación, prohibición y deseo; el beso empezó a subir de intensidad y de ser un ligero rose de labios pasó a ser apasionado y lleno de energía, después comencé a besar su cuello, bajé por su pecho y besé sus tetillas, sin cuestionarme las mordisquee un poco, él sólo gemía, seguí bajando por su pecho, su abdomen ya marcado y llegué a donde quería, a donde había llegado hace seis años con su ayuda, me hinqué y empecé a chupar ese delicioso pedazo de carne, de vez en cuando saboreaba sus huevos, los tragaba con desesperación. De repente me levantó del piso, me volteó y me recargó en la pared, besó mi nuca y sentí como abría mis nalgas con sus manos, de repente, su lengua húmeda preparaba mi ano para recibir su verga, un par de minutos me tuvo gimiendo de placer con su lengua en mi entrada, después se detuvo y sentí su verga dura preparada para entrara, puso un poco más de saliva y poco a poco recibí ese maravilloso trozo de carne; el mete-saca inició lento pero agarró fuerzas conforme pasaba el tiempo, papá me llenaba de éxtasis, me mordía, me besaba y arañaba la espalada, y de vez en cuando se le escapaba una que otra nalgada. La excitación me volvía loco, así que agarré mi verga y me empecé a masturbar frenéticamente esperando el mejor orgasmo de mi vida, papá me detuvo y me susurró “espera”, cesé de masturbarme y seguí recibiendo el trozo de mi padre.
Pasado un rato, mi papá se detuvo y me sacó la verga, me tomó de la mano y me llevó hacía la sala, se hincó sobre un sillón dándome la espalda, arqueó un poco la espala y sin decir nada me ofreció su agujero, sin demora me acerqué e él, separé sus nalgas y empecé a lamer su entrada, lamí ese regalo como aquella paleta que en algún momento me regaló durante mi infancia, sólo que esta vez, el sabor era más dulce; me encantaba lamerle el ano a mi padre, pero también quería saber que se sentía penetrarlo, me reincorporé, le puse un poco más de saliva en su ano, un poco en mi verga y poco a poco fui introduciéndome en mi padre (cabe mencionar que estoy cabezón, así que al principio mi padre se quejó bastante), el mete-saca fue intenso desde el principio, él me marcó el ritmo con sus caderas todo el tiempo, me pidió cambiar de posición, me senté en el sillón y él se clavó solo mi verga, seguimos con el mete casa hasta que papá dio un grito y vació sus huevos sobre mí pecho, eso me hizo acelerar mi ritmo y terminé dentro de mi padre, y sí, fue el mejor orgasmo de mi vida. Me abrazó y nos quedamos un rato así sentados en el sillón.
Al levantarnos del sillón nos metimos a duchar. Cuando salimos nos dimos cuenta que faltaba poco más de una hora para que tuviéramos que iniciar nuestras actividades, así que decidimos volver a penetrarnos, primero yo y después él.
Desde entonces no ha pasado nada, ya dormimos con las puertas abiertas y de vez en cuando nos escuchamos masturbar, y en ocasiones lo hacemos juntos, cada quién en su cuarto pero juntos. Mi padre planea casarse nuevamente, aún no lo decide, pero de lo nuestro no se habla, eso se queda entre padre e hijo.
Si les gusta mi relato comenten. Muchas gracias por leerme.
Me gusta tu relato, sobretodo cuando mencionas que despues de las cojidas que se dan cada quien a su cuarto y disfrutan todo, sin tener necesidad de hablar de lo que hacen los dos. Me gusta mucho la discesión !