Sucedió en una conservadora ciudad mexicana. Era de noche y la calle estaba casi desierta, para mi alivio. Llegué al lugar. Solamente una pequeña banderita de arcoiris indicaba la naturaleza del lugar. Toqué el timbre y casi inmediatamente se abrió la puerta. Pasé, pagué en la ventanilla, y el hombre atendiendo me dio unos condones. Entré al lugar. Sobre una pared se proyectaba porno gay. Un hombre se la mamaba a otro. En un sillón estaban sentados dos hombres viendo la proyección. Me acerqué a ellos. Me decidí por uno casi al azar.
-Te la puedo mamar? Él lo pensó un momento, y luego asintió.
Me puse de rodillas, le abrí la bragueta y comencé a mamar.