Anita y las bolas
Fueron sólo tres palabras al teléfono, pero fueron suficientes para conseguir que mi bajo vientre se endureciera y un escalofrío recorriera mi cuello, como si acabases de besármelo. — ¿Las llevas puestas? Fueron sólo tres palabras al teléfono, pero fueron suficientes para conseguir que mi bajo vientre se endureciera y un escalofrío recorriera mi cuello, […]