Era normal en casa ver a mi hermana en ropa interior, la verdad al crecer juntos eso formaba parte de la crianza, verla salir de la ducha o estar en su cuarto con solo una franela puesta era parte de la cotidianidad. Observar su pubis con vellos, era algo que mas que excitación, me causaba curiosidad. Sin embargo, las hormonas no saben de tabú ni de convenciones sociales, por lo que ya adolescentes, en algunas oportunidades jugando de manos o haciéndonos cosquillas en la cama se me había notado alguna erección involuntaria o alguna mirada curiosa furtiva directo a sus senos respingados y duros. Por lo que al final cada uno disimulaba y buscaba evadir el momento distrayéndose con otra cosa.
Así pasó el tiempo, aderezado por la curiosidad propia de los adolescentes y las continuas fantasías que se unían a ese desarreglo hormonal. Habíamos sido criados en un hogar bien constituido, con valores y si se puede decir, buenas costumbres. Nuestros padres eran relativamente jóvenes, por lo que no se hacia complicado tocar ciertos temas sin caer en falsas moralidades, en casa muchas veces veíamos a nuestros padres besarse o tocarse sin mayores inhibiciones, por lo que también el tema sexual era un tema cotidiano y sin prohibiciones. En mas de una oportunidad mi hermana y yo nos habíamos metido en la ducha, pudiendo vernos, curiosamente y detallar esas características sexuales que comenzaban a desarrollarse en cada uno de nosotros.
En una noche de abril, nuestros padres celebraban un nuevo aniversario de casados y por ende habían pasado todo el día entre regalos, comida, tragos y baile, ese día en particular estaban excesivamente amorosos, mi madre lucia un vestido que no dejaba mucho a la imaginación y mi padre se lo había hecho saber toqueteándola y diciéndole cosas, en vista de esa situación, nos dijeron que iban a salir y que regresarían mas tarde, por lo que, mi hermana y yo nos fuimos a dormir temprano. Pero, al rato de acostarnos mi hermana comenzó a preguntar si me había fijado en que mi padre tenía la verga dura y que se le veía muy grande y gruesa por encima del pantalón, a lo que respondí que lo había visto y nos reímos, al rato me preguntó que si creía que lo iban a «hacer», a lo que respondí que imaginaba que si. Luego de pensarlo un poco ella me preguntó si en alguna oportunidad los había visto «haciéndolo», la miré moviendo mi cabeza para indicarle que no a lo que ella respondió «yo si…». Le pedí que me contara y me dijo que una noche se había levantado en la madrugada a tomar agua y había visto a mis padres, estaban en el piso de la sala, sobre la alfombra con las luces apagadas pero con velas, lo que le permitía observar con cierta claridad lo que hacían, silenciosamente se había acercado hasta el pasillo, donde podía observar claramente como mi madre le practicaba sexo oral a mi padre de una manera muy dedicada, mientras éste se retorcía en el piso y le decía cosas que no escuchaba. A los minutos de estar observando había visto como mi padre se levantó y coloco a mi madre en cuatro para comenzar a penetrarla primero suave y luego mas fuertemente, hasta que ambos acabaron en un grito ahogado.
Sin querer e imaginando esa escena, comencé a excitarme casi de manera inconsciente, por lo que mi hermana me preguntó si lo había hecho alguna vez, a lo que le respondí que no, – «y tu ?», me dijo «si», con un chico de la escuela en el baño y que había aprendido a masturbarse con las amigas del colegio, le pregunté como se masturbaban las mujeres y luego de unos segundos en silencio se sentó en la cama y me dijo «si me muestras como lo hacen ustedes, te muestro como lo hacemos nosotras», lo que me pareció justo y a la vez una manera de desahogar la tensión que no me dejaba respirar bien. Se quitó la sabana y se acomodó delante de mi con las piernas cruzadas para observarme con toda atención, confieso que en ese momento me quedé como anulado, no sabía que hacer y por ende mi verga abandonó la excitación para ponerse flácida, por lo que me preguntó – «Que pasó ?» – «No lo sé», buscando taparme tímidamente, traté de salir de la situación, pero ella sin pensarlo abrió sus piernas y me dijo: – «déjame mostrarte» y pude ver su vagina desnuda, cerrada y con un escaso bello púbico que la cubría, comenzó a deslizar sus dedos por entre sus labios y rápidamente se humedeció, introduciendo un dedo en su boca lo metió en su vagina y vi como entraba y salia, podía ver su rostro de placer y como al cerrar sus ojos mordía sus labios, inclinando levemente su cuerpo hacía atrás, introduciendo otro dedo y acelerando el movimiento de penetración.
Era algo que no había visto antes y que inmediatamente ocasionó una reacción en mi que me levantó de nuevo la verga y me la puso como una piedra. En ese momento mi hermana me observó y me dijo: – «ves ?… ahora hazlo que quiero ver como lo haces» , por lo que comencé a masturbarme mientras ella me observaba, estuvimos unos minutos así hasta que vi como comenzaba a temblar y a gemir, eso hizo que comenzara a mover mi mano mas rápidamente. En ese momento mi hermana se recostó y aún con las piernas abiertas me dijo en voz baja, que me quería encima de ella, que se lo metiera, debo confesar que no lo pensé, y ni por un segundo dude en hacer lo que me pedía y me abalance sobre ella, penetrándola casi desesperadamente, allí estuvimos varios minutos moviéndonos y jadeando, el calor de su sexo y su humedad es algo que no olvidaré jamás, así estuvimos hasta que me dijo: – «Voy a llegar», que no me detuviera, pero que no fuese a acabar dentro de ella, por lo que asentí y continué bombeando mas y mas fuerte hasta que la escuche tensarse y gritar muy fuerte mientras apretaba sus piernas contra mi, en ese instante sentí que me venía y rápidamente saque mi verga logrando regarla toda con mi semen abundante que cayó en su vientre, abdomen y senos.
Ambos caímos agotados y sudorosos, como pudimos nos vestimos y acostamos sin comentar acerca de lo que acabábamos de hacer. Al siguiente día al despertarme vi a mi hermana sentada al borde de mi cama observándome, de inmediato me senté en la cama temiendo que me fuese a comentar algo malo, luego de observarme por unos segundos mas me preguntó: – «Te gustó ?» le dije: – «Si, mucho», – «quieres seguir haciéndolo ?» le dije sin dudarlo: «Si» y me dijo: entonces debes prometerme tres cosas: una, nunca me acabarás dentro a menos que te lo pida, dos, solo lo haremos aquí en casa y cuando mamá y papá no estén y tres, no podrás contárselo a nadie. Pasó el tiempo y de las tres promesas, la única que he roto es la última.
*Este relato intimo es para tí, contado para compartir el placer que nos produce, si te ha gustado, déjamelo saber al final de la página, si no, dime por que, responderé todas tus preguntas, gracias por leerme*