La verdad siempre he tenido suerte con las mujeres. Mi buena situación económica y un gran auto, me han abierto una serie de puertas en lo que a sexo se refiere. Mi novia es una mujer espectacular, de medidas 90-60-90, ojos azules y muy buena en la cama. Sin embargo, esta perfección y rutina siempre me llevaba a buscar algo más. Como dice en la variedad está el gusto.
Nunca fui un hombre fiel y creo que nunca lo seré. Así empecé a buscar un tipo de mujer diferente, distinta a las mujeres que acostumbraba a engancharme. Se me olvidaba, soy de Chile.
Una noche que regresaba de la casa de mi novia, pasé por el centro de la ciudad a comprar cigarros. En un paradero, se encontraba una mujer de uno 47 años, muy alta y extremadamente gorda. Estaba sola, y no había nadie en la calle. Me di dos vueltas delante de ella. La miraba. Ella empezó a notar mi presencia. A la tercera vuelta, me detuve en un negocio cerca del paradero. Al bajar ella me miraba fijamente y yo igual. Entré compré cigarros y en ese momento estaba pasando el bus que estaba esperando. Ella estaba de pie, con un bolso y dudaba en subirse o quedarse. Saqué un cigarro y la miré a la distancia fijamente. Ella se acerca a la puerta del bus y dice al conductor que no viajará. Esa fue mi señal, ya que el próximo bus demoraría como media hora en volver a pasar y por la hora, no había ninguna otra razón para que se quedará.
Subí a mi auto, y di la vuelta a la manzana. Al pasar delante de ella, me miró y sonrió. Una vuelta más y me estacioné delante de ella. Ya con el vidrio abajo, le pregunto si necesita que la lleve. Ella se para, se acerca al auto. Cuando se agacha para hablar a través de la ventanilla, puedo observar sus tetas que son exageradamente tremendas. Me dice que iba a El valle, una localidad alejada de la ciudad, prácticamente campo, aproximadamente uno 25 minutos en vehículo. Le digo que no hay ningún problema. Ella lo duda un poco y toma su bolso y se sube. Una vez adentro, puedo notar su gran volumen, sus nalgas ocupan todo el asiento. Su voz era un poco grave y se notaba que era de campo y un poco tímida. Le pregunto qué hace tan sola y tan tarde en la calle.
Me dice que había venido a cuidar a una amiga suya que había enfermado y que no se podía mover. ¿Eres casada? – No, mi marido falleció, vivo sola hace más de 7 años – ¿Tienes hijos? – Si tengo una niña que se casó y se fue a vivir a la capital, ¿y tú? ¿Eres casado? – No, soltero y sin compromisos, – No creo que no tengas compromisos, alguien tan buen mozo como tú debe tener algo por ahí – Me río – ¿Además que haces tan tarde en la calle? – Lo que pasa es que no me gusta acostarme temprano – ¿Y qué te dio por llevarme? – Me rió nuevamente – Es que te vi con ese pesado bolso y me imaginé que no eras de acá, y como no tengo nada que hacer, estaba aburrido, quería conversar con alguien… ¿Así que vives sola, sin nadie, nadie? (analizaba el terreno, porque prefería estar en una cama con ella a llevarla a algún camino apartado). Si vivo sola, ¿no te hago desviarte mucho? – No te preocupes, no tenía ganas de acostarme, se me antojó tomarme una cerveza, pero me da lata tomármela solo… ¿Te gustaría tomarte una cerveza? – Si podría ser.
En la primera botillería paro a comprar unas cervezas, obviamente dejando el auto un poco más allá, para que no fuera a pasar algún amigo mío y me viera con tremendo armatoste – Ok, estamos listos, ¿dónde vamos a tomarla? … No sé, di tú… Podríamos estacionarnos por ahí, pero podría pasar la policía y llevarnos por estar bebiendo en la vía pública, ¿te parece si vamos a tu casa?… Bueno.
Rápidamente llegamos al valle, no metimos por un camino de tierra y llegamos a una casa chiquita, bastante humilde. Nos bajamos. Mientras entrábamos, no podía dejar de mirar ese tremendo culo que se movía de un lado a otro. Una vez adentro, me siento en un sofá, y ella trae dos vasos. Empezamos a beber y fumamos un cigarro. Hace tiempo que no fumaba, ni tomaba cerveza, no vaya ser cosa que me embriague
– me dice – .¿Sí?, y como te pones cuando te embriagas… cambia mi personalidad… me dan ganas de hacer cosas… mmmm ¿Qué cosas?… Cosas malas… bueno, no malas… ¿cosas como estas? Me acerco y la beso. Dejo mi vaso en la mesa y le retiro el suyo. Mi lengua se pierde en su boca, besaba torpemente, pero no importaba, no quería sus besos… bueno, no en mi boca. Rápidamente mis manos se apoderaron de sus tetas. Las apretaba con fuerza, eran imposibles de abarcar con solo una mano.
Le desabrocho su blusa y saco su brassier. Un par de tetas del porte de mi cabeza quedaron a mi disposición. La chupé desesperadamente. La apretaba fuerte. Mordía sus pezones y ella me gritaba que se los apretara más y más fuerte. Le terminé de sacar su blusa y quedó solo con una falda larga. Sus rollos eran bastante notorios, pero eso más me excitaba. Traté de sacarle la falda, pero sentada era imposible. Le hice pararse y desabroché su falda por detrás. Costó para que pasara por su culo, pero luego de unos tirones quedó solo con unos tremendos calzones, que marcaban cada uno de sus pliegues. La di la vuelta y me senté. Jugaba con sus tetas, pero su peso era increíble, ni siquiera me la podía puntear. Mis manos buscaron su chocho el que estaba más que mojado. No duré mucho en esa posición. Le hice pararse y me paré sobre el sofá. Le pedí que me bajara los pantalones.
Ella bajó mis pantalones y mis calzoncillos. Mi verga apuntaba al norte. Parada se dobló y empezó a chupármela suavemente. Mientras lo hacía, me desnudé completamente. Le dije que fuéramos a su pieza. La recosté sobre la cama (que no estaba hecha). Le subí sus piernas y le saqué sus calzones, también con gran esfuerzo. Quería apagar la luz, pero yo no quería perderme ningún detalle de su cuerpo. Me arrodillé al lado de la cama y empecé a besar sus piernas. Al subir me encontré con una tremenda mata de pelos que salía de su concha. Ella no me dejaba abrirle la pierna, pero después de gran esfuerzo accedió. Empecé a buscar su chocho que estaba detrás de varios pliegues de carne. Al encontrarlo introduje mi lengua lo más que pude. Alternaba mi lengua con mis dedos. Ella me pedía que me saliera de ahí. Trataba de sacarme, pero yo sabía que estaba a punto de terminar. Con mis manos corrí sus carnes dejando todo su chocho mojado y rosado a mi disposición. En unos minutos de estar chupando un tremendo clítoris, la gorda no aguantó más y soltó sus jugos en mi boca.
Con mi cara toda mojada, me recosté a su lado y con mi cara entre sus tetas, seguí metiéndole los dedos por su chocho. Ya podía meter cuatro dedos. La hice darse vuelta y que se acostará boca abajo. Yo seguía acostado a su lado, mirando el tremendo espectáculo que era su culo. Mi mano lo recorría entero. Se perdía entre sus nalgas, desaparecía completamente. Bajé y metí mi cara también entre sus nalgas tratando de encontrar su hoyo. Fue imposible. Eran demasiado grandes para llegar a ella con mi lengua. Me monté sobre ella y empecé a jugar con mi verga entre sus nalgas. Se las abría y la dejaba aprisionada por tremendas nalgas. Le dije que me la apretara. La gorda apretó sus nalgas y hasta me dolió el apretón, pero era exquisito, mientras mis manos apretaban sus tetas que se desparramaban por el lado. Tenía que hacer mío ese culo. Con mis dedos me perdí entre sus nalgas hasta que encontré su hoyo. Hábilmente me fui abriendo camino en su agujero, lo cual no me costó mucho, ya que entre metida y metida, escupía mis dedos para hacerlo más fácil. De un golpe logré que entrara lo más posible. Ella se quejó, pero luego empezó a moverse.
Mis manos abarcaban todo su culo, era increíble, blanco y gigante. A través del espejo podía ver nuestra pose. La gorda en cuatro patas sobre la cama, con sus tremendas tetas colgando que se movían cada vez que la penetraba. Su cara era de completo placer. Con mis manos agarraba su "cintura", sus rollos, se los metía en su concha, le pegaba en los cachetes. Tomé mi lata de cerveza y se la vacié en el culo. Como sonaba cada vez que la embestía. La gorda alcanzaba su segundo orgasmo. Yo no quería acabar, porque sabía que una vez que acabará, lo único que querría era irme a mi casa. Luego que ella acabó, volví a bajar y a c
hupar su culo mojado con cerveza. Ella cae rendida. Sigo jugando a meterle mis manos entre sus nalgas. Ella me dice que está cansada, que la deje un rato. Le digo que yo también quiero terminar. Me dice que ella me hará terminar como yo quiera. La doy vuelta y me subo, dejando mi verga a la altura de sus tetas. Ella las aprieta y me empieza a correr una paja rusa. Entre los dos apretábamos sus tetas. Mis dedos van a su boca y los chupa desesperada. Mojo mi pene con cerveza y lo acercó a su boca sentándome en sus tetas. Lo chupa. Mientras lo hace más cerveza le vacío.
Vuelvo a bajar hasta sus tetas, ella las aprieta. Cada vez que me movía adelante. Mi pico entraba en su boca. Ya no aguanté más, tomo su cabeza y la obligo a meterla entera a su boca, mientras ella no suelta sus tetas, y mi primer chorro cae directamente en su boca, el resto de mi leche caliente termina entre sus tetas y su cara. Mi semen está en toda su cara y lo restregó entre sus tetas. Ella recoge el semen de su cara y lo lleva a su boca.
Luego se chupa ella misma las tetas. Le coloco nuevamente mi pene en su boca y lo deja limpio, pero este aún está duro. Bajo, se lo meto en su zorra y le agarro el culo, mientras sigo besando sus tetas que ahora tienen otro sabor. Paro un rato. Ella se coloca boca abajo para descansar. Yo me vuelvo a subir a su espalda y froto mi verga entre sus nalgas, ni siquiera trataba de metérsela, solo quería seguir tocando ese culo.
Me siento en su culo, y con una mano me corro una paja mientras con la otra le agarraba el culo. Cuando estaba a punto de acabar me acuesto sobre ella, le abro las nalgas y le pido que nuevamente me apriete, dejándole todo el culo mojado. Me retiro de su casa y me digo a mi mismo que nunca más volvería a verla, sin embargo la carne es débil y como a las dos semanas la volví a encontrar y terminé viajando nuevamente al campo.
Autor: Chileno Infiel