Esto pasó hace un par de años atrás.
Acostumbrábamos ir de vacaciones con mi esposa a visitar a nuestro hijo. El vivía en otra ciudad, a varios kilómetros de distancia, por lo que solo viajábamos una vez al año y nos quedábamos por un mes en su casa.
Esta casado hace unos 10 años y en ese momento teníamos dos nietos de 5 y 7 años. Mi hijo y mi nuera tienen la misma edad 28 años. Mi esposa tiene un año menos que yo, me llamo Luis y ya cumplí los 53. Formamos una pareja feliz y sexualmente activa por lo que jamás tuve la tentación de buscar otra mujer.
Siempre pensé que mi hijo y mi nuera se llevaban bien, ya que uno los veía haciéndose arrumacos y dándose besitos.
Mi hijo trabaja todo el día y mis nietos iban y siguen yendo a una escuela de turno doble por lo cual salen los 3 temprano en la mañana y vuelven por la tarde.
En esos días de vacaciones, mi esposa, aprovechaba para encontrarse con viejas amigas y a veces se pasaba todo el día fuera de casa, por lo tanto algunos días se daba esa coincidencia que en la casa quedábamos solos con mi nuera.
En ese viaje olvidé llevar mi notebook, por lo tanto no tenía más remedio que utilizar el PC que mi nuera tenía en su dormitorio.
Como Claudia, así se llama mi nuera, estaba todo el día sola en la casa, tenía su PC siempre conectada a Internet y al Messenger, así conversaba con mi hijo en el trabajo y con sus amigas.
En uno de esos días que nos quedamos solos, yo estaba tomando unos mates en la cocina cuando Claudia me dijo que se iba a duchar, entonces le pregunté si le molestaba que usara su PC, por un momento, para chequear mis mails.
Me dijo: ¡No Luis andá tranquilo!
Fui corriendo para su dormitorio ya que me interesaba recibir un mail por un trabajo y quería salir de su habitación rápidamente para no incomodarla cuando ella saliera del baño. Me senté frente a la compu y vi que tenía 2 ventanas de Messenger abiertas y no pude evitar leerlas, una con mi hijo donde solo se intercambiaban saludos y otra con la que supongo una amiga de mi nuera conocida como Paula, el diálogo en esa ventana era el siguiente:
Claudia:_ ¡Hola Pau! ¿Cómo estás?
Paula:_ ¡Hola Clau, yo rebien! Acá en la oficina, con mucho trabajo, y ahora descansando un poquito. ¿Cómo estás vos?
Claudia:_ No muy bien, pero tratando de disimular porque están mis suegros en casa.
Paula:_ ¿pasó algo nuevo?
Claudia:_ No, lo de siempre. Hace un par de noches volvimos a tener relaciones.
Paula:_ ¿Y?
Claudia:_ Yo le cumplo para no desairarlo pero no siento nada y eso a él no le preocupa.
Pula:_ ¿y él que hace?
Claudia:_ Me pide que le haga creer que soy otra para que él pueda llegar al orgasmo, y eso me jode bastante.
Paula:_ Ah, es un pajero.
Claudia:_ Bueno, lo dijiste vos.
Paula:_ ¿y qué pensás hacer?
Claudia:_ A veces pienso en hacerme lesbiana
Paula:_ No creo que esa sea la solución, yo pasé por algo parecido hace unos años pero ya se arregló y con Toti nos llevamos muy bien.
Claudia:_ ¿Cómo hiciste?
Paula:_ Lo hablamos abiertamente, pusimos todas las cartas sobe la mesa y desde ese momento las cosas empezaron a cambiar.
Claudia:_ Que suerte tuviste, él dice que soy frígida y lo peor es que ya me lo estoy creyendo.
Paula:_ Uh, amiga espero que soluciones pronto ese “temita”.
Claudia:_ Perdoná que te de la lata con esto, pero me desahogo cuando te lo cuento.
Paula:_ No, no gracias por tu confianza, te mando un beso grande, tengo que seguir con lo mío. El jefe viene para mi escritorio.
Claudia:_ Chau, amiga gracias otra vez, besos.
Terminé de leer y no salía de mi asombro. No podía creer que mi hijo tuviera ese comportamiento ya que esto los llevaría tarde o temprano al divorcio. Me quedé sentado frente a la computadora y esperé que Claudia saliera del baño. Como yo estaba en silencio y ella olvidó que yo estaba allí, entró para vestirse. Tenía puesta su bata de baño blanca con un grueso cordón atado simplemente al frente y una toalla en la cabeza. Por lo tanto solo se le veían las piernas, desde las rodillas hasta los pies.
· Uy Luis qué descuido, olvidé qué estabas acá.
· No, la culpa es mía, ya me voy.
· ¿Chequeaste los mails?
· Sí si… bueno. La verdad,No
· ¿Qué pasó? Se desconectó la computadora! A veces pasa, ya te la conecto de nuevo.
· No no, la compu anda bien, solo que entré y leí lo que estabas hablando con tu amiga Paula.
· Ay, Luis ¡Qué papelón! Te pido mil perdones.
· No me pidas perdón, y ya me enteré de todo. Si puedo ayudar de alguna manera, estoy a tu disposición. Además déjame decirte que no creo que seas frígida, solo que mi hijo es un poco bruto y a lo mejor no sabe despertar el deseo en vos.
· Si vos pudieras hablar con tu hijo, a lo mejor me preste más atención. Pero ya estoy creyendo que soy frígida de verdad.
· Mira, por un lado no me animo a hablar de esto con mi hijo, este es un tema entre ustedes y por otro lado ¿Te puedo hacer una pregunta? Y si te ofende me lo decís.
· No me ofendo y todo lo que sirva para ayudarnos es bienvenido.
· ¿Vos conoces tu cuerpo?
· ¿Cómo?
· Sí sabes que partes del cuerpo te despiertan el deseo para que se lo digas a él, y así tener relaciones más placenteras.
· Nunca lo pensé, pero ahora que lo decís, cuando el me acaricia yo no siento nada.
· Te propongo algo, vos sabes que llevo muchos años de matrimonio y jamás le falté a mi mujer, por lo tanto no pienses que quiero tener relaciones con vos. Pero creo que necesitas descubrir tu cuerpo.
· ¿Y?
· Te propongo que me dejes acariciarte para descubrir esas zonas erógenas de tu cuerpo.
· ¿Y como haríamos para cargar con la culpa?
· Mirá, mi voz es igual a la de mi hijo, si vos no querés mirarme, yo te propongo que te recuestes en la cama, bajamos la luz, te ponés en los ojos ese antifaz oscuro que usas para dormir, así no me ves y tratas de imaginar que el que te está tocando es él. Además te recuerdo que por mi trabajo he visto cientos de mujeres desnudas, así que yo te miro científicamente y vos tratas de percibir esas sensaciones ocultas.
· No se que decirte, pero entre hacerme lesbiana, seguir así y probar lo que me proponés creo que lo mejor es esto.
· Lo hago por ayudarte, vos seguí mis instrucciones y cuando terminemos me contás lo que sentiste, o mejor aún le contás a mi hijo que cosas te gustan.
· Dale empecemos. Hoy que estamos solos podemos hacerlo.
· Ok, vení, acostate sobre la cama, dejáte la bata puesta, solamente quitáte el toallón que traes en la cabeza.
Se acostó boca arriba sobre la cama, le alcancé su antifaz de dormir. Baje un poco la luz para que yo pudiera verla pero ella a mí no. Yo me recosté a su lado, aunque tenía poca ropa no pensaba desnudarme.
Tenía los pies descalzos y la bata le cubría todo el cuerpo hasta un poco más arriba de las rodillas. Sus negros cabellos, aún estaban húmedos. Olía a un dulce perfume de baño y el ambiente era agradable.
Le dije que se relajará y que pensara que mi hijo era quien la estaba tocando. Comencé por rozar los dedos de sus pies, suavemente. Fui subiendo con las yemas de mis dedos por una de sus piernas, desde la punta de su pie hasta la rodilla. Estaba deliciosamente depilada y su piel era suave y blanca. Luego hice lo mismo con la otra pierna, quería que se relajara ya que estaba un poco tensa.
Volví a acariciar sus piernas pero un poco más arriba de las rodillas, tocando levemente sus muslos por debajo de la bata. Siempre volvía a bajar hacia los pies y cuando volvía por su pierna hacia arriba me aproximaba cada vez más a su entrepierna.
Empezó a respirar más tranquila y más relajada. Sin decirle una palabra empecé a desatar el cordón de su bata, ella arqueó la espalda y con su mano quitó el cordón y lo dejó caer aun lado de la cama. Debajo de la bata estaba totalmente desnuda. Cada vez que subía con mis caricias por sus piernas me aproximaba cada vez más a su vagina.
En uno de esos movimientos llegué a tocar la raya de su concha por afuera, en ese momento ella dejo escapar un suave y leve suspiro, un aaaaaaaaaaahhhh… interminable, casi inaudible, que me dejaba saber que estaba encontrando sus zonas más sensibles.
Hasta ese momento me había manejado fríamente pero ese suspiro me hizo aumentar las pulsaciones por lo que traté de dominarme pero mi erección era inevitable, mi consuelo era que ella no me veía y eso me tranquilizaba. Seguí acariciando por fuera su vagina, sin introducir ningún dedo pero pude notar que la humedad se escapaba por su raya. Le hice apoyar las plantas de los pies sobre la cama para que recogiera un poco sus rodillas. Hice que cruzara su pierna derecha por encima de la otra y ella pasó su pie derecho por debajo de la pantorrilla izquierda, en esa posición presionaba fuertemente su clítoris. Le abrí completamente la bata y su desnudez estaba totalmente ante mí. Sus pechos quedaron al descubierto. Sus pezones estaban en punta, hermosos, deseando ser tocados. Con las piernas cruzadas presionando ella misma su clítoris me aboqué a acariciar suavemente sus tetas. Tomé un poco de crema que tenía sobre la mesa de luz y puse un poco en cada pezón le masajeaba lentamente ambos pezones a la vez. Ya no suspiraba, ahora eran gemidos de placer. Estaba completamente liberada. Le abrí las piernas y empecé a acariciar el lado interior de sus muslos, al mismo tiempo seguía acariciando uno de sus pezones. Cuando llegué con mis manos hasta casi tocar su vagina, ella se abrió totalmente de piernas y movía su pelvis buscando acercarse a mis dedos. Mi erección era total y ya estaba perdiendo el control. En uno de sus movimientos mi dedo mayor se introdujo en su vagina, estaba totalmente mojada. No me contuve más y empecé a tocar frenéticamente su clítoris al mismo tiempo puse mi boca sobre uno de sus pezones y chupé hasta qué ella de un tirón se quitó el antifaz , tomó mi cabeza con ambas manos por mi nuca y acercó mi rostro al de ella, me miró y me dijo: ¡ Cojéme Luis cojéme! Me desnudé completamente, ella me besaba sin parar, no dejaba de meter su lengua en mi boca y chupar al mismo tiempo. Yo dejé de estar a su lado y me metí entre sus piernas, su concha estaba totalmente mojada y mi pija dura como una roca apuntaba derecho a su vagina. Mientras le metía la pija, ella no dejaba de dar gemidos y gritos de placer ¡Así, así, así, cogeme,cogeme, cogeme! No paraba de mover su pelvis buscando que mi pija se le metiera más y más adentro, y yo no podía parar de moverme para dejar toda mi leche adentro suyo. Se lo dije: me va a salir y te lo voy a dejar todo adentro de tu concha, pero ella no paraba de moverse al tiempo que decía: no me importa ¡Llenáme de leche! ¡Llenáme de leche! Finalmente todo mi esperma fue a parar hasta lo más profundo de sus entrañas y quedó allí anidando en su vientre. Nuestros movimientos fueron cada vez más lentos hasta que finalmente me quité de encima suyo y me volví a acostar a su lado. Pasaron unos minutos en que los dos estábamos mirando el techo. El primero que habló fui yo:
· ¿Y ahora que hacemos?
· No sé, me dijo, pero si dejás de cogerme le cuento todo a tu hijo y a tu esposa.
Hoy tenemos un tercer nieto de poco más de un año. Nos mudamos a la ciudad donde vive mi hijo, muy cerca de su casa. Mi notebook se rompió por lo tanto voy casi todos los días a chequear los mails a la compu de Claudia.
A veces nos quedamos solos…
Autor: Benito
me parecio increible tu relato, espero podamos conversar algun rato