(por Hypnoman)
Todo comenzó lo que debió haber sido una normal tarde de miércoles. Yo estaba estudiando literatura americana con Kathy, estábamos leyendo a Thoreau. Kathy era linda y simpática pero yo sentía más atracción hacia Tonya, su compañera de cuarto. Dios, Tonya era espléndida. Pelo rubio, ojos verdes, pechos pequeños y una cola hermosa y bien redonda. A mi siempre me ha gustado el trasero de una mujer, y el de Tonya era perfecto.
Había alquilado un departamento al otro lado de la calle sólo para poder cruzarme "accidentalmente" con Tonya en el autobús hacia el Campus. Si bien nunca tuve nada preparado, mi única preocupación era cumplir alguna de mis fantasías con ella.
Kathy y yo estábamos sentados en el sillón del living, tomando un descanso, cuando llegó Tonya de una reunión de compañeras. Se quitó los zapatos y puso un video de "Nuestros días felices" que habían grabado unas horas antes.
Kathy estaba sentada al lado mío y Tonya se sentó en una silla del otro lado.
– Steve, ¿Quieres que sigamos estudiando? -me preguntó Kathy.
– No precisamente, pero creo que para poder terminar bien el año, debemos pasar por esto.
– Tienes razón. A veces desearía encontrar alguien que me hipnotice y me haga recordar todo lo que hemos leído.
Decidí darle la oportunidad y le dije que yo había puesto en trance a varios compañeros, en algunas fiestas que habíamos hecho en la escuela secundaria. Lo había aprendido de un libro que había comprado: "Poniendo multitudes a dormir: Manual del hipnotizador" Tonya debió haberse aburrido con el video porque me sugirió que hipnotizara a Kathy.
– ¿Están seguros que es una buena idea? -preguntó Kathy.
– Vamos, por un poco de llanto o de gritos. Solamente te veremos Steve y yo -la animó Tonya.
Habiéndonos puesto de acuerdo, comencé la inducción. Los párpados de Kathy comenzaron a temblar y una expresión ausente cruzó su rostro. Le pedí que levantara un brazo y le dije que no podía bajarlo. Kathy obedeció y yo noté un movimiento del otro lado. Cuando me di vuelta, vi a Tonya sentada, los ojos semiabiertos y su brazo extendido.
Absolútamente sorprendido, me volví hacia Kathy (no quise seguir prestándole atención a Tonya por miedo a sacarla de su estado) y continué:
– Ahora lentamente bajarás tu brazo mientras cuento de 10 a 0 y cuando haya terminado estarás completamente hipnotizada. 10…..9……8……
Conocen el resto. Cuando llegué a 0 los ojos de Kathy se cerraron por completo y su cuerpo cayó hacia el respaldo del sofá. Volví a darme vuelta y vi a Tonya también en trance, con su cara caída hacia uno de sus lados, medio oculta por un mechón de su rubio cabello que cruzaba su rostro.
Les ordené que se pararan y las envié a la cocina para una prueba final. Observé que Tonya llevaba sus shorts negros favoritos, que lucía de manera tan sensual.
Caminando al lado de ellas me di cuenta del hermoso pelo castaño de Kathy, bien corto y pegado a su nuca y de las hermosas piernas que ella tenía. No era normal verla en pollera.
Ellas permanecieron de pie, juntas, en la puerta de la cocina, Tonya apenas era un poco más alta que su amiga. Entramos juntos y yo tomé una botella de amoníaco y les dije que era su perfume favorito. Si ellas lo creían, realmente estarían en profundo trance.
Kathy sonrió cuando puse el "perfume" bajo su nariz y Tonya dejó escapar un pequeño gemido de placer.
Eran mías.
Deslicé mis dedos por uno de los pechos de Tonya. Pude sentir, a través de la tela de su camisa blanca, que ella no llevaba sujetador. Deslicé mi mano hacia el interior, acaricié su pecho, luego subí hasta su cuello y tomé su cara, la atraje hacia mí y le dí el beso que había querido darle desde hace dos años. La tomé de la cintura y apreté su cálido y suave cuerpo contra el mío. Podía sentir como sus pechos se apretaban contra mí y, si ella hubiese estado consciente, también hubiese sentido algo mío presionando contra el cuerpo de ella.
– Tonya, ve al do
rmitorio.
Cuando comprobé que la primera de mis amantes se dirigía a su dormitorio, me volví hacia Kathy. Siempre pensé que ella luciría más bonita si dejase de usar esa ropa que llevaba siempre a clase y que cubría todo su cuerpo, sin sugerir nada. Ahora me daba cuenta que estaba usando una camisa sin mangas, con los primeros botones sin abrochar y desde allí surgía un verdadero aroma a perfume. ¿Habría estado esperando que yo avanzase hacia ella?
– Kathy, tú también ve al dormitorio de Tonya Nadie que esté bajo hipnosis puede hacer nada contra su voluntad, ¿correcto? Bien, Kathy se había vestido para mí y Tonya tenía que saber la atracción que yo sentía hacia ella y nunca puso ningún reparo. Así que me liberé de toda preocupación y me fui al dormitorio.
Kathy estaba de pie al lado de la cama y Tonya al lado de la cómoda.
– Tonya, cierra las persianas. Kathy, desvístete y métete en la cama, pero déjate las medias de nylon.
Mientras Kathy obedecía, me puse detrás de Tonya que se encontraba parada al lado de la ventana. Tomé con ambas manos sus pequeños pechos y besé su cuello.
Deslice mis manos bajo su short y quité su camisa por sobre su cabeza. Sus brazos cayeron inanimados a ambos lados de su cuerpo cuando se liberaron de las mangas.
A continuación desabroché su short. Dándola vuelta lo tomé con ambas manos y lo bajé lentamente, sintiendo sus anchas caderas y su alto y perfecto trasero, hasta que cayera al piso. Sus bragas eran lo único que llevaba puesto en esos momentos. Tonya permanecía allí, desnuda y obediente, su cabeza levemente de costado y su mirada caída. Arqueé su espalda hacia adelante y extendí sus brazos hasta que sus manos tocaron el pared. Separé un poco sus piernas y me quedé observando en la posición en que había quedado.
Ávidamente, introduje mi pene dentro de ella. Era una increíble sensación zambullirme en su interior húmedo y caluroso y sacar y poner mi miembro totalmente erecto mientras ella sólo me aceptaba, devota y obedientemente.
Dios, yo nunca pensé que algó así podía pasar. Si bien yo lo había imaginado muchas veces, y hasta lo había soñado, el tener sexo con Tonya de esa manera, estar cojiéndomela allí en su habitación, con Kathy recostada sobre la cama, era tan increíble que temía que fuese sólo un sueño. Tan maravilloso era que no pude aguantar más y acabé dentro de ella abrazándola con todas mis fuerzas. Tonya sólo emitía pequeños gemidos de placer mientras yo descargaba toda mi lujuria.
No estuvo nada mal por ser la primera vez.
Kathy permanecía sobre la cama, con la vista perdida en el techo, totalmente inconsciente de lo que había sucedido apenas a unos pasos de donde se encontraba.
Ordené a Tonya que fuese hacia la cama y me detuve a admirar mi obra. Rápidamente fui hacia el baño y tomé una esponja con la que limpié a Tonya lo mejor que pude. Estaban hermosas con sus cuerpos oliendo a perfume y sus plácidas expresiones. Los brazos de Kathy descansaban a sus costados y sus piernas estaba ligeramente abiertas. Tonya tenía las manos cruzadas sobre su firme estómago. Las bocas de ambas estaban apenas abiertas pero los labios de Tonya estaban un poco más separados debido a la excitación que, aún hipnotizada, había sentido minutos antes.
Me metí entre ellas y sostuve el cuerpo de Kathy contra mi pecho. Acaricié su cola y, ante una orden dada, Tonya se encargó de quitar el último vestigio de ropa que llevábamos los tres.
Después de quitarle a Kathy la camisa, se dirigió hacia sus bragas y las deslizó lentamente entre sus piernas, exponiendo su piel bronceada. Me pareció como si Tonya lo estuviese disfrutando.
Cuando Kathy estuvo completamente desnuda, conduje a Tonya nuevamente a la cama con nosotros y la penetré nuevamente, mientras Kathy, desde mi espalda, besaba mis pelotas, como se lo había ordenado.
No pasó mucho tiempo hasta que volví a acabar dentro de Tonya y fue tan bueno como la primera vez, incluso mejor porque ahora ella me estaba abrazando y yo pude introducirme mucho más en profundidad en su, ya relajado, interior.
Me quedé arriba de Tonya, jadeando debido al esfuerzo, y me di cuenta que ya era bastante tarde. Tenían que ir al restaurante donde ellas trabajaban (y donde se encuentran en este m
ismo momento) y, aún con 21 años, yo necesitaba tomarme un buen descanso después de semejante excitación.
Les ordené que se vistieran y las llevé hacia el living, colocándolas en la misma posición en la que se encontraban cuando todo comenzó. Después de darles unas sugestiones post-hipnóticas, les pedí que no recordaran nada, que pensaran que habían estudiado y mirado TV. Entonces, las desperté.
– Oh, mi Dios -dijo Kathy- vamos a llegar tarde al trabajo. Lo siento, Steve, pero no hemos avanzado mucho en el estudio
– Está bien, no te preocupes. De todas maneras pienso que fue una tarde productiva. ¿Qué te parece si vuelvo mañana por la mañana y retomamos desde donde hemos dejado?. Estoy seguro que, de mantener este ritmo, nos vamos a sacar una excelente nota.
Kathy estuvo de acuerdo.
FIN
Autor: Hypnoman