Los viajes de fin de curso son un corte en cualquier historia personal. El terminar el college o el secundario o la academia se convierte en motivo de un viaje, de una fiesta más o menos libre y de una exploración de experiencias en bebidas, en acercamientos sociales y en relaciones sexuales. Algunos le temen y tratan de zafar de estas salidas masivas con todos los compañeros, sobre todo si deben bailar y pernoctar fuera de la casa de los padres. Algunas buscan un primo lejano que oficie de amigovio o medio amigo y medio novio.
Horacio Despoy (19), es el hijo mayor de la pareja de Patricio Alonso. Siempre tuvo una conducta ordenada, casi rutinaria y confiable durante los años de escuela. No se le conocía novia, ni situaciones disonantes propias de la adolescencia. El líder del grupo, Osvaldo Travis (18) era el más extrovertido en los salones de baile, en los picnics o en los encuentros en la cafetería. El se encargaría de las diversiones, bebidas y juegos sobre todo si llovía y debían permanecer en espacios compartidos por todos. Las excursiones tenían un arco de deseos superiores a la cantidad de participantes disponibles: pesca, escalamiento, canotaje, trekking, parapentes, seguimiento de pistas, caminatas nocturnas, manejo de GPS y brújula en terrenos con dificultades, etc. Por votación unánime, le encargaron a Horacio la contratación del bus, de los snacks para el viaje y del alojamiento en un albergue de la montaña, donde pasarían siete días. Ël era de los que "non parla, pero se fija", por lo que tenía el sobrenombre: "el Buho". Con toda prolijidad, tanto en el papel, como en las comunicaciones, Horacio dispuso de las habitaciones y de los lugares para un primer acomodamiento. Ya se sabe que después cada uno se ubica donde quiere y con las salidas a bailar y los arreglos todo se convierte en un caos. La idea de "el Buho" no era contener todos los desbordes, sino reducir los gastos o los deterioros. Era respetado como un supervisor informal. Sobre todo tenía "buena onda" y siempre arreglaba. Por ejemplo, si encontraba a dos o más durmiendo juntos una borrachera, trataba de llevarlos a sus respectivas habitaciones, previo paso por el baño o el lugar dónde iban a vomitar. Otro ejemplo, era con la provisión de toallitas higiénicas en el albergue en medio de la nada o de profilácticos en caso de necesidad imperiosa. Cuando alguno quedaba descompuesto en la cama y los demás salían, le conseguía remedios o los acomodaba para que no fuera tan penoso si tenían que ir a los sanitarios o bañarse para recibir al médico. Veía tanto pijas como culos y algunas conchas o vaginas.
Como los cursos eran de varones y mujeres hubo que elegir dos mujeres que fueron Teresita Ducroix(18) y Rosaura Costas(19), pero ambas trabajarían con Osvaldo para las excursiones con las chicas. La ayuda a las chicas también pasaba por "el Buho", que los baños quedaban imposibles al punto de que las empleadas no querían limpiarlos. Allí Horacio conoció la anatomía y la fisiología de la adolescencia del otro sexo. Lo visto no lo animó a iniciar una exploración hetero que le permitiera acceder al sexo práctico. En varias salidas, tuvo que conseguir "píldoras para el día después", a pedido confidencial de las chicas. Quien más o quien menos tenía su roce y en la búsqueda de la identidad social y sexual. Algunos, al regresar se atreverían a decir que eran bisexuales o heteros probando otras cosas. Los homoflexibles buscaban argumentos para habilitar la gran avenida de doble mano y las lesbianas, los lugares justificados del baño para estar solas y que nadie diga nada.
Osvaldo salía con cuanta chica lo buscara y de regreso, pasado de alcohol volvía medio vestido. Horacio, al principio, lo ayudaba como si encontrara un perrito atropellado por un camión, pero después de sostenerlo para que meara en la calle o limpiarlo un poco para acostarlo, comenzó a tener otro interés. Sospechaba que si Osvaldo estaba tan perdido no se daría cuenta cuando lo desnudara para meterlo en
la cama o no sintiera su mano entrando en las nalgas sudadas o metiendo en el calzoncillo la pija húmeda. Era increíble ver renacer a Osvaldo cuando a media mañana se bañaba y salía reluciente, con la toalla en la cintura, buscando un calzoncillo limpio para vestirse y seguir la fiesta.
Los últimos días se hacían las excursiones pero la falta de sueño y las fiestas nocturnas diezmaban a los chicos. Horacio siempre rescataba a Osvaldo. Hacía poco lo había bañado cuando se vomitó encima y nadie quería acercarse a la mugre que exhibía. Horacio se puso una malla y lo llevó a la ducha donde lo desnudó bajo el agua. Después pasó el jabón incluso tocando, como por descuido, los genitales y ese culito apestoso. Cuando lo secó en la habitación, lo recostó sobre la cama y lo arropó, mientras repasaba sin necesidad las nalgas y los huevos de Osvaldo. Lo puso de costado y después medio boca abajo mientras estaba semidormido. Le encantaba el agujerito rosado que estaba en medio de dos nalgas duritas; untó un dedo con gel y lo desplazó metiéndolo suavemente. Su compañero parecía dormir. Intentó con dos y también tuvo éxito ya que Osvaldo gemía de gusto y se levantaba un poco la cola. Horacio iba a seguir, cuando Osvaldo gira la cabeza y entresueños le dice: "ponete un profiláctico si vas cogerme…dale que estoy muy caliente". "El Buho" puso llave a la puerta y se calzó un condón; apagó las luces centrales y aún vestido comenzó a culear o sea a penetrar la intimidad de Osvaldo. A poco más de una hora, Horacio se levantó, apagó totalmente las luces y se fue a su habitación mientras Osvaldo continuaba durmiendo.
Al día siguiente todo comenzó como si nada hubiera pasado. Se preparaba la fiesta final porque a la madrugada comenzaba el regreso. Algunos comenzaban a juntar sus cosas tiradas por todas partes.
Teresita y Rosaura como Osvaldo y Horacio tenían que reunirse para coordinar la salida. Osvaldo se había acostado con las dos juntas por lo que había mucha simpatía. Horacio estaba temeroso de que Osvaldo recordara lo de unas noches antes, por lo que se sorprendió cuando Osvaldo propuso a todos los compañeros un aplauso para la gestión de Horacio. Cuando se desconcentraban, Osvaldo le dijo a Horacio que lo invitaba a cenar en el restaurante de un hotel para extranjeros para agradecerle a él personalmente toda la colaboración más allá de su obligación. Era la última noche y Horacio aceptó. La cena fue en una habitación donde Osvaldo lo esperó, ya bañado, en bata y dispuesto para un brindis. Horacio pensó que había llevado mujeres para una noche a full, pero sólo estuvieron los dos.
-Quiero devolverte la atención y el placer que me diste cuando me cogiste la otra noche -dijo Osvaldo. En mi borrachera me di cuenta que me duchaste y que te gusto. Yo tengo éxito con las chicas, pero me resolviste una duda que arrastraba hace tiempo. Me gustó. Ahora quiero cogerte yo y hacerte sentir bien con toda la experiencia que tengo. Si después querés olvidar todo, lo voy a comprender, pero quiero que esta noche sea inolvidable. Tenemos cuatro horas y quiero besarte ya.
Horacio dejó que Osvaldo hiciera. Estaba desnudo de argumentos y la oportunidad era única. Cuando sintió que su virginidad valía lo que entraba se dio cuenta que el tiempo perdido en otras cosas, se podía recuperar con esta pareja que se abría en todo sentido.
Cuando regresaron al campamento, el ómnibus estaba cargado y listo para partir. Ninguno de los dos recordaba qué había comido durante la cena, si habían comido. "El Buho" solo tenía ojos para Osvaldo.
Autor: PATRICIO ALONSO patricioalonso2003 (arroba) yahoo.com.ar