Todo comenzó cuando fui a comprar el periódico.
Todo comenzó cuando fui a comprar el periódico. Estoy de vacaciones en un pueblo de Almería y compro siempre la prensa en una tienda de cómics, pequeña, que tiene un taller de aprendizaje al fondo. Estaba Lydia atendiendo, una chica de veinte y pocos, 170, morena, ojos verdes y con la típica ropa de trabajo, vaqueros y top, con un delicioso ombliguillo al aire y una de esas sonrisas que iluminan el día.
Estaba cotilleando entre los cómics cuando entró la Señora, treinta y pico, con un vestido corto blanco que contrastaba con un cuerpo de escándalo perfectamente bronceado, resaltando su belleza, sin maquillaje aparente.
Le preguntó a Lydia por una revista de decoración, y sin pararse a oír la respuesta se fue a la estantería de los cómics que yo estaba viendo, y cogió un taco para revisarlos.
El tono de su voz que, si bien era perfectamente educado, denotaba que estaba acostumbrada a ser obedecida a la primera, sin cuestiones.
Se le cayo una revista al suelo y no hizo el más mínimo gesto de evitarlo o de recogerla, simplemente me miró y me dijo: "¿A qué esperas?" "Perdone" y me agache a recogerla.
"Sujeta esto" y me puso el taco en mi mano, "y que no se caiga". Yo estaba colorado como un tomate y baje la mirada a sus pies, no sin antes darme cuenta de que Lydia miraba hacia nosotros completamente boquiabierta y de que yo mismo estaba empezando a tener una erección.
"¿Y tu que haces, me traes la revista o qué?" Lydia saltó de su sitio y le llevo la revista que yo sujeté con mi mano libre. Sonriendo con aire travieso, siguió seleccionando cómics, que yo iba sujetando.
Llegaron unas chicas y la Señora recriminó a Lydia que no las atendiera.
Cuando se fueron, ordenó : "¿Puedes cerrar la puerta por dentro? No quiero que venga mas gente a molestarnos" Lydia, como hipnotizada, puso el cartel de "vuelvo enseguida" y nos dirigimos los tres al pequeño cuarto de atrás.
Me ordeno que me arrodillase a la entrada del baño, mirando hacia fuera, mientras Lydia se arrodillaba y le bajaba las bragas a la señora.
"Pónselas en la cabeza y que se de la vuelta" Y así acabé viéndola a través del encaje, mientras ella estaba en el retrete, con una toalla entre las piernas que me impedía ver nada y Lydia a mi lado, tambien de rodillas frente a ella.
"¿Cómo te llamas pequeña?" "Lydia" "Bien, quítame el zapato y mete mi pie en la boca de ese capullo." El capullo (yo, evidentemente), comenzó a chupar los dedos, sorprendiéndome con el delicioso sabor, algo que nunca había hecho antes. Lydia me miraba alucinada hasta que la señora le dijo que besase su otro pie. Dudó un momento y se puso a la faena.
Sacó su pie de mi boca, dejándome un poco frustrado, y se puso de pie, con la falda arremangada y me dijo: "Límpiame" Yo me quedé un sin saber que hacer, mirando su hermoso pubis, cuyo pelo estaba perfectamente arreglado, y ella, para motivarme, me dio una gentil patada en mis testículos, lo justo para sacarme de mi congelación y hacer que mi erección se convirtiese en la mayor que recuerdo. De rodillas me acerqué a ella y empecé a limpiarla con mi lengua. Ahora la sorprendida era ella, riéndose, dijo: "Vaya, había leído de capullos así, pero eres el primero que me encuentro".
"Señora,mas sorprendido estoy yo, es la primera vez que limpio y no sabia como hacerlo" Cuando quité todas las muestras evidentes, ella me apartó de un empujón y le ordeno a Lydia que le comiese el coño, ella protestó, "No soy lesbiana", "No, eres mi perra " Con la cara roja como un tomate empezó a comerse a la Señora, y ella mirándome a los ojos me dijo, " Quítate los pantalones y quédate frente a mí, no os toqueis".
Cuando se corrió, escandalosamente, sobre la cara de Lydia, se quedó un momento pensativa, mientras Lydia y yo la mirábamos embobados.
"Hoy es un dia de suerte para vosotros. Es evidente que sois una pareja que ha nacido para ser sumisa y yo os voy a amaestrar. Os recogerán a las 5 de la tarde, a los dos, en la puerta del ayuntamiento, ireis vestidos con un pantalón blanco, sandalias y una camiseta, nada mas, ni siquiera ropa i
nterior. No os esperarán y no habrá segundas oportunidades."
Me quitó las bragas de la cabeza y las metio en su cartera, junto con los cómics y la revista y se fue.
Lydia y yo nos miramos, y mientras nos recomponiamos un poco, me miró a los ojos y me dijo, "¿Irás?" y solo supe decirle que tenia que ir a comprar algo de ropa y calzado.
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Autor: Aben_
rogelio_mahi ( arroba ) hotmail.com