Infidelidad consentida, intercambio, parejas liberales. Eran las doce y media de una soleada y fresca mañana. Como era costumbre los sábados, mi novio y yo salimos de casa para hacer la compra de la semana. Teníamos un supermercado muy cerca de casa, pero nos gustaba ir a uno que teníamos más retirado, porque el establecimiento era nuevo.
Mientras bajábamos las escaleras del piso, mi novio, al que le gustaba mucho cocinar, me recordó que quería comprar un molde metálico para cocinar. Yo ya estaba acostumbrada a oírle pedir utensilios de cocina. Primero porque le gustaba mucho y segundo porque hacía poco que nos habíamos ido a vivir juntos, y la casa no estaba del todo completa. Mientras íbamos escalera abajo, intentaba imaginar qué nueva receta se le habría ocurrido esta vez.
Me gustaba como cocinaba, porque lo hacía con mucho cariño, pero a veces se ponía un poco «pesadito» con el tema de comprar cosas para la cocina.
-¿Qué se te ha ocurrido esta vez?- Le pregunté mientras bajábamos tranquilamente por la escalera.
-Estoy pensando en hacer un «rissoto», pero necesito un molde para ponerlo sobre el plato. He visto en un programa de cocina…- Y mientras me explicaba lo que quería hacer, nos acercamos a una ferretería que había de camino al supermercado. Ésta era muy grande y tenía dos zonas. En la primera vendían todo tipo de herramientas y en la segunda, que se encontraba en la parte posterior de la misma, había todo tipo de utensilios de cocina, desde un «gira tortillas» hasta un pincel de silicona para ponerle huevo batido a una tarta.
Cuando entramos al establecimiento, había un señor de unos sesenta y tantos años detrás de un largo mostrador que estaba repleto de objetos. Le preguntamos si tenían un molde como el que andábamos buscando y él nos indicó que pasáramos a la otra parte de la tienda, que allí estaba su hija, que ella se encargaba de esas cosas. Mientras nos acercábamos a preguntar a la hija del dependiente, mi novio se tropezó con no se qué artilugio de cocina y claro, se paró en seco para inspeccionar para qué servía aquello.
-Yo me adelanto, ¿vale?- Le dije a él mientras pasaba por su lado.
-Eh sí, sí. Ahora mismo voy- Contestó él absorto en su pequeño descubrimiento.
Yo seguí adelante hasta llegar allí. Aquello estaba lleno a reventar de cacharros de toda índole.
La hija del dependiente, Eva, estaba colocando unas cajas en el fondo de la tienda, sin darse cuenta de mi presencia. Me acerqué a ella para preguntarle y en cuanto estuve a menos de dos metros, levantó la cabeza asustada al oírme.
-Qué susto me has dado- Estaba de cuclillas colocando el género que había en unas cajas. Eva era una mujer de unos cuarenta y tantos años que siempre iba muy arreglada y que se cuidaba mucho. Llevaba una chaquetilla de punto rosa muy escotada y debajo lucía una camiseta de color negro muy escotada también. Además llevaba un sostén que hacía que su pecho quedara firme y muy voluptuoso. Yo, en cuanto giró la cara aterrada, no pude más que sorprenderme por el susto que se había llevado, pero pocos segundos después mi vista se desvió hasta topar con su escote. Durante un instante mi vista quedó fijada en aquel gran y bien proporcionado busto. Ella al instante se recuperó del repentino susto que se llevó por mi presencia y se levantó al instante, pero no sin antes ver que mi vista estaba clavada en su escote. Al erguirse su pecho se fue hacia delante, marcando aún más sus tetas.
El escote que lucía era de órdago, dejando incluso a la vista la parte inferior del sostén. Como yo no decía nada y mi mirada no se despegaba de su escote, ella agachó la vista para observar si tenía el pecho bien colocado. En aquel momento me sonrojé de vergüenza, ya que ella había notado que le miraba descaradamente.
-Vaya susto me has dado, uno más así y me da un ataque.
-Perdona, no era mi intención asustarte. He venido a buscar un molde metálico pequeño. ¿Tenéis alguno? – Le dije mientras le miraba a los ojos con una voz un poco entrecortada.
-Sí, tengo varios modelos, ven conmigo que te los enseñaré- Y con una gran sonrisa se dio la vuelta y se dirigió hacia el fondo de la tienda.
-Mira, ves, aquí tengo varios modelos- Señalándome con el dedo la estantería de abajo. Se agachó para cogerlos y yo me acerqué para que me los enseñara. Me quedé de pie junto a ella observando los moldes que tenía, pero no pude remediar el volver a mirar aquel escote. La verdad que no quería hacerlo intencionadamente, pero una fuerza superior a mí, quizá un instinto primario, dominó mi mente y mi voluntad.
Desde aquella posición pude ver perfectamente su escote y su canalillo. Cuando se inclinaba hacia delante para coger los moldes que había en la estantería, un pequeño hueco se habría entre su sostén y la camiseta negra, dejando a la vista un sujetador de color negro que casi permitía transparentar sus pezones. Cuando vi el color y la forma de aquel gran pezón, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo de arriba abajo. Ella seguía allí agachada enseñándome los diferentes modelos de que disponía, pero yo no podía más que contemplar aquel pezón inmenso mientras mis piernas me comenzaron a temblar ligeramente. No fueron más que unos segundos viendo aquel espectacular pezón, pero para mí fue como si se detuviera el tiempo y pudiera contemplar a placer aquel escote.
Entonces pasó algo sorprendente, ella giró rápidamente la vista para ver si me gustaban los moldes, pero se percató que yo estaba mirando otra cosa. Y lo que me sorprendió fue ver que ella agachó la vista para mirar sus tetas, pero no hizo nada para tapar un poco aquella maravilla. Pero eso sí, cuando levantó la vista de su escote, ya no me miró a los ojos, esta vez miró también a mi pecho. Yo, que seguía hipnotizada mirando entre su escote, dejé a su entera disposición que repasara mis tetas a su antojo. Llevaba puesto un jersey de punto fino, de color azul marino, con un escote que acababa en pico, pero debajo tenía puesta una camisa de color blanca con los botones que no quedaban cubiertos por el jersey totalmente desabrochados. Aquel conjunto me gustaba mucho y tengo que decir que a mi novio le gustaba mucho cómo me quedaba. Claro, a los hombres siempre les gusta que vayamos bastante escotadas y más si encima tenemos una buena delantera para marcar. Y la verdad que no me podía quejar, porque siempre había estado muy orgullosa de mis grandes y bien puestas tetas.
Así que noté como ella escudriñaba entre la camisa de mi escote. Durante un instante aparté la mirada de sus tetas y le miré a los ojos. Ahí tuve la prueba, ella no quitaba la vista de mis tetas. Entonces un segundo escalofrío recorrió mi cuerpo nuevamente. Las dos estábamos absortas contemplándonos mutuamente, cuando apareció mi novio por detrás de Eva. Me cogió «in fraganti» con mis ojos pegados a sus melones. Se acercó hacia nosotras y la dependienta se giró para ver quién entraba.
Fue ahí donde él pudo ver el generoso escote que ella llevaba. Y supongo que se imaginó que yo no habría perdido detalle de aquel par de melones.
-¿Has encontrado alguno que esté bien?- Preguntó él mientras despegaba la vista lentamente del escote de Eva.
-Sí, tiene muchos modelos, seguro que hay alguno que te va a ir bien- Le contesté.
-¿Ah, no es para ti? -Es para los dos, pero soy yo el que lo buscaba. Me gusta mucho cocinar y estaba buscando algún molde para hacer un «rissoto» y presentarlo bien en el plato- Respondió él.
-Eso me gusta. Que sea el chico el que cocine.
-Más me gusta a mí. Y además cocina muy bien. Hace un arroz buenísimo- Contesté yo.
-Me encanta la cocina italiana. ¿Cómo lo haces?- Preguntó Eva.
-Bueno, si quieres estás invitada cualquier día a probarlo y te enseño cómo lo hago.
-No me digas eso porque me apunto rápidamente eh! -Cuando quieras estás invitada.
-Mira, pues yo esta noche no tengo planes, así que si os va bien voy a cenar.
-Por mi perfecto. Pero con la condición de que traigas un par de botellas de vino- Y todos reímos por el atrevimiento que había tenido.
-Vale, me parece bien. Y además llevaré el primer plato. ¿Qu&eacut
e; me decís?- Y mientras terminaba la frase, giró la cabeza para ver qué decía yo. Pero en vez de buscar mi atenta mirada, desvió la vista hacia mis tetas. Como si me indicara con la vista que la cena no iba a ser todo aquella noche. O al menos eso quise interpretar yo.
-Me parece bien- Contesté yo.
Le dejamos la dirección y quedamos por la noche, a eso de las nueve.
Mientras comprábamos, mi cabeza le daba vueltas a lo que estaba apunto de pasar. No podía creerme que fuera a venir una desconocida a nuestra casa. Y más todavía, ella, después de lo que había pasado en la tienda. Todavía se me ponía la carne de gallina al recordar aquellos melones que casi enseñaba ella. Mis pensamientos divagaban en los detalles de aquellos dos minutos escasos, intentando recordar la forma de aquel pezón que había podido ver. Pero ya no estaba segura si lo había visto, o mi imaginación se había desbordado por completo y me había hecho ver ilusiones.
La tarde pasó rápido y con nervios. Mi novio se metió en la cocina a preparar la cena y yo me quedé en la habitación probándome uno y otro modelito. No podía creerlo, pero estaba fantaseando con las tetas de Eva y de cómo vendría ella vestida, mientras me miraba en el espejo el bien proporcionado escote que lucía. Cuando llegó la hora, Eva apareció tras la puerta, puntual. Un abrigo oscuro le cubría hasta las rodillas, pero fue poco lo que lo llevó puesto. Me acerqué a darle dos besos, y ella rápidamente se percató de mi escote. Hasta mi novio se sorprendió, ya que sabía que era bastante tímida. Pero se alegró al verme vestida así. Y qué decir de Eva, ella también perdió su mirada rápidamente por mi escote. Allí estaban los dos contemplando mis hermosos senos mientras él le cogía el vino que traía en una bolsa.
Un silencio, sólo quebrado por la música de fondo que se oía en el equipo de música, nos ahogó durante unos segundos. Yo me quedé muy cortada, porque pensé que me había pasado con el escote. Pero al quitarse Eva el abrigo, con la mirada perdida aún en mi regazo, me sentí más aliviada. Ella también lucía un escote tremendo. La verdad que iba más escotada que por la mañana. Y claro, no pude remediar mirar aquellas enormes tetas, que parecían mayores que antes. Supongo que la ropa de la mañana engañaba un poco la forma, pero ahora no había duda alguna, tenía un volumen de pecho que quitaba el hipo.
Durante un segundo pensé si se habría operado, porque aquellas tetas eran perfectas, pero a lo largo de la velada deseché esa idea. Ni un instante tardó mi novio en abrir una de las botellas de vino y servir una copa a cada uno. Mientras él iba haciendo el arroz, ella escuchaba atentamente lo que le explicaba. Y yo, pues no perdía detalle de su tremendo escote. Pero cuando me miraba a mí, yo apartaba la vista rápidamente, aunque en más de una ocasión me pilló mirando su canalillo. Y yo, si me pillaba, ya no miraba durante un buen rato, porque me daba vergüenza. Pero era ella la que toma la iniciativa para disfrutar con la vista que mis melones le obsequiaban. Y el cocinero, que estaba en medio de las dos, pues parecía que estaba en una pista de tenis. No sabía a cual de las dos mirar.
La cena empezó enseguida, no sin antes haber tomado la primera botella de vino. Yo me senté enfrente de mi novio, y ella en uno de los lados de la mesa que estaba libre. Eva se había puesto para la ocasión un vestido muy bonito, atado por detrás del cuello y ceñido al cuerpo, marcando perfectamente su gran busto y el sostén que había debajo. El vestido de color ocre era abierto por detrás, dejando la espalda al aire. Yo, por mi parte, me había colocado una camisa blanca con cuello de cisne que era preciosa. También quedaba muy ceñida al cuerpo, y por supuesto conseguía que mi pecho luciera muy bien.
Entre risas tomamos un aperitivo ligero, eso sí, sin parar de regarlo todo con la segunda botella de vino. A mí pronto me empezó a hacer efecto el alcohol, haciendo que me relajara un poco más. Y bueno, al estar más cómoda, miraba con más frecuencia y sin tanto miedo a su escote. Cada vez que conseguía posar mi vista en su delantera, la tensión dentro de mí subía mientras mis ojos contemplaban el espectáculo. Era como un juego, y cada vez que conseguía alcanzar el objetivo, la imagen se grababa durante unos instantes en mi retina. Y mientras ellos charlaban, yo intentaba retener lo visto en mi cabeza.
Así discurrió el primer plato. Yo me levanté a buscar el arroz y mi novio me acompañó para ayudarme. Ella se había quedado en la mesa abriendo una botella de cava mientras nosotros preparábamos la presentación del plato. Cuando nos sentamos a mesa las copas estaban llenas. Ella felicitó a mi novio por la presentación, que a decir verdad se había esmerado mucho. Mientras ella disfrutaba de la decoración del plato, yo no pude frenar mi ansia por contemplar nuevamente su escote. Hacía ya cinco minutos, desde que nos habíamos levantado de la mesa, que no se las miraba.
La tensión esta vez no se vio amortiguada por el alcohol, no, al contrario, se disparó más que la primera vez, al ver que el sostén no se marcaba en el vestido. Un escalofrío me inundo nuevamente, mientras mi vista seguía escudriñando sus senos. Durante un instante intenté buscar desesperadamente algún indicio del sostén, pero caí en la cuenta que se lo había quitado mientras estábamos en la cocina. El nudo del traje que llevaba detrás del cuello, hacía que sus pechos no se cayeran, y con ello conseguía que sus pechos fueran tremendamente apetitosos. Él también se dio cuenta rápidamente de lo que había pasado, pero no hicimos otra cosa que brindar con cava mientras todos sonreíamos como tontos.
Yo estaba bastante excitada de poder contemplar aquellos senos tan bien formados justo delante de mí, y en un momento de excitación aflojé uno de mis botones de la camisa. La verdad que ya iba muy escotada, pero al desabrocharla más, la forma de mis tetas empezaron a aparecer por entre la camisa. Ahora sí que se apreciaban las formas voluptuosas de mis senos por entre la apertura del escote, que a decir verdad, estaban grandes como nunca.
No me dio tiempo ni a probar bocado, cuando noté como ella clavaba la vista en mis tetas. Yo, al hacer aquello, quería que se diese cuenta de que también sabía jugar a aquello. Y supongo que mi novio lo celebraba, porque sonreía cada vez más, y nos piropeaba a ambas sin dejar de mirar nuestros generosos escotes.
Estaba bastante excitada, y algo bebida quizá. Espontáneamente, todavía no me explico cómo, me levanté con la botella en la mano con intención de llenar las copas. Me acerqué a Eva y me puse muy cerca de ella. Apoyé una mano sobre su hombro mientras le llenaba la copa muy lentamente. Entonces, desde aquella posición, pude contemplar perfectamente sus melones. Quedaban casi a la vista mirándolos desde allí, y sobretodo ayudados por ella al inclinarse un poco hacia delante. Cuando pude ver uno de sus enormes pezones entre el vestido, el pulso me empezó a temblar y tuve que para de servir la copa. Pero nada me impidió seguir mirando el rosáceo y gigante pezón de Eva. Ella se dio cuenta de todo al momento, ya que bajó la vista y notó perfectamente que uno de sus pezones quedaba a la vista para mí, pero hizo como si nada mientras seguí sonriendo.
Terminé de llenar las copas y me senté en la silla, sin poder olvidar aquel pezonzazo. Esperaba que ella hiciera algún gesto para que volviera a aparecer al menos uno de sus pezones nuevamente, pero no hizo nada. Cuando terminamos el primer plato, ella se ofreció a ayudar a mi novio a traer el segundo.
Yo me quedé sola y excitada en la mesa, así que decidí quitarme también el sostén para que ella lo notara. Quizá así entonces ella me enseñase nuevamente uno de sus gigantes pezones. Fue Eva la que se colocó a mi lado para ponerme el plato en la mesa, y yo abrí un poco más la camisa para que ella pudiera ver que no llevaba nada debajo. Miré un momento mis tetas para ser consciente de lo que se veía, y pude ver perfectamente ambos pezones, que estaban hinchados debido a mi terrible excitación.
Cuando alcé la vista vi como ella no quitaba ojo de mis tetas. Se quedó petrificada contemplando mis melones. Durante un momento pensé que se iba a abalanzar sobre ellas, pero reaccionó y tras dejar el plato sobre la mesa se sentó enfrente de mí. Había conseguido que ella también se excitara, estaba convencida de ello, ahora quería comprobar si me volvía a enseñar uno de suspezones. Mientras comíamos, mi novio no me quitaba ojo de las tetas, prácticamente tenía la mitad de los pezones al aire, y en su mirada vislumbré que él también estaba muy excitado. Las dos jugábamos a aquello y los tres nos beneficiábamos.
Yo no quitaba ojo de su escote, esperando que fuera ella la que diera un nuevo paso, pero no llegaba. No sabía que hacer. Entonces, una de las veces que me estaba mirando mis tetas, se giró medio cuerpo hacia detrás como mirando el reloj que estaba a sus espaldas, y entonces por fin pude volver a contemplar uno de sus pezones en todo su esplendor. Aquel pezón era casi el doble que el mío, y eso que los míos eran grandes. En ese momento me mojé completamente, y tuve que bajar la mano para ponerla en la entrepierna.
Sin apartar la vista de sus tetas ni un segundo, ya sin vergüenza alguna, ella bajó la cabeza y vio que tenía todo un pezón fuera. Y mientras sonreía miró un instante hacia mí y luego volvió a girar la cabeza hacia el reloj y así pude seguir disfrutando de tan espléndida vista. No aguantaba más, estaba muy mojada, pero no me atrevía a dar el paso. Ella se levantó un momento y se fue al lavabo. Yo miré a mi novio como pidiéndole que hiciera algo, y creo que él lo entiendo.
Así que esperé a que ella volviera para que él diera el primer paso. Cuando se acercó a la mesa, se puso muy pegada junto a mí. Le dijo a mi novio que porqué no nos hacía unas fotos, que quería tener un recuerdo de aquella noche. Él se apresuró a buscar la cámara de fotos y yo mientras tanto giré la cabeza para mirar nuevamente su escote. Se había aflojado el nudo del cuello y ahora sus pechos empezaban a asomar por su vestido. Había dado el paso, menos mal, eso me alivió pero también me puso nerviosa.
Mientras mi novio venía con cámara en mano, se inclinó para coger mi copa y beber un poco de cava. Al inclinarse un poco hacia delante, pude ver perfectamente cómo ambos pezones salían de su vestido y caían hacia abajo. Tenía unas tetas impresionantes, con unos pezones enormes. Casi me abalanzo sobre sus tetas, pero en ese instante él llegó y ella se puso recta, volviendo a esconderse sus pezones tras el vestido.
-A ver, poneros más cerca la una de la otra- Nos dijo a las dos. Ella seguía de pie y yo sentada en la misma postura. Me acerqué un poco hacia ella y Eva pegó ligeramente su pecho a mi cara, mientras me pasaba el brazo por el hombro. Noté como su pecho rozaba mi cara, sólo tenía que girar la cabeza para poder probar uno de aquellos pezones. Giré la cabeza un poco y pude volver a contemplar uno de sus pezones por entre la ropa.
-Sonreíd!- Dijo mientras nos hacía la foto. Entonces miré hacia delante mientras sonreía y el flash iluminó nuestras caras.
-Ahora cambiad de posición, que hago otra- Nos dijo a las dos con cara de excitación.
Ambas intercambiamos el puesto, ahora ella estaba sentada y yo, de pie, podía ver sus tetas medio asomando por el escote. La excitación era cada vez más patente en el ambiente, pero parecía que no estaba sucediendo nada.
-Acercaros un poco más, que no salís en la foto- Volvió a indicarnos.
Ella me cogió por la cintura y yo pasé mi brazo por su hombro. Luego acerqué su cara contra mí, hasta que chocaron con mis tetas. Entonces entre bromas, ella desabrochó uno más de los botones de mi camisa, mientras mi novio la animaba. Al abrir uno más, mis dos pezones empezaron a salir por entre la camisa. Yo al verlos de punta, no pude más que excitarme como nunca lo había estado. Seguidamente ella pegó su cara contra mi pecho, esperando a que él nos hiciera la foto. Noté el calor de su cara en el pezón de mi teta.
-Espera un momento que coja la copa- Le dije al fotógrafo. Me incliné hacia delante para tomar la copa, y entonces noté sus mejillas en mi pezón. Me incliné un poco más hacia delante, y entonces noté el contacto de sus labios en mi pezón. Aquello me hizo enloquecer, deseba que Eva abriera la boca para que mi pezón fuera succionado por ella. Pero tras una breve espera ella no se atrevió a hacerlo. Él nos hizo la foto y nos animó a seguir. Las dos aceptamos encantadas.
-Venga, cambiad de posición, a ver esa imaginación.- Dijo él.
Eva tomó la iniciativa y entre risas, hizo que me sentara en la silla y ella se sentó sobre mí, con ambas piernas en el mismo lado, abrazándome con un brazo por encima del hombro.
Ambas tetas estaban casi al aire, a un palmo de mi boca. Podía contemplar casi por completo uno de sus pezones, pero no del todo. Así que hice como ella había hecho antes. Subí ambas manos y le aflojé el nudo del cuello. Rápidamente el vestido se aflojó, mientras ella reía como si nada, asomando ambos pezones por completo. Eva puso uno de sus pezones justo al lazo de mi boca, pero sin llegar a pegarlo. Yo deseaba que lo pegara para poder notar el contacto con los labios. Ella miraba sus pezones y me miraba a mí para ver cómo se las miraba. Cuando ella finalmente pegó uno de sus pezones contra mis labios, mi novio intervino.
-¡Sonreíd las dos!- Espetó sonriendo. Giré la cara para la cámara pero Eva giró nuevamente sus tetas buscando otra vez el contacto con mi boca. Dejó todo el pezón en mis labios, pero no me atrevía a abrir la boca, aunque me moría de ganas. Mientras tanto, mi novio no paraba de tocarse la entrepierna, que nos obsequiaba con un abultado paquete.
-Venga, ahora en vez de fotos, pondré la cámara en modo vídeo. Quiero ver qué tal actuáis delante del objetivo.- La cámara era recién comprada y último modelo. Tenía una opción que conectaba de forma inalámbrica con un PC o una TV. Así que mientras nos gravaba, podíamos ver en la tele la imagen.
Eva no paraba de reír y yo que estaba medio borracha, supongo que estaba igual de sonriente que ella. Él se acercó con la cámara en mano y empezó a hacer primeros planos de nuestras tetas. Ambas mirábamos el resultado en la TV mientras él nos indicaba que fuéramos espontáneas. Entre risas ella volvió a pegar una de sus tetas contra mi boca, pero esta vez no se detuvieron en mis labios, porque tenía la boca abierta. Parte del pezón entró en mi boca.
Ella lo retiró rápidamente mientras nos reíamos, pero no sin antes haber notado cómo mi lengua se había posado en su enorme pezón. Aquello me supo a gloría y suponía que a ella también.
-Eso eso- Nos animaba mi novio, que cada vez estaba más excitado de vernos.-Seguid así de espontáneas.
Eva se levantó y me hizo sentarme a horcajadas encima de ella pegando mis tetas hacia su cara. Mi novio se colocó al lado para poder grabarlo, y yo saqué hábilmente un pezón por entre mi camisa y lo acerqué a su boca. Ella gustosa lo succionó con fuerza mientras con sus manos me las acariciaba.
-Eso es chicas, seguid así. Esto se merece un premio de la academia.
Yo estaba como loca, tenía uno de mis pezones en su boca y sus manos palpando mis enormes tetas. Entonces fue mi novio el que se acercó a comer el pezón que me quedaba libre. Ahí estaban los dos, comiéndome los pezones como locos. En ese momento me corrí de placer, gimiendo fuertemente, mientras acariciaba los melones de Eva.
-Umm, me encantan tus tetas Tania, tus pezones me vuelven loca- Me dijo Eva. Yo no paraba de correrme, mientras ellos succionaban mis tetazas.
-¿Quiere mi niña que ahora yo le de el pecho?- Me dijo Eva. Yo acepté rápidamente. Ella se puso delante de mí, y sacó una de sus tetas completamente fuera del vestido. Dejó un inmenso pezón a medio palmo de mi boca, el cual devoré con gusto. Succioné mientras acariciaba sus tetas. Le saqué fuera del vestido el otro pecho y pude ir degustando ambos pezones a mi antojo.
Estábamos ambas como locas. No tardó en empezar a gemir, cuando de pronto un líquido caliente empezó a brotar del pezón que succionaba con más fuerza.
-Chupa por favor no pares- Me decía ella mientras me pegaba mi cara contra sus tetas. Yo seguí bebiendo de aquél pezón el néctar con que ella me obsequiaba. Estaba tan excitada que no me importó beber su leche.
-¿Te gusta Tania?- Me dijo ella.
-Es deliciosa Eva! Por favor, dame más- Y en ese momento ella explotó en un sonoro orgasmo.
-Me corrooooo, ohhhh. Sigue chupando por favor.- Yo le hice caso, y continué bebiendo su leche, hasta que poco a poco el sonoro orgasmo se hizo silencioso.
Cuando ella se recuperó me preguntó si le había molestado beber de sus tetas. Yo le dije que no, que me había excitado
mucho.
-Bueno chicas, no se olviden de mí por favor.- Dijo mi novio con la polla en la mano. Las dos nos abalanzamos a chupar su polla a la vez. Pasábamos nuestras lenguas de arriba abajo. Al poco, él empezó a dirigir nuestros movimientos, cogiéndonos del cuello y haciendo a placer lo que le apeteciera. Nos llevó justo a su capullo, las dos pasábamos las lenguas. Entonces él quitaba su pene y las dos juntábamos nuestras lenguas.
-Eso me gusta, ¡me encanta!- Decía él. Seguimos así un buen rato, hasta que él se vació en nuestras bocas. Las dos terminamos con un morreo para el disfrute de él.
Cuando todo acabó, ella prometió llevarnos a una casa que tenía en la montaña. Nos quería agradecer la velada con otra cena, cosa que aceptamos gustosos.
Si os ha gustado este relato y queréis hacer algún comentario, o tenéis las mismas fantasías que yo, hacédmelo saber.
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