Esa noche decidí ir al taller del fondo, la tersura de la bombacha de mi vecina rondaba mi cabeza y me llevaba continuamente a masturbarme pensando en el culito de su hija. Puse una silla sobre el banco de trabajo y llegando al ventilete veía la casa de la causante de mis calenturas. Al ver la luz del baño encendida, se me ocurrió entonces ir por el costado y saltar el pequeño cerco y llegarme a el ventiluz de su baño. Necesitaba verla desnuda, robarle su intimidad y saber si era tan seria cuando estaba sola. Pensaba también en hacerme una hermosa paja bajo su ventana.
Al subirme a una mesa de material cerca de una parrilla, quedé en la posición justa. Estaba ella con su pollera azul vaporosa y ya se había sacado la camisa blanca que llevaba y un corpiño discreto sostenían unas hermosas y abundantes tetas, cuando cayó al suelo me dejó apreciar sus pezones marrones y parados, yo pensaba en cómo se los chuparía. El agua corría llenando la bañera mientras terminaba de sacarse la pollera. Yo ya la tenía en mi mano, pero para mi sorpresa eso no era todo.
Rita te vas a bañar con mamá.
Si mamá.
Al llamar a su hija ella quedó fuera del lugar que yo podía ver, lo cual me dio mucha bronca, pero la conversación que oí compensó con creces mi excitación.
Vení que te saco el vestido. A ver date vuelta, hoy por suerte no te ensuciaste la bombachita como la otra vez… No esta vez viaje bien. Si mi amor, me alegro. Sin embargo hoy a mamá se la mancharon otra vez.
Tenés una manchita blanca, como fue.
Si mamá te va a contar todo, pero vos también le tenés que contar todo, a mamá como me contaste ayer, vos tenías miedo que me iba a enojar porque alguien te tocó en el viaje.
Si mamá.
Ay hija vos sabes cómo le gusta a tu mami, que le cuentes todo.
Cuando te tocan los hombres, vos te quedas quietita sin decir nada y después solo se lo contás todo a mamá. A ellos les gusta, tocarnos la bombachita y eso nos da cosquillitas aquí. ¿No mi amor?Si a mí me gustó.
Si, pero únicamente a mamá se lo decís, sabes. Hoy a mí también alguien me pasó su mano debajo de la falda de mami y ayudado por el desorden que se produjo al bajar me manoseó toda la cola. Yo no dije nada porque queda mal sabes. Hasta me apretó un poquito un cachete.
Te gustó que te tocara la colita, mamá.
Bueno si. Además estaba mojadita, porque me gusta mucho hablar con Osvaldo.
Y a vos te gustó mi amor.
Si mamá.
Sabes nosotras las mujeres, si somos lindas estamos destinadas a ser manoseadas, pero esto una chica buena no se lo cuenta a nadie, salvo a mí que soy tu mamá. Si mami.
Te mojaste la conchita.
Si mami un poquito mira.
Te gusta cuando se te pone así, no mi vida.
Ahora vamos a lavarnos bien el tajito las dos, las dos estamos un poco sucias por el flujito que nos sale a nosotras las mujeres, nos tenemos que lavar bien adentro mi amor.
Al imaginarme cómo la madre enjabonaba a la hija y se hacía lavar la concha por su hija, no pude más y descargué todo mi líquido sobre la pared.
Los días siguientes, solo tenía una cosa en mente, encontrarla nuevamente, en el tren y poder invitarla a algún lugar, cómo para poder conocerla mejor. Todos los días la busqué en la terminal, sin poderla encontrar, hasta que al fin un viernes la vi en el anden con su hija ,puse cara de sorpresa y le manifesté lo agradable de ella, viajar con alguien con quien hablar, haciendo el trayecto más corto y llevadero. Ella con gusto me saludó, y al pasar comentó que en la semana también le extrañó que no nos hubiéramos cruzado. Matilde fue a comprar los boletos y yo me quedé con Silvia conversando. Que hermoso vestidito tenés hoy. Me alegra que te guste, mira atrás tiene botones en la cola y mamá también me dejó ponerme una bombachita nueva que me compró. Yo me sorprendía lo inocente que era, como hacía para obtener lo que le gustaba. Y de que color es. Es de color rosa viejo y muy suavecita.
Al llegar el tren subimos y có
mo siempre parados y a oscuras, cosa tan normal que no hubo comentario de ello. Mientras hablábamos y por los vaivenes, me tomé el atrevimiento de tomarla por la cintura, cómo haciendo equilibrio y esperando su reacción. Ella poniendo su mano sobre la mía me mostró su agrado.
No te vayas a caer, que aquí no se ve nada.
Gracias Matilde.
Durante el viaje noté que Silvia su nena, se fue acercando a mí, hasta quedar otra vez cómo la anterior de espalda a mí, siendo esta vez adrede el quedar así, esperando mi reacción, la que no se hizo esperar, no sin volver a sorprenderme su interés por volver a sentir las mismas sensaciones del viaje anterior. Mayor sorpresa me dio la madre cuando le dijo a su hija.
Silvia vení acércate a Osvaldo, no te alejes que no se ve nada y es mejor que estemos juntos.
Me pasó por la mente que la misma madre asentía lo que la hija ya había echo al acercarse a mí, dejando su colita predispuesta a mis caricias.
La mayor parte del viaje me la pasé hablando con Matilde, llegamos a concretar una cita informal, en realidad fue ella que me invitó a cenar en su casa. Y con Silvia, fue mucho mejor, pude pasarle sin problemas mis dedos con su colita casi llegando a su rajita, después también le hice sentir mi pija parada por los cachetes, pero esta vez no pude más y por más que me contuve tiré unos lechazos, siendo mi deleite no sacarla de su culito hasta tenerla baja, antes de tenerla totalmente baja le tomé la mano a Silvita y se la pasé por mi pija, ella dejó su mano todo lo que yo quise y hasta tuve que sacársela yo para que no se diera cuenta la madre que la manos tiernas de su hija me manoseaban la pija delante, o cerca de ella.
Su madre y yo quedamos en que al día siguiente, sábado, la iba a mandar a Silva a casa para confirmar la hora de la cena. Esa noche me preocupé, porque pasaría Sí Matilde veía la bombachita manchada y cómo reaccionaría. La respuesta vendría mañana así que traté de dormir pensando en mañana.
A la tarde siguiente, toca a mi puerta Rita.
Autor: Delfin