Infidelidad Consentida. Amo la infidelidad de mi mujer. Adoro a mi Reina y me entrego totalmente a su placer. ¡La he visto mamar verga tantas veces!
Se que le encanta y ella sabe que a mi me vuelve loco verla y que además la apoyo, la cuido y la consiento. Ella puede coger con quien quiera, cuando quiera, donde quiera y cómo quiera. Yo no. Ella es mi única mujer. No quiero otra. Yo estoy a su servicio. Ella es la dueña de mis orgasmos y mi placer es verla gozar y procurarle todavía más placer. Finalmente, en esta etapa de mi vida, he llegado a entender el amor candaulista perfecto. Hay algo tan maravilloso en ver a tu mujer, a tu amor, escoger a un desconocido que le resulta atractivo para cogérselo delante de ti: mostrarte coqueta cómo le abre las piernas para que él se la meta, mirarte a los ojos mientras chupa una buena verga, dejarte ver cómo disfruta poniéndose en cuatro patas y ofreciéndole sus maravillosas nalgas al macho en turno para que él se la coja por el coño o por el culo, oírla gritar de placer pidiéndole al desconocido que se la meta todavía más fuerte. Ella comparte conmigo sus orgasmos divinos, sonoros y violentos. Así me demuestra mi Diosa su amor, pues sabe cuánto me gusta verla caliente, obscena, deseosa y hecha toda una Puta. Yo la adoro cuando, cogiendo con otro (o con otros), me mira, me sonríe y me manda un beso. Entonces beso sus pies y quedo a su servicio, pues es una sacerdotisa del sexo que coge con quien le gusta, es una hembra en celo que ama copular con un buen macho, es una hermosa y experta esposa caliente que goza inmensamente de un buen palo, con todo el apoyo de su marido. A continuación les narro algunas escenas, joyas maravillosas, que conservo en mi memoria.
ESCENA 1
La primera infidelidad se dió la primera vez que él vino a casa. Nos sentamos los tres en la sala, pero después de un rato de conversación tensa, era obvio que mi presencia lo ponía nervioso y mi mujer me pidió que los dejara solos. Me retiré y dejé pasar largos minutos, imaginando que se estarían besando y fajando. Escuchaba solo la música cachonda y de ellos, silencio. Después de un rato decidí asomarme. Lo que vi me produjo una erección instantánea: él estaba de pie en el rellano de la cocina con los pantalones en los tobillos. Ella frente a él, sentada de cuclillas, con las piernas bien abiertas, una mano bajo su falda, se masturbaba y con la otra le agarraba la verga y la colocaba en su boca, moviéndosela a distintas posiciones para mamársela mejor. Me quedé paralizado. Vi cómo ella trataba de rodear su verga con los labios, recorriéndola de arriba a abajo, lamiéndola y mordisqueándola con inmenso placer. La vi metérsela en la boca, centímetro a centímetro, hasta que la tuvo toda adentro. Vi como él le detenía la cabeza con las manos y bombeaba su verga dentro y fuera de la garganta ávida de mi mujer. Ella simplemente abrió la boca al máximo y se ofreció totalmente al placer del macho. Después de cinco minutos él volteó y se dio cuenta de que los miraba, se cohibió y se alejó de ella. Ella entonces lo tomó de la mano y lo llevó a nuestra recamara y cerró la puerta mirándome sonriente me dijo “hoy solo puedes escuchar. Durante las siguientes tres horas disfruté de la mejor música que conozco.
ESCENA 2
Antes de salir mi Reina se arregló con esmero. Me pidió que la rasurara. Luego escogió la ropa más cachonda, cambiándose varias veces y probándose diversas prendas frente al espejo. Esta noche quiero ir a un club swinger, me dice. Fuimos. Después de un show mediocre bajamos a un cuarto grande que estaba casi vació. Al otro lado había un grupo de parejas y mi Señora dijo vamos para allá. Nos acogieron simpáticos. Casi todos estaban platicando pero una chava le estaba dando una super mamada a uno de ellos. Platicamos. De pronto veo que mi mujer se levanta, cruza fácilmente por en medio del grupo y se dirige a un hombre atractivo que está sentado sólo, alejado de los demás. Ella llega y sin siquiera decirle una palabra simplemente se sienta a su lado y lo besa. Yo quiero sentarme frente de ellos, pero me cuesta trabajo cruzar el grupo, me tropiezo y casi me caigo. Cuando finalmente lo logro, me doy cuenta que siguen lengüeteándose, pero la mano de él se mueve bajo de la falda de ella, mientras que ella masturba la verga grande y bien parada del desconocido. Me encanta lo que veo y me doy cuenta que yo también la tengo bien dura. Dos desconocidos que sin más se besan y se masturban mutuamente. Después de unos minutos él dice, te la quiero meter. Entonces ella se levanta y moviendo cadenciosamente sus divinas nalgas entra, seguida de él, en el cuarto obscuro donde diversos cuerpos desnudos cogen. Yo los sigo. Ella se quita la tanga, me la da y sin más, se pone en cuatro patas en el borde de una cama redonda y le ofrece las nalgas. Él llega por atrás, se baja los pantalones hasta los tobillos y la mete la inmensa verga de un golpe, hasta adentro. Ella levanta bien las nalgas, las separa con sus manos y se abre para recibir las embestidas del desconocido. Él se la coge cada vez más rápido, más violento y en menos de un minuto, con un rugido sordo que surge de sus entrañas, se convulsiona viniéndose en lo más profundo del coño de mi mujer. Ya satisfecho, el tipo se va sin siquiera despedirse. Mi Diosa/Puta me mira sonriendo y sin cambiar de postura me ofrece sus nalgas diciéndome con la expresión que se las chupe.
ESCENA 3
Ella viene a mi lado en el asiento del pasajero. Me detengo en el lugar convenido y él sube al asiento trasero del coche, sentándose justo detrás de mi. Me saluda y a ella la besa. Se lengüetean. Llego a la carretera y ella se pasa al asiento de atrás. Se besan con pasión. Me cuesta dejar el espejo y seguir manejando. Deseo verlos por el espejo, pero tengo que atender al tráfico. Escucho el ruido de una cremallera que baja. Ella dice mmmm… que rica. Escucho besos, gemidos, Un rápido vistazo al espejo me muestra que ella ya tiene las tetas de fuera y él se las acaricia mientras la besa. Oigo como ella lo masturba. El le dice sube la rodilla y ella gime gozosa. Estoy atento al tráfico, pero ese gemido me dice que él le acaba de meter un dedo en el coño. Otra mirada al espejo y veo la cabeza de mi mujer bajar y desaparecer. Ha bajado a mamar verga, que es lo que más le gusta. Pasan los minutos y lo único que veo en el retrovisor es la cara de él, los ojos cerrados, la boca entreabierta y el placer infinito que está recibiendo de los labios, lengua y garganta de mi mujer. Me encanta que sea tan mamadora.
ESCENA 4
Lo acababa de conocer, pero ya en el elevador se estaban besando y fajando. Ella un poco borracha y muy caliente y él, como el lobo hambriento que se va a comer a la sabrosa de Caperucita. Llegamos a nuestro piso, caminamos hacia la habitación, abrí la puerta del cuarto y me hice a un lado para que ella pasara primero, luego él y finalmente yo. Fui a encender la música, las velas, el incienso y otros aditamentos para el amor. Cuando di la vuelta ella estaba de rodillas frente a él, mamándolo. Él cómodamente sentado en un sofá, las piernas abiertas, tomándola por la cabeza y marcando el ritmo con el que quería la mamada. Sus largos cabellos me impedían ver labios, lengua o verga, por lo que me acerqué y me paré detrás de él apoyando mis codos en el respaldo, cerca de su cara. Desde esta perspectiva vi cómo disfrutaba mi Dueña comiéndose esa polla gruesa y dura como el acero. Lo lamía desde los huevos hasta la punta, le rodeaba el capullo con los labios, lamía el frenillo con rapidez. Luego se metió la verga entera en la boca, despacio, luchando contra las arcadas, comiéndosela toda hasta que sus labios chocaron con el pubis rasurado del macho. Después de unos segundos empezó a moverse, sacándosela toda y volviéndosela a meter en lo más profundo de su garganta. Él me miró y dijo, ¡que rico mama tu mujer, se ve que le encanta! .
ESCENA 5
Están desnudos en la cama, besándose, cuchicheando y riendo. Mi mujer me mira, sonríe, se pone en cuatro patas y me ordena: lubrícanos. Voy por la vaselina. Meto el dedo medio en el pomo y lo embarro con vaselina. Se lo meto a ella por el culo, lentamente, lo más profundo que puedo, acariciándola. Ella, mirándome a los ojos, se ríe y aprieta sus esfínteres de arriba a abajo. Me presume su destreza. Aprieta el vientre y, como si estuviera pariendo (o…), empuja mi dedo fuera. Tomo más vaselina y le embarro a él la verga, acariciándola despacio, cubriéndola por todas partes. La tiene grande, gruesa, muy dura, con una cabeza inmensa y roja. Cambio de posición, con una mano le abro las nalgas a mi mujer y con la otra guío la verga ya lubricada al culo bien lubricado de ella. El se la mete muy despacio. Ella gime de placer. Él se la mete toda, hasta adentro, la agarra los brazos detrás de la espalda con una mano y se apoya en ella, jalándola hacia si. Ella grita de nuevo. Él se queda quieto y entonces es ella quien se mueve, alejándose y acercándose para que esa verga grande y bien dura recorra todo el interior de su culo una y otra vez. Después de un rato abre los ojos, me mira, levanta la rodilla apoyándose en él y me dice: métete aquí abajo y chúpame el clítoris. Yo me deslizo de espaldas entre sus piernas abiertas y empiezo a lamerle el coño. Puedo ver cómo él empieza a moverse y, lento todavía, se la saca y se la mete por el culo apretado que tanto adoro. Con mis manos sujeto fuertemente las caderas de mi Reina. Él se agarra de mis muñecas y empieza a embestirla cada vez más violentamente. Ella grita.
ESCENA 6
De regreso de la alberca llegamos a la recámara. Voy a hacer pipi, dice ella, y sonriéndonos entra al baño, dejando la puerta abierta. Mientras escuchamos su largo orinar él se desnuda y puedo ver una creciente erección. Sin reparar en mi, se dirige al baño. Yo me quedo y espero. Después de un rato empiezo a escuchar los gemidos de placer de mi esposa y decido asomarme. Lo que veo me fascina. Ella está de pie, empinada, dándole las nalgas y sujetándose precariamente del lavabo y del marco de una puerta. El está detrás, metiéndosela con fuerza mientras la sujeta por los huesos de la cadera. Sin pensarlo, corro a acostarme justo abajo de sus piernas abiertas, para ver como la enorme verga la penetra una y otra vez. Sin darme cuenta, al acostarme doblo las rodillas, cosa que ella aprovecha para poner una mano sobre cada una. Así, abierta de piernas y deteniéndose en mis rodillas, empieza a girar sus caderas, respondiendo a los embates del macho que le abre el coño al máximo. Después de un rato ella se desacopla y desciende hacia mi para ponerse de cuclillas sobre mi cara, su coño recién cogido sobre mis labios y le dice vente para acá papacito, que te la quiero mamar. Él se coloca frente a ella y le mete la verga por la boca mientras ella restriega repetidamente su coño y su culo contra mi cara.
ESCENA 7
Las acompañé a un club sólo para mujeres. Me senté atrás, oculto en la obscuridad, mientras que ellas dos se sentaron frente a la pista. En el escenario un hombre bailaba semidesnudo. Luego vino otro y luego otro más. Ellas bebían con ligereza y supe que mi mujer iba a hacer travesuras esa noche. Los bailarines se acercaban a las mesas y se dejaban tocar. Las mujeres los acariciaban y reían. Percibí que dos de ellos le gustaron a mi Reina, pues con una sonrisa coqueta les acarició la verga erecta bajo el short. El espectáculo continuó, ellas bebieron, rieron y cuchichearon. Uno de los hombres se sentó con ellas, dijo algo, ellas respondieron y se levantó trayendo de regreso al otro escogido. Percibí que la plática se puso cachonda pues uno de ellos, el más alto y fornido, empezó a acariciarle el interior del muslo a mi Dueña, quién abrió ligeramente las rodillas, como invitándolo a seguir. Se besaron. La otra pareja hacía lo mismo. Estuvieron toqueteándose y besándose un buen rato. Luego mi Señora llamó a su amiga y habló con los cuatro y después se levanto y se dirigió al baño. Mi celular sonó. Amor, ¿nos disparas a estos dos? cada uno cobra dos mil pesos. Por supuesto mi Reina, respondí. Pagué la cuenta, fui por el coche y los llevé a un motel cercano. Entramos y las parejas sin consultarse se intercambiaron. Ahora mi esposa se besaba con el más bajo y le quitaba los pantalones mientras él la desvestía con urgencia. Su verga, cuando apareció, estaba ya bien parada y ella lo acarició. Ya desnudos se acostaron y rápido empezaron a coger. Él se la metió de inmediato y ella lo abrazó, rodeándole la cintura con sus piernas. Los otros dos hicieron lo mismo y los cuatro cogieron un buen rato. El cuarto se llenó de gemidos. Luego mi Reina le dijo a su amiga ¿cambiamos? Aceptó y de hecho lo intentaron, pero al pasar la inmensa verga del más alto frente a mi Señora, ella la agarró y se la metió en la boca. El otro todavía detrás de ella aprovechó para meterle su verga por el culo. Mi mujer se dedicó a disfrutar las dos vergas y se vino por primera vez en la noche, mientras su amiga esperaba su turno.
ESCENA 8
En un club swinger, después de una larga noche viendo a otros coger, mi mujer no había encontrado candidato a su gusto. Cuando ya nos íbamos vio a un moreno de ojos azules y se acercó a platicar con él. Cuando él nos invitó a ir con otra pareja a un hotel, ella aceptó encantada. Ya tenía amante para la noche. Eramos cinco y habían tres coches. Me voy con él, me dijo mi Señora. Síguenos. Los seguí. En los semáforos rojos pude verlos besarse. Supuse que se estarían tocando y tal vez que ella le estaría mamando la verga. Ella había bebido, estaba caliente y es una mamadora de corazón, por lo que no era una suposición descabellada. Llegamos al hotel. Subimos todos juntos y ellos se besaron y se fajaron en el elevador. La otra pareja también. Yo solamente observaba. ¡Me encanta que mi Reina sea tan puta! Ya en la habitación la otra pareja se encueró de inmediato, pero mi mujer y su semental se lo tomaron con más calma. Yo me senté en un sillón y vi cómo se besaban, se tocaban y empezaban a desnudarse. Medio vestidos se acostaron al lado de la otra pareja. A medias desvestida, mi esposa abrió las piernas y él, todavía con los pantalones puestos pero sin camisa se colocó arriba de ella, el bulto dentro de su pantalón justo sobre el coño todavía cubierto por la tanga, moviendo rítmicamente sus caderas mientras se besaban y se lengüeteaban. Él le bajó el sostén y chupó sus pezones y ella me miró y sonriendo me aventó un beso. Ya bien calientes los dos, él se levantó, sacó un condón y viéndola a los ojos siguió desvistiéndose lentamente. Antes de quitarse los pantalones abrió la cremallera, se sacó la verga y se la empezó a acariciar. La tenía gruesa, larga y dura, justo como le gustan a mi Diosa. A su lado la otra pareja cogía, ella gimiendo de placer. Mi amor, que solo conservaba su ropa interior y sus zapatillas de tacón se chupó el dedo medio de su mano derecha, con la izquierda abrió su tanga para mostrarle la vulva, jugosa y henchida de deseo y, mirándolo a los ojos, invitándolo, empezó a masturbarse. Luego se quitó el sostén para dejar solamente la tanga sobre su cuerpo. Sin hablar se llamaron. Te la voy a meter, decía él en silencio. Ven, métemela, decía ella con su mirada y su postura. Despacio ella volteó hacia mi, me miró desde lo más profundo de su ser y me dijo, te amo, soy tu Puta, disfruta de mi placer mi amor. Entonces se quitó la última prenda y mirándome cachonda me la ofreció mientras volvía la mirada al amante desconocido y le abría las piernas ofreciéndole el coño a la verga impaciente. Me levanté, tomé su tanga y vi hipnotizado como recibió al macho en turno: toda ella abierta a él, el coño grande, hinchado, de un color rosado brillante, empapado. Él se colocó entre sus piernas y ella guió con su mano derecha la enorme polla a la entrada de su coño. Él, de un solo lento y largo movimiento, se la metió toda, hasta adentro. Ella lo recibió gimiendo de placer y enrollo las piernas alrededor de su cintura.
ESCENA 9
Él se acostó boca arriba, las piernas colgando del borde del sillón. Ella se montó a horcajadas en su enorme verga, metiéndosela toda por el coño hambriento, deseoso de sentirse lleno de carne dura y caliente. Empezó a cabalgar con un ritmo lento, sacando y volviendo a meter en su coño toda la extensión de esa verga impresionante. Yo de rodillas, muy cerca de esa penetración, traté de lamerle el culo a mi mujer, pero sus movimientos eran demasiado violentos. Él le sostenía las nalgas y la levantaba y la bajaba al unísono de la cabalgata salvaje de ella. Llené mi dedo de saliva y se lo metí a mi mujer por el culo, sincronizando mi mano con el movimiento violento de la cópula. Ella gritó del placer inesperado que le produjo. Metí un segundo dedo y su culo tanto como pude. Gritó gozosa. Pude sentir a través de la pared muscular que separa el colon de la vagina la carne rígida y dura de esa polla que hacía chillar de placer a mi Señora. La punta de mis dedos reconocieron el frenillo y el capullo. Empecé a masajear la verga desde el interior de ese cuerpo sagrado de mi Diosa/Puta con movimientos circulares que también presionaban y abrían más el delicioso culo de mi Dueña. Los masturbé a los dos a la vez, percibiendo su placer sin límites. Se quedaron quietos y me dejaron acariciarlos. En el espejo pude ver como se besaban y se lengüeteaban gozando mi masaje. Después de un rato, la verga creció desmesuradamente, se pegó a mis dedos y empezó a pulsar violentamente. Sentí como él vaciaba su leche dentro de mi mujercita. De inmediato ella lo siguió y su vagina entro en una sucesión de convulsiones que lo ordeñaban, exprimiendo hasta la última gota de su semen. Viví con inmenso placer el maravilloso orgasmo compartido que yo, el esclavo del placer de mi Ama y Señora, les había producido. ¡Ah!
ESCENA 10
Sentados en la barra del elegante club Swinger en el que ya llevábamos varios días, de pronto me dijo, ayer que cogí con Jairo me quedé con ganas de mamarle la verga. Sonreí. ¿Que esperas? le dije, seguro está allá dentro. No lo pensó mucho. Apuró su copa y entró a la sala contigua. El cuarto estaba en penumbras, pero pudimos ver una docena de camas o sillones muy grandes en los que muchas parejas, tríos, cuartetos y más combinaciones, cogían. Tardó un poco en encontrar a Jairo, pero finalmente lo hallo en un sillón, recibiendo una buena mamada de una mujer que luego vimos que era su esposa. Mi Dueña se sentó al lado de ellos y los saludó. Nos saludaron de regreso y siguieron con la mamada. Dejándose mamar Jairo miró a mi mujer y le sonrió invitándola. Ella le sonrió de regreso y regresó a mirar más de cerca cómo esa magnífica verga entraba hasta el fondo de la garganta de la mamadora. Percibí su deseo, percibí las enormes ganas de ser ella quien se estuviera comiendo ese buen pedazo de polla que ayer había penetrado su coño en un camastro junto a la alberca, y a la vista de todos la había llevado a un explosivo orgasmo. Acercó más su cara y puso sus labios en el pubis, cada vez más cerca de su objetivo. Después de un rato Estela, que así se llamaba la mujer de Jairo, viendo cómo mi Raina la miraba con tanto deseo, le ofreció la verga de su marido. Entonces mi adorada mujer se dedicó a mamar, que es lo que más le gusta, a chupar con esmero la verga del colombiano al que apenas había conocido ayer por la mañana. Me senté a su lado y la adoré. La vi lamer, chupar, devorar hasta que Jairo descargo toda su leche en lo más profundo de la garganta de mi mujer.
ESCENA 11
En el club swinger mi esposa amada platicaba con una mujer que acababa de conocer. Yo las escuchaba. La desconocida le preguntó ¿oye, no te preocupa que te la metan sin condón? No, respondió mi mujer, mi marido me cuida y se asegura que antes de que me cojan, el tipo en turno se ponga un condón.
ESCENA 12
Los vi coger sin parar unas dos horas seguidas. Tomaron un descanso y ella entonces se levantó diciéndole, ahorita vengo, no te vayas, quiero hacer pipí. Al pasar a mi lado me dijo, ven. La seguí. Al llegar al baño se volteó hacia mi y dijo, arrodíllate. Lo hice. Colocó entonces el pie derecho sobre el lavabo y me ofreció su coño empapado de sexo, sudor y leche. Bébeme, dijo, y la bebí hasta que se vació toda en mi. Los últimos chorritos fueron ambrosía pura. Me dejó y regresó a coger. Unas dos horas después la escena se volvió a repetir. En total fueron tres veces esa noche las que bebí a mi bien cogida Dueña. ¡Qué mejor forma hay de adorar a la Diosa!
ESCENA 13
Era de noche. Algunas parejas bailaban en la obscuridad del salón. Otras cogían en los camastros o deambulaban en el jardín. Mi esposa se levantó y me dijo, voy a dar una vuelta por la terraza. Al alejarse semivestida con pura lencería, admiré su cuerpo perfecto. Pasó frente a una pareja y les sonrió. Ellos platicaron y se levantaron para seguirla. Yo me quedé en mi lugar. Después de diez minutos fui a buscarla. Los vi a los tres al borde de la terraza. La pareja se besaba mientras mi mujer, de cuclillas, le mamaba la verga al tipo. Me escondí y los vi así un buen rato. Luego se separaron y ella vino de regreso a buscarme. Me dio un beso largo y lengueteado. Sonrió y me preguntó, ¿a qué te sabe mi boca? A verga, le contesté. Si, se rió, acabo de darle una buena mamada a ese cuate.
ESCENA 14
Yo lo contacté por Internet, le mandé fotos de ella y la pedí fotos suyas. Concerté la cita. Nos vimos un un café, donde con un pretexto los dejé solos. Cuando regresé ella ya estaba dispuesta. Los llevé a un motel y esperé en la escalera hasta escuchar que habían dejado de hablar. Me asomé por la rendija de la puerta y los vi besarse con pasión. Él la desnudó y ella se ofreció acostada, con las piernas abiertas, mostrándole su coño húmedo, abierto e henchido de deseo. Su verga, larga y gruesa, entró poco a poco. Ella lo besó y lo abrazó con brazos y piernas. Cogieron mientras yo los miraba extasiado.
ESCENA 15
En un restaurant/cabaret de lujo, al filo de la media noche la sacó a bailar un hombre fornido, guapo y buen bailarín. A partir de ese momento bailó solamente con él. Una hora después la orquesta cambió la salsa por boleros románticos de los que le gustan a mi hermosa mujer. La intensidad de la luz bajó un poco más. El baile se tornó más íntimo. Ellos se abrazaron, se tocaron y finalmente se besaron interminablemente con el lento y sensual ritmo de la canción. Desde mi mesa note mi propia erección y al ver cómo ella restregaba su vientre contra el hombre supe que también él la tenía bien parada. Él le acariciaba las nalgas y las piernas y ella respondía besándole cuello y boca. Ahí empezaron a hacerse el amor dentro de las reglas que permite el baile en público, pero eran ya macho y hembra, ambos en celo, que se preparaban para copular. De pronto se separaron, él le dijo algo, ella asintió, sonrieron, se besaron, hablaron un poco más y a la vez me miraron. Ella me sonrió. Supe que le había hablado de mi y supuse que quería que los llevara al cuarto de nuestro hotel para que cogieran, pero estaba equivocado. Se dirigieron hacia mi, ella me tomó de la mano, me llevó al baño de hombres y cuando ambos entraron en un privado me dijo, cuida que nadie entre. Un minuto después, a través de la puerta entornada la vi, adornada solamente por la cadena que usa en la cintura, a horcajadas sobre él, descender poco a poco para empalarse en la inmensa verga que la esperaba. Luego lo cabalgó hasta que el hombre estalló chorreando de placer. Entonces ella se levantó, se vistió y sin despedirse del tipo me tomó de la mano y me dijo, vámonos al hotel, me quiero venir sentada en tu boca.
ESCENA 16
Fuimos al Sweet. Ella tenía ganas de camorra. Iba vestida con una falda corta, transparente, apretada y abajo una tanga y un brassier mínimo. Muy sexy y atractiva. Llegamos y había poca gente, más hombres que mujeres. Ella se exhibió. Caminó por las salas consciente de su magnetismo. Todos los hombres –como lobos– devorándola con la mirada. Todos querían cogérsela y ella lo sabía. Había poca gente, pero ya se respiraba sexo.
Tomamos una mesa. Conversamos y pedimos unas copas. Después de un rato ella me habló de un tipo que no le quitaba la mirada de encima. Ella se la había sostenido y él no había cedido. Creo que le gustó
Al terminar su copa se levantó y me dijo, sígueme. Ella tomó la delantera y yo la seguí unos pasos atrás. La vi revisar los dos cuartos de juegos. En el segundo estaba él hombre de la mirada fuerte. Esbelto, atractivo. Ella se paró a su lado y yo me alejé. Empezaron a platicar y a reír. Al cabo de un rato empezaron a besarse.
Yo me acerqué y le quité el cinturón de Venus y la tanga. Luego vi como él metía su mano por abajo de su vestido para tocar su coño recién depilado por mi esa mañana. Ella entonces subió su pie al sofá, levantando la pierna para darle mejor acceso. Él le acariciaba el coño mientras la besaba. Le metió el dedo. Ella le tocaba la verga sobre el pantalón. Pasó mucho tiempo. Luego se fueron al sillón y se acostaron. Él se bajó los pantalones y ella se abrió de piernas. Cogieron. Se besaban sin parar. Él se la metía fuerte y ella gemía de placer. Habíamos unas ocho personas viéndolos. El bajó a mamarla largo tiempo. Luego se paró y ella le comió la polla por un buen rato. Luego él se volvió a montar en ella y cogieron hasta que él se vino.
Elle le dijo que le gustaría volverlo a ver. Matías, que así se llama, me dio su teléfono. Quedamos ya para que cojan todos los jueves. Ojalá funcione y no sea cosa de una noche, Deseo que tenga un amante de planta.
ESCENA 17
Pasamos la tarde preparándola para su cita. Nos vimos en la esquina de Anchorena y Santa Fe. Caminamos al bar que está junto al hotel. Ahí tomamos unas copas y platicamos. Era extraño re-conocerse en otro ambiente. Era como si nunca se hubieran conocido, pero sabiendo que ya habían cogido y bien, puesto que quisieron volverse a ver.
Subimos al cuarto. Yo me ocupé de la música mientras ellos se besaban. Tomaron mucho tiempo, besos largos, húmedos, apasionados. Se fueron desnudando. Ella me entregó el collar de Venus y se acostó, desnuda en la gloria de su belleza plena. Él empezó por mamarle el coño y la llevó a gemidos reiterados.
Luego se me mezclan los recuerdos. Hicieron de todo. Se chuparon, se cogieron boca arriba, boca abajo, de perrito, de lado. Ella le chupó la verga en varias ocasiones. La tenía grande y bella. Carmen la gozó y a veces, mientras me veía a los ojos y, entre beso y beso, entre lamida y lamida, y entre chupada y chupada, me decía “te amo” moviendo sus labios en silencio. Sabe que lo que más me calienta es verla con una buena verga en la boca.
En otra ocasión se colocó en la posición perfecta para mamarle la verga a Matías y ofrecerme el culo para que le metiera la lengua. Yo lo hice agradecido y trate de meter mi lengua lo más profundo posible dentro de su divino culo.
Finalmente él la puso en cuatro patas y al metérsela le dijo ¿Me vengo? Ella asintió y entonces se la empezó a meter y sacar cada vez más violentamente, provocando gemidos y gritos de placer de mi amada esposa, hasta que con un rugido explotó en lo más profundo de sus entrañas.