El siguiente relato es verídico y acepté escribirlo porque en realidad me produce un alto grado de excitación. Somos una pareja de casi 15 años de matrimonio. Mi mujer, Mónica, es una espectacular trigueña de 1.70 de estatura y 58 kilos, muy bien repartidos. Tiene un culo espectacular y grandes y parados senos, cabellos largos y en general una apariencia bastante sexy. Desde el principio de nuestra relación nos iniciamos en las fantasías sexuales.
Me di cuenta de sus inclinaciones sexuales desde un una noche que salimos a bailar y en una discoteca estábamos viendo unas parejas que bailaban, mientras todos hacíamos un circulo de pronto me di cuenta que ella bailaba y aplaudía, pero detrás de ella un hombre le restregaba la polla en su apretado culo. Ella llevaba una mini falda suelta y era evidente el gusto que le producía la situación. Esa noche en lugar de disgustarme me di cuenta que la situación me agrado. A lo largo del tiempo me excita verla excitada, me gusta que tenga todos los orgasmos posibles y me encanta que los otros tipos se la quieran enterrar.
Con el paso de los años se han presentado muchas situaciones parecidas, en donde literalmente he tenido que bajarle los hombres de encima, pues ella gustosa los habría atendido. Nos íbamos al cine y mientras yo la acariciaba bajo la falda ella disfrutaba viendo a los hombres masturbándose muy cerca de donde estábamos, no siendo pocas las oportunidades donde los hombres se acercaban y comenzaban a tocarla sin que pasara a mayores.
Una noche después de tomar unos tragos en una discoteca donde varios hombres hacían desnudos salimos muy excitados y nos dirigimos hacia la casa. Ella hubiera querido tal y como me lo confesó, que uno de los stripper, que tenía una verga descomunal de no menos de 30 cms., la hubiera subido a la tarima y él se la hubiera enterrado hasta el fondo. Con esa imagen fantaseó durante varios años.
Esa noche en el camino a casa paramos en un parquecito solitario y yo comencé a acariciarla y a quitarle el vestido, sin darnos cuenta un vigilante se acercó y se dedicó a mirarnos. La situación excitó demasiado a mi mujer a quien no le importó que el hombre se acercara. Ella tenía todo el vestido abierto y no tenía brasier, sus grandes tetas estaban al aire libre y el reflejo de la noche hacía ver más hermosa su figura. Ella ignorando al vigilante, comenzó a darme una tremenda mamada, mientras yo le daba dedo.
Mi mujer se encontraba acostada en el asiento delantero del carro, el cual tenía las puertas delanteras abiertas. El hombre se acercó y se paró frente a mi mujer. Ella le bajó el cierre lentamente, no se porqué le encanta hacerlo así, y despacio le sacó la verga al vigilante y comenzó a masturbarlo. A los pocos segundos el tipo se estaba masturbando, mientras le metía 3 dedos en la concha a mi mujer quien se venía con desesperación. Me olvidaba comentar que mi esposa es multi orgásmica y puede estar un rato viniéndose repetidamente.
El vigilante no pudo contenerse y dio la vuelta hacia la otra puerta con la intención de enterrarle la verga pues mi mujer tenía las piernas abiertas y lo estaba esperando con la raja totalmente hinchada, con tan mala suerte que mientras iba a chupársela tuvo un tremendo orgasmo y todo quedó allí.
Una noche mi mujer se vistió muy sexy, con minifalda y una blusa que dejaba adivinar sus grandes pechos y nos fuimos a un sitio para parejas. Para mi es muy excitante verla vestida de esa manera y observar como los otros hombres se excitan viéndola, me hace sentir especialmente engarrotado. Una vez adentro, después de un par de copas, nos dirigimos a la sala de fantasías donde varias parejas hacían el amor delante de todos, algunos en trío y otros en grupo. Nos acomodamos cerca de una pareja, después de algunos minutos mi esposa acariciaba la verga y la concha mojada de una pareja que estaba teniendo sexo acostada a nuestro lado. Sobra decir que ella está loca por tener un trío, preferiblemente con otro hombre, pero no descarta la idea de vincular otra mujer.
Con esa excitación, comenzó a mamarme la verga, un tipo se arrimó por la parte de abajo y sin ninguna conversación comenzó a bajar la tanga de mi mujer. Ella me miró pidiendo mi autorización, yo me quedé en silencio, en un principio me dio un poco de miedo, pero lo autoricé, de tal manera que comenzó a besar su sexo y un poco después ya tenía su lengua metida en la chocha de mi esposa mientras le metía los dedos en el culo, lo cual la hacía gemir como una verdadera puta. De un momento a otro me dejó de lado y aprisionó la cabeza del tipo contra su sexo y este le dio una mamada que la hacía estremecer como a una hoja. El tipo terminó de mamársela y dejó su lugar a un segundo hombre quien repitió la mamada del anterior haciéndola gritar. El primer tipo se acercó a ella que estaba desnuda y se le montó para hundirle la verga, ella me miró para que yo la autorizara pero yo lo bajé decentemente pues no estaba listo para verla culear con otro.
En alguna ocasión estando de viaje por varias semanas la cité en el cabo de la vela en la Guajira Colombiana. Yo viajaría directamente del país donde me encontraba y nos reuniríamos en Riohacha para viajar al paradisíaco paraje. La recogí en el aeropuerto e inmediatamente nos dirigimos al hotel donde le pegué una culeada espectacular. Al otro dia al no encontrar buses que nos llevaran al cabo de la vela alquilé una camioneta con conductor. Recogimos el equipaje en el hotel y nos fuimos a comprar algunas cosas para llevar. El chofer era un muchacho de unos 22 años, de regular estatura y la piel bronceada por el sol del Caribe. Al momento me di cuenta que el muchacho le encantó mi mujer y se lo hizo saber a escondidas a lo largo del viaje. Yo no me di cuenta de las intensiones de mi mujer, pero después me confesó que en todo el trayecto estuvo pensando en un trío con el conductor. Ella llevaba una faldita de Jean y una blusa un poco transparente. No tenía brasier y sus grandes pezones podían notarse con facilidad. Tenía unas tangas suaves de color azul celeste y mucha arrechera. En el camino, mientras yo veía el paisaje, ella no perdía la oportunidad para abrir las piernas para dejarle ver al muchacho el triángulo donde se escondía una chocha totalmente mojada.
Al llegar al cabo de la Vela nos instalamos en la ranchería y fuimos con el joven a conocer los alrededores. Al regresar, ya caía la noche, paramos cerca de donde nos alojaríamos y comencé a besarla delante del guía. Como estaba oscureciendo me pidió que fuéramos hasta la playa cerca de donde nos alojábamos. Asi lo hicimos, armamos una hoguera y pusimos música en la camioneta. Yo le dije que podía bailar con el muchacho a lo que ella accedió con facilidad, debo decir que verla bailar apretadita con otro es algo que también me despierta la libido. Bailaban muy apretados un vallenato tras otro y mientras lo hacían, sin que yo me diera cuenta, como ella me lo confesó después, el muchacho comenzó a meterle lentamente la mano por debajo de la falda y a acariciar el sexo mojado de mi mujer. Terminaron de bailar y el joven nos tomó una fotografía, después me daría cuenta lo excitada que estaba mi mujer pues abrió mucho las piernas y se podía notar que su tanga estaba húmeda.
Estando allí sentados tomando los primeros traguitos, le insinúe que rozara la pierna del muchacho a lo que ella me comentó que él ya le estaba acariciando la pierna. Como yo me di cuenta el joven me miró como pidiéndome permiso. Yo lo autoricé con un movimiento de cabeza y él inmediatamente comenzó a acariciarla. Primero por debajo de la falda acariciaba su bultito y le sobaba las tetas que no podían agrandarse más.
Mi mujer a su vez le bajó el cierre con lentitud, como le gusta, le sacó la polla muy parada y comenzó a masturbarlo, cosa que a ella la enloquece. A medida que se acariciaban crecía la excitación. Mi mujer me miraba con la mirada extraviada dejando saber que estaba disfrutando que otro, delante mío, le diera dedo y la pusiera a mil. Con un rápido movimiento mi mujer dejó que el muchacho le quitara la tanga para mayor libertad de las manos de su casual amante.
El joven la masturbaba y ella desesperada no soportó más y se le tiró encima, le bajó el short, le sacó la polla que amenazaba con explotar y comenzó a darle una mamada espectacular. Se la metía hasta el fondo de la garganta y la saboreaba como una verdadera puta, como si estuviera poseída. El muchacho la acostó en la arena y procedió a meterle la lengua en su mojada chocha haciendo que ella, casi inmediatamente, tuviera un orgasmo detrás de otro. Se besaron apasionadamente pero la cercanía de las otras personas que estaban alojadas hizo que nos levantáramos y dejáramos la situación sin concluir.
En el viaje de regreso, el joven estaba un poco molesto por no habérsela podido culear, cosa que intentó en el medio de la noche, pero tuvimos temor que los otros viajeros se dieran cuenta, pues dormíamos en hamacas casi a la intemperie. Mi esposa me confesaría después, que en todo el trayecto de regreso, a lo largo del desierto, trayecto hacia Riohacha, no dejó de pensar que íbamos a parar la camioneta a un lado de la carretera y entre los dos le íbamos a pegar una cogida de fantasía. Soñaba que la ponía en 4 con la cabeza hacia fuera y mientras él la cogía por el culo ella se tragaba mi polla. Ella, de regreso en Bogota, donde vivimos me confesaría que se mojó todo el trayecto.
Mi esposa y yo conversamos acerca de todo lo que ha pasado y nos excitamos demasiado prometiendo que el dia menos pensado vamos a realizar el trío con el que ella sueña a toda hora y yo estoy loco por hacerlo realidad.
Cualquier comentario será agradecido.
Autor: Moritacali