Hetero, Infidelidad, Amor Filial Hetero, Incesto. Cuando un marido sabe y esta de acuerdo, con que su mujer se acueste con otro, en mi tierra ha eso le decimos, cabrón. Pero cuando es el padre de una, que en lugar de molestarse o preocuparse, por que su hija se acuesta con más de un hombre. Como que se alegra, y aparte de que lo conciente, lo propicia. ¿Cómo debería ser llamado?
Bueno, ese es nuestro caso. Mi viejo, que realmente no es tan viejo nada, la primera vez que por fin mi madre, me dejó salir a solas de noche con el que era mi novio. Mi papá se nos quedó viéndonos desde su sillón donde leía el periódico, de una manera bien rara y hasta puedo decir que algo extraña. Mientras que mi madre, nos repetía por enésima vez que no llegásemos tarde. Realmente mi novio y yo fuimos al cine, pero a la hora de llegar a la casa, nos quedamos en el pasillo de la casa dándonos unos cuantos besos, en la penumbra antes de meter la llave en la cerradura.
Mi novio me tomó por la cintura y sujetándome contra su cuerpo me comenzó a besar de manera bien ardiente, yo lo dejé que aparte de besarme me acariciara metiendo sus manos por debajo de la falda que tenía puesta esa noche, sus dedos rozaron mi vulva en varias y sabrosas ocasiones, pero tras separarme de él, Gerardo volvió a insistir, en besarme pero cuando le dije que mi padre podía encontrarnos, me propuso que luego que yo entrase a la casa y los saludase, me fuera a la cama supuestamente a dormir. Pero que apenas ellos dos se retirasen a su dormitorio, saliera por la puerta de la cocina que él me esperaría en el patio trasero de la casa. No sé sí terminé por aceptar y le dije si, realmente para que me terminase de soltar, o por que en el fondo deseaba volver a verlo lo más pronto posible. La cosa es que como ya les comenté, le dije que si, y tras Gerardo soltarme y yo abrir la puerta, me encontré a mi padre, que daba la impresión de estar llegando justo en ese momento. Nuevamente en su cara vi esa extraña mirada que me pareció como de complicidad, Gerardo rápidamente se despidió tanto de mi padre como de mí.
Después de entrar apenas y saludé a mi madre, mi padre apagó el televisor y dijo que era hora de que todos se acostasen, mi madre me dio las buenas noches, y encantada de la vida se fue a dormir, ya que había estado planchando casi todo el día. Yo cuando llegué a mi habitación me quité toda la ropa que tenía puesta, disponiéndome a darme un baño, antes de supuestamente acostarme, cuando entró mi padre, procurando contener una sonrisa de oreja a oreja, comentándome. –Tu madre y yo nos encontramos bien cansados, por favor antes de que te vallas a dormir, encárgate de revisar las puertas de la casa.- yo justo en ese momento, me encontraba completamente desnuda, sin nada de ropa encima viendo mi figura en el espejo y el verlo así de pie ante mi, me quedé como paralizada, mientras que mi papá me decía eso, como sí el hecho de que yo estuviera del todo desnuda ante él, fuera de lo más común, durante esos momentos me sentí algo incomoda, ya que hacía mucho tiempo que no me encontraba del todo desnuda frente a mi padre. Luego se dio la vuelta, y con esa rara sonrisa en su rostro, al salir me pareció que me picaba un ojo.
Realmente eso me turbó por un momento, pero tras sentarme en mi cama me quedé pensando que hacer, mi novio me pedía que lo fuera a ver en el patio trasero de mi casa, y mi padre, me decía que me encargase de cerrar las puertas por encontrarse él y mi madre bien cansados. En ese momento me pareció, tontamente, que tenía mucha buena suerte. Así que me di una ducha, y tras secarme, apenas me puse mi bata de dormir sin más nada de bajo, no por que pensara hacer algo, sino que sencillamente estaba apresurada por encontrarme con Gerardo en el patio de atrás. Al pasar frente a la puerta del dormitorio de mis padres, escuché el inconfundible ronquido de mi madre, y me dio la impresión de que también escuché a mi padre roncar, por lo que bien ansiosa rápidamente me dirigí a la puerta que comunicaba de la cocina al patio, la que encontré abierta de par en par. Lentamente me asomé, y a los pocos momentos salió de tras del tanque de agua que tenemos en el patio trasero, Gerardo.
Al verlo con bastante rapidez atravesé el patio, hasta donde se encontraba, apenas llegué a su lado me comentó que estuvo a punto de marcharse, ya que un rato antes, mi padre había salido a fumar, que encendió su cigarro y tras darle unas cuantas bocanadas, lo tiró al piso. Revisó el patio con la vista, y se metió a la casa sin cerrar la puerta. Apenas terminé de escucharlo, los dos nos sentamos agarrados de mano y nos comenzamos a besar en el banco de madera que tiene mi familia en el patio, frente al tanque de agua.
En cosa de pocos momentos Gerardo ya aparte de besarme metiendo su lengua dentro de mi boca, sus manos las había introducido por dentro de mi bata de dormir, y comencé a sentir como tocaba casi todo mi cuerpo con sus dedos. Yo procuré decirle en más de una ocasión que se aguantase, que mis padres se podían despertar y salir al patio. Gerardo sencillamente no me dejaba hablar, mientras continuaba acariciando mi desnudo cuerpo bajo la bata con sus manos. Mi novio me besaba ardientemente con su lengua introduciéndola dentro de mi boca, no se como se las arregló para ir quitándome la bata de dormir.
De besarme como lo estaba haciendo, bajó su boca hasta mis pezones y me ha comenzado a chupar las tetas. Por lo que me di cuenta, en ese instante de mi completa desnudez, y como sus dedos acariciaban mi vulva suavemente. Yo me sentía la chica más feliz del mundo en esos instantes, si es verdad que tenía un gran temor de ser descubierta besándome casi sin ropa, o mejor dicho del todo desnuda, por mi papá o mi mamá, pero a medida que Gerardo continuaba tocándome y acariciando mi cuerpo, lo menos que pensé en ese momento fue en lo que pudieran decir mis padres. Sentía una sabrosa cosquilla por toda mi piel, y a medida que Gerardo continuaba haciéndome eso, me entregué del todo en sus brazos, y él se dio entera cuenta de lo que me pasaba, ya que con suavidad me hizo abrir las piernas, y fue cuando me di cuenta que mi novio se encontraba sin pantalones, y con su cosa por fuera.
Con una de sus manos la fue dirigiendo directamente a mi vulva. A medida que me penetraba me iba diciendo lo mucho que él me amaba, y que yo no sabia lo feliz que él era, en esos momentos, por tenerme entre sus brazos. Si, a medida que me fue introduciendo su miembro entre mis piernas sentí un ligero ardor o extraño dolor, pero a medida que me continuaba besando y diciendo lo mucho que me amaba y quería, yo impulsivamente comencé a mover mis caderas, de lado a lado.
En cierto momento con el movimiento de nuestros cuerpos me pareció ver entre las sombras de la noche, la figura de mi padre cercana a nosotros, pero cuando volví a observar con detenimiento, me di cuenta de que no había nadie en ese lugar, y continué disfrutando abiertamente de mi novio, hasta que alcancé mi primer y sabroso orgasmo con un hombre. Gerardo por su parte aceleró sus penetraciones, hasta que se detuvo abrazándome con mayor fuerza y besándome casi hasta dejarme sin respiración. Los dos nos quedamos sin movernos, hasta que él se levantó y se arregló el pantalón y después de darme otro sabroso beso se despidió de mí, hasta el día siguiente.
Yo sentía me caminando como en las nubes, entré a la casa, y me puse la bata en la cocina, y cuando había terminado de hacerlo, se prendió la luz. Era mi padre, que con esa extraña sonrisa, me dijo que se despertó preocupado y que vino a comprobar que la puerta se encontraba cerrada. Yo tras darle un beso en la mejilla, y pedirle la bendición a mi papá, muerta de miedo de que se fuera a dar cuenta de que algo había pasado, me dirigí a dormir. El me comentó, cuando pasé a su lado, que yo estaba algo sudada, que lo mejor era que me diera otra ducha antes de acostarme. A mí me dio un tremendo susto, sentí que mi corazón se me quería salir por la boca y mi padre se debió dar cuenta de inmediato, ya que me recalcó pero de manera suave, que me fuera a bañar.
Luego me detuvo y viéndome a los ojos con una rara sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro me dijo. -Mejor te apuras y te metes al baño, no sea que tu madre se levante y te encuentre en esas fachas- hasta ese momento, no me había dado cuenta de que al él encender la luz de la cocina, yo me había quedado sin cerrar los botones de mi bata. La que permanecía prácticamente abierta, frente a los ojos de mi padre. Luego mi papá continuó diciéndome. -María yo sé todo lo que te sucedió en el patio, pero espero que me tengas la confianza suficiente como para contármelo.- al escucharlo, me sentí perdida, me imaginé que se molestaría conmigo por lo que recién y acababa de hacer con mi novio, pero de inmediato me dijo. -Anda a tu habitación y hay podemos hablar con calma, y si tu madre se llega a despertar le diré, que tuve un sueño contigo que me preocupó mucho y me levanté para ver si tú te encontrabas bien.-
Mientras caminaba a mi habitación pensando que le iba a decir a mi padre, fui cerrando los botones de la bata, ya en mi habitación pensé meterme en la cama, pero mi padre me detuvo y me dijo. – ¿No querrás salir preñada, verdad? A tu madre eso la mataría de vergüenza, mejor ve y date una ducha y aséate como es debido.- a medida que él me hablaba me fue llevando por el brazo hasta mi baño, donde sin que yo me atreviera a decirle nada, él mismo me comenzó a desabotonar mi bata, para luego quitármela y entregarme una pastilla de jabón. Él me dejó sola y yo me comencé a duchar, bastante avergonzada de que mi padre, aparte de que me descubrió, me viera toda desnuda. En eso me acordé de haber creído ver su figura a escasos pasos nuestros, cuando mi novio Gerardo y yo hacíamos el amor sobre el banco de madera.
Más vergüenza sentí, al darme cuenta de que en todo momento, nos estuvo viendo. Ya estaba terminando de bañarme, cuando mi padre regresó con una botella de agua oxigenada en una de sus manos, y entregándomelo me dijo. -Mejor te lavas tu cosita por dentro con esto, no sea que por un pequeño descuido salgas preñada.- Yo como una autómata agarré la botella y sentándome en el bidet, aparte de enjabonarme nuevamente, me di a la tarea de regar internamente mi vagina con el agua oxigenada que mi padre me trajo. Observé algo sorprendida, como aparte de salir algo de sangre, también salía mucha espuma producida por el agua oxigenada, y desde luego también noté unos pequeños grumos blancos algo pegajosos que salían de mi vulva. Con el chorro del agua que soltaba el bidet, volví a lavarme mi vagina por dentro, y todo eso frente a la extraña mirada de mi padre, quien me preguntó cuando tuve mi última regla, y sin pensarlo mucho le dije la verdad que hacía dos días que se me había ido del todo. En ese momento no se que llegue a ver en su rostro que temí realmente me fuera a saltar encima y me violase, pero no sucedió nada de eso.
Luego al levantarme, él mismo me colocó una toalla sobre mi cuerpo, y en parte me ayudó a ir secándome pasando sus manos y la toalla sobre mi cuerpo, mientras me conducía a mi cama. Me indicó que me acostase, y tras él mismo arroparme me dijo. -Como te dije en la cocina, espero que tu me tengas la confianza suficiente como para contarme todo lo sucedido.- Tras escucharlo, y viendo como me había tratado hasta esos momentos, me dio el valor suficiente de hablarle con la verdad, y narrarle todo lo sucedido, aunque sabía de sobra que él me debió haber visto con bastante claridad en el patio.
Cuando terminé de hablarle, mi padre de manera muy condescendiente me dijo. -Gerardo de seguro es el primero, pero no creo que valla ha ser él último en acostarse contigo, probablemente durante un tiempo te pida nuevamente que lo hagan, y si tu así lo quieres hazlo, lo único que te pido es que me lo digas a mi. Que tu madre no se enteré de nada de eso. Además es bueno que vallas empezando a usar pastillas anticonceptivas o algún otro método, luego que te gradúes de la universidad si quieres parir diez hijos ya es tu decisión, pero mientras tanto evítalos por todos los medios posibles.-
Posteriormente me continuó diciendo. -De paso a Gerardo no le digas que has hablado conmigo. Después de todo me da la impresión de que después de un tiempo que se canse de hacer de todo contigo, quiera terminar la relación, pero cuando eso suceda no te preocupes. Prométeme que sí él quiere terminar contigo, tú no te vas a poner a llorar ni hacer tonterías, como también sí tu te das cuenta que no es el chico indicado para ti, y quieres terminar con él, no te pongas con sentimentalismos.- Mi padre esa noche me dio la bendición, y un suave beso en mi mejilla muy cercano a mi boca, apagó la luz y se marchó a su dormitorio con mi madre.
Durante el tiempo que estuve despierta, no pude dejar de pensar en todas las cosas que me dijo mi padre y en la mucha suerte que había tenido. Nada más de imaginarme que mi madre hubiera sido la que nos encontrase, por lo menos un ataque al corazón le daba en esos momentos. O que saliera preñada, la vergüenza que eso sería para ella, y el tener que casarme, abandonar la escuela, y ser como esas mujeres que cuando paren dicen que el hijo es siete mesino.
El solo pensar en todas esas cosas malas que me pudieron pasar, me hicieron darle gracias a Dios, por tener un padre como el mío, o por lo menos eso pensé en ese momento. Al día siguiente, cuando regresé de la escuela, encontré en mi cajita de música, un pequeño paquete de pastillas anticonceptivas, y una nota de mi padre, que decía, -lee las instrucciones y úsalas por tu bien- En efecto Gerardo y yo seguimos saliendo y teniendo sexo a escondidas, lo hacíamos casi a diario, donde podíamos. En el auto de sus padres, en su habitación, en ocasiones cuando los dos nos íbamos de paseo al campo o la playa. Al principio únicamente nos limitamos a besarnos, acariciarnos y a tener relaciones de frente, yo acostada sobre mi espalda y Gerardo sobre mi cuerpo.
Pero al tiempo Gerardo como que se encontró una de esas revistas que hablan sobre sexo, y se puso a inventar algunas cosas conmigo, yo también gracias a mi padre, pude leer sobre el tema, y también le proponía que hiciéramos alguna que otra cosa algo diferente. Pero siempre, cada vez que regresaba a la casa, nada más con verme a los ojos. Mi papá se daba cuenta de que su hija, se había estado acostando con su novio.
Posteriormente con calma, se las ingeniaba para quedarse a solas a platicar conmigo, y me pedía que le contase todo lo sucedido. Yo al principio, algo avergonzada, le contaba más o menos lo que mi novio y yo habíamos hecho. Pero eso poco a poco la cosa fue cambiando, y en lugar de estar avergonzada. Me comencé a sentir bien orgullosa de acostarme con mi novio, y decírselo a mi padre. Es más fue mi padre quien entregó en mis manos, la primera de las muchas revista pornográfica que he visto en mi vida, cuando lo hizo me dijo, con una picara sonrisa. –Dentro hay unos cuantos artículos que pueden ser de tu interés, ocúpate de que ni tu madre, ni tus hermanitos, la lleguen a ver.- De inmediato la escondí, dentro de una gaveta oculta que tenía el mueble de mi secreter, en el mismo lugar donde guardaba las pastillas anticonceptivas, que mi padre me entregaba con puntual regularidad.
Esa noche me entretuve leyendo alguno de los «artículos» que resultaron ser relatos eróticos de chicas, que hacían cosas que yo jamás me hubiera imaginado que se pudieran hacer. Como tener sexo anal, oral, y con más de un chico o chica a la vez. Aparte de que en su gran mayoría, dichas revistas mostraba abiertamente por medio de fotos completamente a color, hombres y mujeres desnudos teniendo relaciones entre sí, y hasta como algunas chicas se introducían objetos dentro de su concha, o mantenían relaciones con perros, chivos y otros animales. Un día mi novio me propuso, que me dejase que él me lo hiciera por de tras, en principio pensé decirle que si, pero como él nunca me había querido mamar el coño, contrario a que yo con bastante regularidad, le mamaba su verga cuando nos encontrábamos en el cine, o en cualquier otra ocasión en la que no podíamos tener sexo con tranquilidad. Le propuse que yo lo dejaba darme por el culo, sí el primero me mamaba el coño.
Después de ese día al Gerardo no aceptar mi propuesta, cerré las piernas y mi boca. Al llegar a mi casa, y al verme mi padre, se dio cuenta de que pasaba algo, y como de costumbre me reuní con él en el patio, mientras se dedicaba a desyerbar y yo lo ayudada. Cuando le conté lo sucedido, casi se muere de la risa, y hasta me felicitó por la decisión que yo había tomado, diciéndome. –Ya es hora que pongas ha ese chico en cintura, no cambies de opinión, o te vas a encontrar el resto de tu vida, haciendo lo que él quiera, o sea dándote verga por donde a él se le antoje y cuando a él se le antoje. De pasó creo que es hora en que pienses, en que vas a sacar continuando con Gerardo, abandonó la escuela, no trabaja, no da un tajo ni en defensa propia a menos que no sea para acostarse contigo. Además su padre se me acercó para pedirme de favor que cuando le toque registrarse en el Servicio Militar, no le tenga ninguna consideración, y que deje que se lo lleven.-
De paso se me había olvidado decirles, que mi viejo, era y sigue siendo como el jefe civil del pueblo. Tras esas sabias palabras de mi padre, durante los siguientes dos días, en que salí con Gerardo, no le aflojé nada. Al tercer día, ya bastante desesperado Gerardo aceptó en darme una mamada de coño, yo por mi parte gracias a las lecturas me fui preparando para cuando me fuera a dar por el chiquito.
Aparte que viendo las fotos de las chicas desnudas en las revistas que mí papá me había regalado, me di cuenta de que la mayoría de ellas se lo depilaban, me refiero a su vulva y no tan solo las axilas como yo regularmente acostumbraba, por lo que también me he depilado la mía. Esa tarde al salir yo de mis clases en la escuela, nos fuimos en el auto de padres de Gerardo, para la casa de mis padres en el campo, había conseguido la llave, y nadie pasaba por hay durante los días de semana.
Apenas tras pasamos la puerta, rápidamente nos quitamos la ropa y comenzamos a besarnos, desde luego que Gerardo, bien desesperado trató de metérmelo por de tras, pero cuando le volvía a insistir en lo que yo quería, no le quedó más remedio que comenzar a mamármela, pero cuando se dio cuenta de que me la había depilado, su manera de actuar cambió bastante, yo me senté en uno de los sillones de la sala, con mis piernas del todo abiertas, mientras que mi novio, al principio se arrodilló frente a mí, primero comenzó a pasar sus dedos sobre la piel de mi vulva, y separando ligeramente mis labios vaginales, luego lentamente comenzó a pasar su lengua por sobre piel que ocultaba mi clítoris, y muy lentamente comencé a sentir el contacto de su lengua, contra toda mi vulva.
Posteriormente sentí no tan solo su boca sino hasta su nariz y el resto de su rostro, cuando lo restregaba gustoso contra mi coño, para mí era toda una nueva y tremenda sensación. Sentía la boca de Gerardo, como me chupaba y succionaba divinamente el clítoris, cuando no era que restregaba de manera bien sabrosa su nariz y rostro contra mi húmeda vulva repetidas veces. Yo no podía aguantarme más y disfruté de múltiples orgasmos, mientras que sus manos me acariciaban o apretaban sabrosamente mis parados pezones, yo con mis manos guiaba su cabeza dentro de mi coño.
Al terminar Gerardo me comentó. -De haber sabido lo sabroso que eso es, desde hace mucho tiempo me hubiera dedicado a mamarte el coño, putona.- cuando escuché esa última palabra, como que no me gustó para nada, y me pareció escuchar la vos de mi padre entro de mi cabeza repetir lo que me había dicho en aquella ocasión sobre mi novio. En ese momento no le di mayor importancia a lo que Gerardo había dicho, así que sin que él me lo pidiera me acosté boca abajo sobre el sofá de la sala, y parando mis nalgas lo invité a que me diera por el culo como habíamos quedado.
Mi novio, rápidamente se ha colocado tras de mi y me pareció que se puso algo de saliva sobre la cabeza de su verga, tras lo cual me la colocó sobre el hueco de mi culito. Por suerte me había puesto algo de vaselina y antes de salir para la escuela me había lavado y preparado para eso. Sentí un intenso dolor al principio, que realmente no duró mucho, pero luego cuando me apretó contra su cuerpo sentí como su verga me penetraba del todo. Al Gerardo pegarse a mi, comencé a mover mis caderas con suavidad, al tiempo que él se dedicaba meterlo y sacarlo, así permanecimos un buen rato, y cuando yo realmente me puse a moverme con mayor fuerza y rapidez, mi novio me comenzó a decir un montón de obscenidades, que según me pareció a él le debían gustar mucho pero a mi me desagradaban bastante en ese momento.
Pero con todo y eso siempre disfruté algo, yo dirigí una de mis manos entre mis piernas y me comencé a sobar con fuerza, mi propio clítoris. Gerardo me apretó con gran fuerza contra su cuerpo hasta que se detuvo, y tanto él como yo nos quedamos recostados sobre el sofá. Cuando nos levantamos, Gerardo me volvió a llamar de esa manera tan desagradable, y cuando le dije que no lo hiciera, se comenzó a burlar de mí, diciendo. -La «señorita» María, no le gusta que le digan putona, cállate la boca y ponte a mamar o le cuento a todos las cosas que hemos hecho.- en ese instante me dieron ganas de mandarlo al carajo, pero como nos encontrábamos tan lejos de mi casa, de manera bien sumisa, me fui al baño traje agua y jabón.
Después que se lo limpié, me arrodillé frente Gerardo, y rápidamente le di una sola mamada, hasta que lo hice venirse. Luego de lo cual nos vestimos, durante el camino a casa no dije nada, pero al bajarme del auto, le pedí que no me llamase. Cuando entré a la casa, sin perdida de tiempo le conté todo lo ocurrido a mi padre, quien me dijo. -Ese pendejo votó la pelota, no te preocupes más por él, desde mañana va ha estar reclutado.- Pero luego mi padre me pidió, que le contase con detalles todo lo sucedido, antes de que pasará el mal rato con Gerardo.
A medida que le iba diciendo como Gerardo me había mamado el coño y chupado toda mi vulva, en los ojos de mi padre, observé esa rara mirada, y cuando le comenté de igual forma como me sentí a medida que me daba por el culo, me pareció ver que su rostro cambiaba. Al siguiente día me enteré que ha Gerardo, la policía lo había sacado de su cama, y llevado sin miramiento alguno al cuartel del ejercito, sencillamente lo reclutaron, por dos años y sin derecho a pataleo. Después de esa fecha, volví a tener varios compañeros, y siempre sin excepción alguna se lo contaba a mi padre, que me escuchaba atentamente sin perder una sola palabra que yo le decía, en ocasiones me daba uno que otro consejo, como aún continúa haciéndolo, pero jamás me llegado a sentir juzgada por él. Incluso cuando le conté de la vez, que ya en la universidad había participado en una orgía con tres chicos y dos chicas.
En esa ocasión yo era de las nuevas estudiantes en la universidad, y mi padre personalmente me buscó alojamiento. En lugar de ponerme en una residencia de señoritas o estudiantes femeninas, sencillamente rentó un apartamento, y puso un anuncio en el periódico universitario, solicitando compañeras de apartamento, que estuvieran dispuestas a correr con parte de los gastos. Cuando llegué me encontré con dos tipas que más que estudiantes parecían un par de putas, por su forma de vestir, y hasta de hablar. A los pocos días me hice bastante amigas de las dos, ellas acostumbraban ha andar casi sin nada de ropa dentro del apartamento, cuando no era que se encontraban del todo desnudas.
Y como a la cuarta o quinta noche me convencieron de hacer una pequeña fiesta, con la excusa que era para darme la bienvenida a la universidad. Realmente yo esperaba más personas, pero solo se presentaron tres hombres, uno de ellos era un profesor de Carmen de no se que cosa, y los otros dos estudiantes de carreras que ni siquiera sabía que existían en esos momentos. Al principio y por muy corto tiempo todo se limitó a charlar, y comentar sobre los asuntos de la universidad. Pero Lidia y Carmen comenzaron a servir la bebida, y al cabo de un rato, las veo que ellas se comienzan a poner más cómodas, y comenzaban a besarse y dejarse tocar por los recién llegados.
A partir de ese momento, yo también me incorporé a la fiesta en su fondo. Mientras nos encontrábamos bebiendo ron, Lidia comenzó a pegarse bastante a mi cuerpo, y luego Carmen se le unió, mientras que los tres invitados se quedaron sentados observando como ellas me comenzaban a quitar la ropa, sin que yo me molestase o sintiera incomoda por ello.
Entre trago y trago me quedé más desnuda que ellas dos, y luego no conforme con eso, Carmen frente a sus amigos me ha comenzado a mamar el coño de manera bien especial, hasta esos momentos ningún hombre me lo había mamado también como Carmen lo hacía. Lidia por su parte me comenzó a chupar las tetas, y al cabo de un rato yo me encontraba a la vez que Carmen me mamaba el coño yo se lo mamaba a Lidia. Las tres permanecimos así por un largo rato, acariciándonos, besándonos, y tocándonos íntimamente unas a otras. Mientras que los invitados se estaban comenzando a masturbar lentamente frente a nosotras.
Ellos posteriormente se terminaron de quitar la ropa, y esa noche aparte de que en cierto momento todos y cada uno de ellos estuvieron con migo al mismo tiempo, el profesor me daba por el culo, mientras que uno de los estudiantes, me introducía su verga en mi vulva, al tercero se lo mamaba como una desesperada, al tiempo que Carmen y Lidia me chupaban las tetas golosamente o una de ellas, realmente no se cual me lamía y chupaba mi clítoris como una loca. Cuando me desperté sentí un poco de dolor de cabeza, y todo mi cuerpo se encontraba embarrado en costras de semen secas, y para colmo me encontraba tendida en el balcón completamente desnuda.
Cuando le conté a mi padre esa experiencia, me di cuenta que como de costumbre, me escuchaba con gran atención, en su rostro se reflejaba bastante interés, por todo aquello que salía de mis labios y en ocasiones le gesticulaba con las manos, para darle una mejor idea. Pero lo que más me sorprendió ese día en parte fue, el ver lo abultado que se encontraba su pantalón. Rápidamente me di cuenta que el viejo, como le digo de cariño, se encontraba bastante excitado, por todo aquellas palabras que salían de mi boca. Por suerte o mejor dicho como de costumbre, ese fin de semana cuando me encontraba visitando a mis padres, él me llevó a la casa de campo con la excusa de continuar haciendo un inventario.
Como estábamos los dos solos, se me antojó hacerle, por decirlo de alguna manera, una pequeña travesura. Cuando le contaba con lujo de detalles lo ocurrido en esa ocasión con mis compañeras en el apartamento, le dije que desde ese día me había quedado un pequeño dolor en la espalda, para ser más exacta en la parte baja. Y tras quitarme la blusa le mostré la parte superior de mis nalgas, y le pedí que sí me pudiera dar un sobito, que con eso de seguro se me quitaba el dolor.
Lo tomé de la mano y con mis pechos al aire lo conduje a una de las habitaciones, al llegar a la cama busqué en mi cartera una crema hidratante, y mientras me acostaba boca arriba, me quité la falda que tenía puesta quedándome únicamente con mis tangas puestas. Mi papá algo nervioso, lo sentí como con sus manos llenas de crema me las comenzaba a pasar por sobre mis caderas, pero en cierto momento, me comentó que lo mejor era que lo dejásemos así. Pero yo rápidamente me terminé de quitar las pantis, con la excusa de que no se manchasen con la crema. Por un rato como que estuvo observando mis bien paradas nalgas y parte de mi depilado coño, hasta que sentí nuevamente sus manos sobre la piel de mis nalgas, por un buen rato lo sentí como me acariciaba y sus dedos rozaban mi vulva cuando pasaba sus manos entre mis muslos, a lo que yo respondía con un ligero y corto gemido de placer.
El hecho de tener a mi propio padre dándome ese masaje, y en la manera en que yo estaba comportándome, era hasta los momentos lo más loco que había hecho en mi vida. Pero de la misma forma que se me ocurrió hacer esa pequeña travesura, de momento me comencé a sentir mal, por hacerle eso a mi propio padre, ponerlo así en esa situación. Justo cuando le comenzaba a pedir que me perdonase por lo que estaba haciendo, arrepentida del todo. Lo siento moverse sobre mis espaldas, colocando su cuerpo sobre el mío, y sentí su verga rozando mi esfínter, yo traté de zafarme pero fue inútil es más con el último movimiento que había hecho, sin querer realmente acomodé ligeramente mis caderas, y abrí un poco más mis piernas. En ese instante sentí como sabrosa y lentamente mi padre me comenzaba a penetrar con su verga, dentro de mi ya bastante lubricada y más que mojada vulva.
Su miembro se deslizó por completo dentro de mí cuerpo, en ese momento estaba más que conciente de que eso que estaba haciendo no era debido, pero que sabrosa se sentía su verga dentro de mi. Mi padre me tomó por las caderas, y apretándome contra su cuerpo, me pidió que continuase contándole, las muchas locuras que yo estaba haciendo en la universidad. A medida que se las iba narrando él me daba más y más duro por el coño, luego cambiamos de posición, y estando frete a frente, a medida que yo seguía explicando todo lo que me habían hecho en la orgía, me ha dado un sabroso beso de lengua que me obligó a callar por un buen rato, al tiempo que yo movía mis caderas como una loca. Mi padre y yo, esa tarde no hubo posición o cosa que los dos no hubiéramos hecho entre los dos.
Desde esa fecha, tanto él como yo esperó que llegue el fin de semana para visitarlo, desde luego que a mi madre y mis hermanitos también. Gracias a Dios, nunca mi madre se ha enterado de todas mis locuras. Pero lo que realmente me ha preocupado un poco, es que en ocasiones le tengo que hasta inventar algún cuento a mi viejo, en el que le digo con lujo de detalles, como he tenido relaciones con uno o más hombres o mujeres a la vez, para que me haga disfrutar de un buen rato. De lo contrario como que ni siquiera le llama la atención el acostarse conmigo.