Ardía, su labios se pegaron a los míos y nuestras lenguas entraron en un baile que me produjeron un aumento de mi erección hasta un punto que se mezclaba el dolor y placer
El verano de trabajo en Menorca me hizo perder la cabeza. Hasta llegar a la isla. Estaba llevando una relación paralela con la que era mi pareja y mi mujer que conociendo mi afición por el sexo no acababa de dejarme. Así que decidí tomarme un descanso y apartarme de todo. Trabajando lejos.
Todo parecía que iba bien, hasta que conocí al mismo diablo con falda y top. Trabajaba en el mismo complejo, y coincidía conmigo desayunando cada día.
Un día libre, nuevamente coincidí con ella en un pueblo próximo al trabajo. Intercambiamos unas palabras y decidimos tomarnos y una caña. Ya llevábamos unas cuantas y la conversación se hacía más animada. Cuando de pronto: me miró a los ojos me cerró la boca con su mirada, hizo un silencio y de pronto me dijo.- Vamos a salir de aquí, iremos a mi habitación te voy a enseñar como se folla hasta perder la cabeza. Y para comprobar que lo aprendiste. Follarás con mucha gente pero siempre en mi presencia.
En su coche fuimos a su apartamento sin cambiar ni una palabra en el camino. Subiendo las escaleras y despertando de sus palabras que aún me tenían turbado, la miré por detrás. La verdad es que nunca había visto algo igual. 1,75 para unos 59 kilos, piernas larga y torneadas, tobillo y pantorrillas finas, muslos duros…abrió la puerta entró, entré cerré y me dijo quieto ahí. Se separó unos dos metros de mí y empezó a desnudarse desabrochó su falda. Cuando ésta caía ella se giró y me dio la espalda todo era muy lento,….. su culo moreno sin cortes de bikini ni braga, por supuesto no llevaba, se movía muy despacio o eso me parecía, se acercaba a mi levantándose el top y girándose nuevamente, ya junto a mi sus perfectos pechos me tocaban, cuando empezó a desnudarme, me subió la camiseta y se pegó aun más al contacto de su piel con la mía su pezones se ponían erectos, se acercó aún más y comiéndome el cuello me dijo.- Ahora.
Yo empecé comerle el cuello, a la vez iba buscando su boca en un movimiento ascendente. Abrió los ojos e hizo lo mismo con su boca. Ardía, su labios se pegaron a los míos y nuestras lenguas entraron en un baile que me produjeron un aumento de mi erección hasta un punto que se mezclaba el dolor y placer.
Sabía que ella notaba mi pene y levantándome los brazos recorrió mi cuerpo con sus manos, que parecía agua de una cascada, desabrochó el pantalón y me lo quitó mientras su boca iba lamiéndome. Llegó a mi pene, ella de rodillas, yo de pie contra la puerta, con sus manos llegó a mi culo e hincó sus uñas, el dolor de mi falo era indescriptible. Cuando de pronto, la misma boca que empezó a producírmelo con un beso, lo tornó a placer, su lengua me acariciaba por abajo su labios envolvían, entraba casi toda y salía, entraba toda y se cerraba chupaba, giraba, apretaba, salía, aumentó el ritmo y yo explotaba.
Hincó aún más sus uñas en mis nalgas y alzó su mirada. Yo disfrutaba como nadie lo ha hecho nunca, sabía que podía aguantar un par de minutos más. Pero de pronto abrió sus ojos con una intensidad, que me provocó una corrida de tal magnitud que todos los fluidos de mi cuerpo se tornaron en semen y empezaron a derramarse por su garganta, desbordase por su boca y resbalar por cuello y pecho.
Mientras se levantaba me lamía hasta alcanzar mi boca. Y con mi semen en la suya me beso de tal forma que sentí como mi cuerpo en proceso de relajación se tornaba a contracción de nuevo. Se separó puso sus manos en mi pecho y me dijo. ¿Crees que podrás seguir mis enseñanzas todo un verano?………
Solo diré que las seguí. Que en ellas hubo mujeres y hombres y forma de sexo, que para una persona con una imaginación bastante amplia, es en comparación, una gota de agua en el mar.
Autor: Jaimito Travieso
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