No imaginé nunca que sería mi pareja el que me pondría en bandeja, saciar mi curiosidad. Las cosas estaban bastante claras, quedaríamos una noche de sábado, los tres en mi casa. Y yo marcaría las reglas, lo que sí y lo que no.
Bueno realmente muchas cosas pasaron por mi cabeza cuando, me lo dijo. La más evidente o que no me quería lo suficiente, o que no me respetaba. No sé, puede que ambas. Nunca había tenido esa oportunidad de experimentar algo parecido. Así que ya fuera por curiosidad o por despecho tal vez acepté. El elegido me sorprendió un amigo común. Ambos lo conocíamos.
Yo ya había sentido su mirada recorrer mi cuerpo en multitud de ocasiones, y un par de veces había sentido la tentación de provocarle. Para saber hasta donde llegaría.
No imaginé nunca que sería mi pareja el que me pondría en bandeja, saciar mi curiosidad.
Las cosas estaban bastante claras, quedaríamos una noche de sábado, los tres en mi casa. Y yo marcaría las reglas, lo que sí y lo que no.
Los días previos no podía evitar, que mis miradas se dirigieran a él, en más de una ocasión. Saber que pronto sus manos recorrerían mi piel, era como una droga. Hoy creo que mi pareja sabía la naturaleza de mis pensamientos, y él sabe de mi naturaleza inquieta. Y quizás por eso decidió algo así.
Llegó la noche señalada me vestí, o desvestí según se mire, para la ocasión.
Mi cabello caía suelto por mis hombros y mi cuerpo se hallaba cubierto por un ligero vestido de gasa, que a trasluz permitía entrever mis piernas.
Sonó el timbre, respiré hondo y mientras abría la puerta decidí que llegaría hasta el final. Fuera cual fuera.
Mi pareja que se llamaba Fran me besó en los labios. Mirándome me dijo ¿y a tu otro amante, no le recibes con un beso ??? .
La sugerencia no me disgustaba así que procedí a besarlo, quizás sorprendida cuando su mano se deslizó por mi espalda y se apoyó en mi culo, presionándolo notándola muy caliente.
Un tanto sonrojada me retiré. Mientras dos pares de ojos devoraban todo mi cuerpo, denudándome con sus miradas, morbosas, llenas de deseos.
Mis pezones se endurecieron por sus miradas, y sentí en mi sexo la humedad que aumentaba y ardía como nunca.
Oscar me preguntó dónde estaba la habitación y se lo indiqué, y él desapareció en ella con una pícara sonrisa en los labios, diciéndome que era un reina y como tal me tratarían.
Fran comenzó a besarme y su mano me tocaba un pecho por encima de la ropa mientras mi mano tomaba constancia de lo excitado que estaba, el bulto que tanto conocía estaba a pleno como queriendo romper la tela que lo aprisionaba. Yo no podía negar lo evidente. Estaba sedienta, tenía curiosidad y quería saciarla.
Oscar regresó y miraba como Fran me tocaba, mirándolo a él, como pidiéndole permiso, se acercó a mi. Sentí en mi piel cuatro manos ansiosas que se apresuraban a desvestirme. Retirando mi escueto vestido, y mi blanca ropa interior.
Ambos dieron un paso atrás para contemplarme, aquel escaso minuto me pareció eterno antes de que ambos decidieran desvestirse. Lentamente las barreras de la ropa cayeron a sus pies.
Cual de ambas vergas me atraía más, ni yo misma lo se aún. Mientras mis manos las tomaban, mis labios se entregaban a uno y después al otro.
Fran me besaba suavemente sabiendo que era terreno conquistado mientras que oscar lo hacía con fuerza marcando a fuego sus besos en mi memoria. Notaba sus manos recorriendo mi espalda. Mientras las mías se movían suavemente, manteniendo su excitación.
Era maravilloso tener esas vergas entre mis manos, acariciarlas, saboreando de antemano el placer que habrían de darme en corto tiempo y que jamás había experimentado, sólo quizás, en la más excitada de mis fantasías
Decidimos retirarnos a la cama, los tres recorrimos el pasillo entre caricias ,sus manos eran ardientes y al rozar mi piel me sentía morir de ganas de ser poseída, vulnerada por ese par de nabos enormes. Mi cama estaba cubierta de pétalos de rosa. Esa era mi sorpresa.
Fran me tomó en brazos y me depositó en ella.
Se tumbó a mi la
do y me besó mientras que sus manos tanteaban mi entrada. Oscar me separó las piernas, y le pidió permiso a Fran para poder saborearme. Así pues, mientras
uno me besaba, y tocaba mis tetas, el otro lamía las golosinas que mi chochito le ofrecía.
Sentir su lengua en mi interior, sus dedos jugando con la entrada. Su lengua lamiéndome desde los bordes de mi culo hasta mi clítoris, mordiendo y saboreando mis labios vaginales, como chupaba y se deleitaba con ellos y yo gozando en cada mordida en cada chupada, sintiendo todo el fuego en mi cuerpo, y sus dedos entrando y saliendo de mi cuerpo.
El estado de mi excitación era tal que tomé el miembro de Fran en mi boca, rápidamente sin detenerme, no había preliminares ni juegos previos. Lo quería todo, me lo tragué con ese frenesí que da tanta calentura, hervía en mi sangre todos mis deseos, lamer esa cabezota y el hilillo que colgaba de el con un sabor que me enloquece..
A cuatro patas lo tomaba en mi boca, mientras que Oscar, seguía saboreando los jugos de mi conchita, su lengua era un pincel insaciable buscando humedad, se llevó tres dedos a la boca llenándolos de su saliva, introduciendo uno en mi culo abierto y gozoso, luego dos entrando y saliendo, cuando notó un leve ensanche, se atrevió con el tercero, creí morir de placer, adentro afuera adentro afuera, en cada movimiento veía más próximo mi corrida, jugaba quizás para saber si podría tomarme de todas las maneras,…… no podía retener tanto placer…era realmente maravilloso………
Así nos sorprendió mi primer orgasmo. Jadeante, rota, pero a la vez más hambrienta, más caliente, el juego me fascinaba quería más y más, ya no estaba en mi razonamiento ningún límite.
Oscar me miró, y después a Fran. Mi mirada estaría extraviada, mi cabello despeinado y en mi cara, lucía la mirada de una hembra sedienta de sexo, una gata en celo que solo ansiaba ser follada por esas dos hermosas pollas . Aún en esa posición me sujetó de las caderas y me penetró. Lentamente, suavemente, sentía como su cabeza entraba y salía, cada vez más duro, cada vez más rico, a cada instante apretaba más y más esa delicia con mi vagina, mientras yo le chupaba el rabo a Fran…..que rabo……
Paladeaba el entrar y salir de la polla de Oscar en mis entrañas pausado y firme, y mi cuerpo se movía al compás de sus embestidas, notaba como sus manos presionaban mis caderas para no darme la oportunidad de escapar.
En mi cabeza las manos de Fran se enredaban en mis cabellos, mientras sus caderas se adaptaban a esta danza de tres.
Sin previo aviso Oscar abandono mi coño, y se tumbó en la cama me pidió que lo montara yo. Así podrían follarme los dos a la vez. Tenía un poco de miedo, pero miré a Fran y el asintió, y realmente yo sentía demasiada curiosidad y calentura como para perderme esa sensación.
Antes de nada le di un beso en la punta de su polla. Y después la metí en mi interior.
Sus manos sujetaban mi cintura mientras, Fran humedecía la punta de su glande y procedía a sodomizarme despacio. Sentía que mi cuerpo se iba a romper, y a la vez deseaba que entrara por completo en mí.
Sentirme penetrada por dos pollas activas es seguramente la experiencia más sexual que se puede tener, aún así muchas mujeres lo rechazan por un tabú mal entendido que nos marca la sociedad. Ellas se lo pierden.
Cuando ambos estuvieron dentro de mi cuerpo por completo, comencé a bailar con mis dos parejas. Cuando Oscar salía ligeramente de mi, Fran se hundía en mi culo hasta el fondo, hasta sus huevos, y sentía como golpeaban mis nalgas ya rojas de tanto bombeo, y cuando éste se retiraba era Oscar el que me penetraba total y absolutamente.
Fran agarraba mis cabellos con una mano, y con la otra me tomaba del cuello.
Oscar apretaba mis tetas, inflamadas por tanto placer y deseo, y mis pezones giraban en sus dedos, pellizcándolos con un muy sutil encanto….
Deje de ser yo. Mi cuerpo tomaba decisiones por mí.
Pero yo era quien disfrutaba de cada acometida, de cada dulce o ruda caricia.
Fran abandonó mi culito, y se plantó delante de mi boca.
Supe de inmediato que hacer, lo tomé entre mis labios y lo chupé. Supe que su contención se iba a agotar. Mientras Oscar se derramaba en mis tetas, yo exhalaba en jadeo del segundo de mis orgasmos…largo…mis estertores me trasportaban al infinito. Fran se corri&oa
cute; en mi boca. El semen caliente, se deslizaba por la comisura de mis labios, y tenía el sexo completamente empapado.
Caímos en la cama, agotados, hechos una madeja de pies manos y cuerpos ruborosos, quietos mientras esperábamos que nuestra respiración se calmara.
Así nos sorprendió el día. Y nosotros también le dimos un placentero despertar cuando nuestros cuerpos, ya recuperados, decidieron saciarse de nuevo.
Al recordar esto siento en mi estomago el fuego de la pasión, y en mi sexo la humedad, tal como la sentí en esos momentos.
Si volví a hacerlo o no. Eso realmente no importa.
Lo que si os diré es que mi cuerpo volvió a temblar con violencia en los brazos de Oscar más de una vez. Pero eso es otra historia.
Por cierto una aclaración para las mujeres de mente estrecha. Nunca temas aquello que desconoces. Ni te niegues el placer de aportar a tu vida experiencias nuevas, ellas te harán más sabía. Y con ellas aprenderás a disfrutar más de la vida y sobre todo del sexo.
No te guíes por los tabúes. Guíate sólo por tus instintos.
Autor: ANKARAX