Milena.
Era mi primer departamento. Nada lujoso: una habitación, un baño, una cocina y una sala. Lo había comprado con mi dinero y me sentía bastante orgulloso. Ahora tenía un lugar donde llevar a las mujeres que pudiera conocer y estar con ellas sin preocuparme por la cuenta del motel o por alguien tocando la puerta. […]