Amor Filial Hetero, Incesto, Abuela y Nieto, Milfs. Mi abuelita materna se llama Maribel y tiene sesenta y cinco años, la pobre enviudó hace cinco años y desde entonces su única familia somos mis padres, mi hermana Isabel que tiene diecinueve años y yo que me llamo Marcelo y tengo veintiún años.
Con mi hermana, y para acompañarla y que no se sienta tan sola, retomamos la costumbre de chicos de visitar a abuelita y quedarnos a dormir en su casa, además Abue vive en una casa con un gran parque y tiene una espléndida pileta de natación a la que nos deja invitar a nuestros amigos, dice que le encanta tener gente joven riendo a su alrededor y que eso le alegra la vida.
Este sábado pasado estuvimos en su casa con un pequeño grupo de amigos y mamá también nos acompañó, pasamos una tarde muy agradable tomando sol y bañándonos. Abue y mamá también estuvieron en la pileta con nosotros y verdaderamente parecían más hermanas que madre e hija porque abuelita parece más joven de lo que es en realidad, al punto que en malla atraía las miradas de todos.
Es alta, delgada, su rostro tiene arrugas pero es bello todavía y sus carnes se mantienen aún bastante firmes, tiene buenas piernas y un culo algo caído pero que todavía llama la atención, pero lo que es el fuerte de abuelita son sus tetas, son impresionantes, no solo por lo grandes sino también por el tamaño de los pezones que cuando se mete en el agua y se agrandan por el frío quitan la respiración, a varios de mis amigos mi abuelita los calienta mucho.
Al final de la tarde mamá anunció que volvía a casa porque papá ya estaría regresando del club e Isabel y los amigos empezaron a planear que íbamos a hacer en la noche, me di cuenta que la mirada de abuelita se entristecía, se iba a quedar sola y mientras nosotros estaríamos divirtiéndonos a ella no le quedaría más compañía que una película vieja por televisión, entonces decidí cambiar mis planes.
– Abue. Pregunté. ¿Querés que me quede a dormir esta noche?La cara de abuelita se iluminó pero no podía aceptar que yo dejase de salir con mis amigos para pasar la noche con una vieja.
– No querido, gracias, pero ve con tus amigos y diviértanse que yo voy a estar bien.
Pero insistí hasta convencerla y la felicidad volvió al rostro de abuelita y comenzó enseguida a hacer planes para la cena.
– ¿Qué te gustaría comer? ¿Encargamos pizza? ¿O prefieres comida china? O… – Hagamos asado Abue y comamos al aire libre, yo me ocupo de todo.
– ¡Qué buena idea! Hace tanto que no como asado al aire libre por la noche… Ven, busquemos en el freezer que tengo carne y pollo, tú te ocupas del asado y yo preparo ensaladas, ¿De acuerdo?
Abuelita estaba eufórica, para ella era toda una fiesta. Fui a casa de una corrida a buscar un pijama y algo de ropa para cambiarme y cuando volví ya caía la noche y era hora de encender el fuego de la parrilla, abuelita se había puesto un vestido escotado que le sentaba de maravillas a esas terribles tetas que tiene y se había maquillado y peinado y estaba encantadora con esa sonrisa de felicidad que le llenaba de luz la mirada.
Luego de encender el fuego y colocar la carne en la parrilla tuvimos un momento de relax para tomar una copa y charlar. Abue apareció con una botella de buen vino tinto y me la dio para que la abra.
– Este vino lo compró tu abuelo que sabía mucho de vinos, acabo de abrir una caja así que no nos faltará bebida.
El vino era realmente bueno y nos sentamos en sendas reposeras a beberlo disfrutando de una magnífica noche de verano, entonces abuelita pidió: – Cuéntame un poco de ti niño reservado, esta noche te tengo para mi sola y quiero que hablemos como verdaderos amigos. ¿Tienes novia? – Un par Abue, nada serio. ¿Y tú, tienes novio Abue?Se rió con una risa franca y contagiosa.
– ¿Yo novio? No, para nada. Para serte sincera no soporto a los viejos y los jóvenes no me mirarían, a ellos les gustan las chicas de su edad… –
Yo te aseguro que varios amigos míos mueren por vos abuelita.
Volvió a reírse con esa risa que comenzó a parecerme excitante.
– ¡Eres un loco! Las cosas que dices… – No, en serio Abue, estás re buena y tienes un par de tetas asombrosas… – Cuida tu lengua que hablas con tu abuela. Dijo intentando parecer seria pero estalló en una carcajada. ¿Yo re buena? ¿Mis tetas asombrosas?
Si las hubiesen visto hace cuarenta años, entonces si eran asombrosas, pero ahora… Están caídas y no volverán a ser lo que eran.
– Sin embargo Abue siguen siendo un hermoso par de tetas. Contesté percibiendo que la charla entraba en un terreno que podía llevarnos a situaciones impensables.
– Vamos, sirve más vino y háblame de esas novias tuyas. Cambió de tema hábilmente abuelita.
– Bueno, una de ellas se llama Luciana y es jugadora de voley, mide un metro setenta y cinco y tiene un cuerpazo imponente y las piernas más tremendas que puedas imaginar, pero no tiene casi nada de tetas, es una lástima. Pero si la vieses Abue con las piernas abiertas en la cama, tiene un pedazo de chocho que te paraliza el corazón. Abue volvió a reír.
– Mira que estás desatado esta noche… – Querías que hablásemos como verdaderos amigos y lo estoy haciendo, pero te sigo contando: La pequeña Lulú, como le decimos, es lo más escandaloso que imagines haciendo el amor, grita desaforadamente y se sacude con tanta fuerza que una vez me tiró de la cama.
La carcajada de abuelita me interrumpió.
– … Y una vez gritaba tanto en un hotel que nos vinieron a golpear la puerta porque pensaron que la estaba matando, imagínate que tuve que dejar entrar al conserje y un custodio para comprobar que Lulú estaba viva y bien.
Abuelita ya lloraba de la risa.
– Me hubiera gustado ver eso, tú y esa chica desnudos ante dos extraños que sospechaban un crimen pasional. Y dime ¿Cómo es la otra chica? – ¡Ahhh!, Silvina es deliciosa… Mas bien pequeña, linda carita, pero lo más hermoso que tiene son las tetas, lindísimas tetas Abue, nada que ver con las tuyas pero muy buenas tetas: No demasiado grandes pero firmes y con pezones durísimos… – Pero mira que tienes una obsesión con mis tetas… – Si, verdaderamente me tienen obsesionado desde mi preadolescencia, pero te sigo contando de Silvina.
Es multiorgásmica, una verdadera máquina de acabar, es tan, pero tan calentona que si estamos en un bar tomando algo y le propongo ir a un hotel allí mismo tiene un orgasmo solo de pensar que vamos a ir a coger.
– Parece que te has tomado en serio eso de que hablemos como amigos. Interrumpió Abue censurando mi crudeza.
– Claro que si, nos conocemos desde siempre y esta noche me siento cercano a ti como nunca en mi vida. ¿Por qué no hablarte claramente? – Tienes razón… Y además tus historias son graciosísimas. Y dime: ¿Cuál te gusta más de las dos? – Me gustan las dos, no podría separarme de una de ellas por la otra, a menos que exista una mujer que reúna en sí misma las dos personalidades pero cada vez me parece más difícil que la encuentre. Pero Abue, ahora te toca a ti contar.
Serví más vino, era la tercera ronda y la botella se acabó. Abuelita empezó a contarme:
– A los 17 años era la chica más popular y asediada del colegio, los chicos me acosaban en los recreos y se peleaban por acompañarme a casa, creo que era por mis tetas que eran mucho más grandes que las de mis amigas. A los 18 tuve mi primera vez y me gustó tanto que no podíamos con mi chico parar de hacer el amor, lo hacíamos a diario y en cualquier parte y se transformó en una adicción para mí. Luego hubo otros chicos y a los 19 mis tetas ya eran famosas y me daba el lujo de elegir cada vez que salía con quien terminaría la noche…
Abuelita me sorprendía, se había tomado en serio eso de hablar como amigos o era el vino el que le había soltado la lengua, pero siguió contando: – En los años sesenta con el tema de la liberación femenina, la psicodelia, el flower power y el hippismo directamente revoleé la bombacha y me transformé en un verdadero problema para mis padres, casi nunca dormía en casa y hasta dejé los estudios y me fui a vivir a una comunidad hippie, sexo, droga y rock and roll todo el día…
No podía creer lo que escuchaba, abuelita siempre había sido para mí una dama inmaculada y ahora me confesaba que de joven había sido re p
uta y drogona, no me entraba en la cabeza como se había producido tal cambio, pero enseguida me lo explicó:
– Pero un día conocí al que sería el hombre de mi vida y me enamoré perdidamente de él, era tu abuelo. Él me rescató del ambiente en el que me hundía y en sus brazos comprendí que la vida podía ser también maravillosa durmiendo cada noche con el mismo hombre y sin alucinógenos, entonces me transformé en la mujer que soy hoy.
– ¿Y nunca extrañaste tu vida anterior? – No, tu abuelo me colmaba sexualmente y nos amábamos con todo el corazón, nunca le fui infiel. ¡Jamás! Pero háblame de ti y de la pequeña Lulú, la gritona y de Silvina la multiorgásmica.
Cambió de tema Abue.
– No se que más contarte… En este momento solo pienso que estoy descubriendo por fin a quien de mi familia me parezco, yo también amo el sexo como vos cuando eras joven y me pasaría el día fornicando… – Eso se te nota, tienes una forma de mirar que hace que una siente que la desnudas con la mirada… – Te diste cuenta… y yo que pensé que te miraba disimuladamente… – ¡Estás terrible esta noche! ¿Qué te propones, excitarme? – Quizás Abue, quizás. Respondí enigmático.
Nos sentamos a comer y abrimos otra botella de vino. Comimos lentamente disfrutando de una agradable charla y riéndonos mucho, luego la noche continuó en una larga sobremesa en las reposeras iluminados solo por la luna y con las copas de vino en la mano, bebíamos ya la tercera botella.
– ¿Lo estás pasando bien? Preguntó Abue.
– ¡Fantástico! Respondí. Una noche templada, riquísima comida, mejor vino y la compañía de la mujer de mi vida.
Abue rió.
– Eres un seductor empedernido, estás con una mujer y no te importa si es tu propia abuela, intentas conquistarla solo porque es mujer.
– Te equivocas Abue, estoy diciendo la verdad, la primera mujer en la que me fijé en mi temprano despertar sexual fuiste tú. Esa manera que tienes de reír, tu dulzura conmigo, tu belleza, tus tetas, tu culo… – Ibas bien pero te desbarrancaste cuando comenzaste la descripción física.
– No puedo evitar recordar el conjunto cuando pienso en ti Abue, no te imaginas las cosas que me has hecho sentir y las que he hecho… – ¡Vaya! Es la primera vez que un hombre me cuenta que se ha masturbado por mí… – ¿Masturbado? Me he reventado frenéticas pajas por ti abuelita.
– ¡Pero que descarado que eres! ¡Deja de hablar así o me harás enojar!
Pero no pudo evitar soltar una carcajada que desmintió su supuesto enojo.
– Aunque confieso que es muy halagador para una mujer de mi edad que un jovencito le confiese que lo excita.
– ¿Por qué no dejas de recordar a cada minuto la diferencia de edades? Piensa que solo somos un hombre y una mujer solos en una noche propicia para el amor… – Que además son abuela y nieto. Agregó Abue interrumpiendo mi argumento. Pero terminemos con ese resto de vino, vamos sírveme atrevido.
Bebimos la última copa en silencio mirándonos a los ojos y luego abuelita se levantó y acercándose dijo: – Ya es muy tarde, es hora de irnos a la cama… – ¿A la tuya o la mía Abue? – Tú te irás a la tuya y yo a la mía. Dijo riendo y se agachó para darme un beso de despedida.
Al agacharse sus tetas se balancearon delante de mis ojos y no pude contenerme. Mi mano izquierda se hundió en el escote atrapando un seno y mi mano derecha subió por debajo del vestido y acarició el culo de abuelita, usaba tanga. Se incorporó como si hubiese recibido una descarga eléctrica y me miró con rostro severo, mis manos cayeron a los lados de la reposera y Abue, sin decir una palabra, se dio vuelta y se retiró hacia la casa. Me maldije una y mil veces por mi torpeza, había arruinado una velada estupenda y hasta podía perder el cariño de mi querida abuelita por dejarme llevar por mi calentura de pajero adolescente, estaba furioso conmigo mismo.
Después de unos minutos volví a la casa y camino de mi dormitorio escuché la ducha del baño de abuelita. Me desnudé y me puse el pantalón de mi pijama dispuesto a dormir, pero mi conciencia no me dejaba y resolví disculparme. Golpeé la puerta de abuelita y escuché que decía:
-Entra.
Estaba en camisón sentada en el medio de la cama con la espalda apoyada en la almohada y me miró con rostro muy serio.
– Imaginé que vendrías, te estaba esperando.
Me senté en el borde de la cama y tomándole una mano dije: – Abue, ¿Me perdonas? – No. Contestó secamente.
Bajé la cabeza y me sentí terriblemente desgraciado, estaba a punto de retirarme cuando dijo:
– No te perdono… ¡Porque me encantó! Y soltó una sonora carcajada al tiempo que se levantaba el camisón y lo hacía volar sobre su cabeza.
No lo podía creer, abuelita desnuda frente a mí, esas tremendas tetas que tantos años me obsesionaron estaban allí, ofreciéndose a mis manos y a mi boca sedienta de esos magníficos pezones y sus grandes aureolas.
– ¡Métete de una vez en la cama que me has hecho agarrar terrible calentura con esa cháchara tuya!
Me quité el pantalón y me arrojé sobre esas ansiadas tetas y las mordí, las chupé y las estrujé. Nos revolcábamos enardecidos en la cama y nos besábamos furiosamente, la calentura nos arrasaba. Entre beso y beso Abue intentaba decir algo:
– ¡Despacio! ¡Espera! ¡Que no soy… una joven…cita! ¡Mira que… no me humedezco y… necesito lubrica… ción! ¡El gel está en… ¡aaaaaayyyyy!
Se la enterré hasta las pelotas y de un solo golpe. Abue intentó escapar y se estiró pero su cabeza chocó contra el respaldo de la cama y no pudo huir. Me apreté a ella para penetrarla completamente y eyaculé todo el semen que mi calentura por abuelita había producido y acumulado años y años en mis huevos, y ella acabó conmigo, fue una tremenda acabada, años de abstinencia sexual terminaban con ese tremebundo polvazo que le brindaba su nietito.
Quedamos extenuados, jadeando con la boca abierta. Abue tenía la cabeza en incomoda posición apretada contra el respaldo, pero ni ella ni yo pudimos reaccionar durante varios minutos para cambiarla, finalmente me dijo con voz todavía alterada:
– ¡Sos un bruto! ¿Te parece forma de penetrarme? No soy ni la atlética pequeña Lulú ni Silvina, la multiorgásmica, soy una señora de sesenta y cinco años que necesita usar gel lubricante porque mi vagina no se humedece, pero igual me ensartaste como a un pollo en el spiedo con ese tremendo pedazo de… de verga que tienes, te perdono únicamente porque tuve una de las mejores acabadas de mi vida.
No pude evitar reírme antes de contestarle:
– Ahora estás más que bien lubricada así que prepárate que esto recién comienza.
Y obligándole a cerrar las piernas la abracé y giré hasta quedar de espaldas con abuelita encima de mí, gritó al sorprenderse con mi maniobra y luego comenzó a reír, entonces me aferré de los cachetes de su culo y empecé a moverla arriba y abajo. Aunque mi erección no era completa mi pene se mantenía bastante duro y al estar apretado por las piernas cerradas de Abue el glande se había hinchado haciéndola sentirme intensamente.
Abue se incorporó apoyándose en las manos y me pasaba las tetas por la cara y yo me desesperaba por atrapar los pezones con mi boca mientras la sacudía a pijazo limpio. Cuando cerró los ojos y comenzó jadear con la boca abierta me di cuenta que estaba cerca del segundo orgasmo e intensifiqué mis movimientos y le metí además un dedo en el culo haciéndola gemir.
– Despacio, despacio, despacito que me vengo. Vamos chiquito que estoy….¡Ahhh! ¡Hummm!
Abuelita se venía y la ayudé metiéndole otro dedo en el culo, entonces se vino con todo.
– ¡ahhhhhhh! ¡hummmmm! ¡siiiiiiiiii!, ¡siiiiiiiiii! ¡que divinooooo!
Se la mantuve enterrada hasta que su vagina dejó de latir y su respiración lentamente se serenaba.
– ¿Te gustó abuelita? – Pero, qué pregunta… ¿A ti que te pareció? – Un verdadero polvazo. ¿Estás lista para otro? – ¿Tan rápido? ¿Pero que tienes entre las piernas? – Esto abuelita. Dije haciéndola deslizar a mi costado y sacando mi verga de su vagina y mostrándosela.
La tomó con su mano y mirándola con admiración comentó: – Estás muy bien dotado pequeño. Y apretándola un poco agregó: Es lo más duro que he tenido en mis manos en mucho tiempo… – Ahora lo vas a tener en el culo abuelita, vamos ponte boca abajo.
Obedeció sonriendo pero antes advirtió: – Ni se te ocurra meterme eso sin lubricarme antes, mira que lo digo en serio, no me hagas enojar.
– Te prometo lubricarte muy bien. Le dije mientras me arrodillaba entre sus piernas abiertas y le separaba los cachetes.
Evidentemente ese culo no era virgen, se lo veía apretado pero algo arrugado como se ponen los culos cuando han sido penetrados muchas veces y se han estirado y vuelto a contraer, pero de todos modos se me hizo agua la boca y me abalancé hacia él. ¡Era riquísimo!
Cuando lo forcé con la lengua se abrió fácilmente y se la pude meter y sacar masturbándolo, lo llené de saliva mientras Abue sonreía disfrutando de mi chupada de culo. Probé meterle un dedo y se deslizó suavemente, el esfínter cedía y lo sentía dilatarse a medida que lo masturbaba, el segundo dedo entró también sin mayores dificultades y abuelita gimió de placer.
Cuando le saqué los dedos Abue se dio cuenta que se la estaba por meter y me pidió: – Usa el gel, no seas cruel con tu abueli… ¡aaaayyyyyy!
No podía ni quería perder más tiempo, para mi ese culo estaba suficientemente lubricado y moría por penetrarlo así que le metí la pija hasta los huevos sin dudarlo.
– ¡Despacio!, Al menos déjame acostumbrarme de a poco. No me sacudas así que no soy de… Hummm, suave pequeño suave que abuelita necesita… ¡Ay chiquito! Apúrate que me parece que… ¡Vamos mi niño! ¡Vamos! ¡Juntos! ¡Juntos! ¡AHORAAAAA!
Acabamos juntos. Mi glande se hinchaba y eyaculaba mi semen en chorros que parecían surgir de un surtidor, el culo de abuelita se crispó y lo apretó haciéndome gozar más todavía. Abue se quejó:
– Me estás mordiendo…
En mi excitación no me había dado cuenta que le mordía la nuca. Por suerte el pelo le taparía la feroz mordida, de haber sido en el cuello o en un hombro no se que hubiésemos dicho para justificarla.
Cuando le saqué la verga del culo abuelita suspiró y se levantó para echarse en mis brazos, las inmensas tetas tibias de Abue en mi pecho eran un sueño largamente acariciado, dormitamos unos minutos antes de continuar. Cuando comencé a besarla y acariciarla preguntó sorprendida:
– ¿Otra vez?
Le expliqué que luego de cruzar el umbral del segundo orgasmo mi pene no abandona la erección por horas, no eyaculo ya, pero puedo enloquecer a una mujer penetrándola sin descanso durante toda la noche, Abue se maravilló de mi capacidad y se alegró de ser ella la que esa noche me tuviese en su cama.
La cogí nuevamente por la vagina, ella abajo, arriba, con las piernas en mis hombros, en posición de perrito y de alguna otra forma que no me acuerdo, por supuesto también alternamos con el culo y abuelita me hizo un par de excelentes mamadas. Por último cumplí el mayor de mis sueños: Acabé entre las tetas de abuelita.
Dormimos casi hasta las diez de la mañana y nos levantamos apurados porque mis padres y mi hermana vendrían a almorzar. Cuando fuimos a bañarnos y nos miramos en el espejo del baño nos asustamos, teníamos unas ojeras tremendas y cara de no haber dormido, cosa que mi familia notó apenas llegaron.
– Que cara tienen ustedes dos. Dijo mamá. ¿Durmieron o se fueron de juerga? Abuelita rió.
– No, no, nada de juerga, es que teníamos tanto de que hablar que las horas se nos pasaron volando y además… ¡Tomamos mucho vino!
Dijo riendo abuelita cerrando una justificación perfecta para todos menos para Isabel que me dijo en voz baja:
– Se cogieron todo.
– ¿Qué dices? ¿Estás loca? Pero no se si fue el brillo de mi mirada o esa sonrisa que no pude ocultar lo que me delató.
– Sos un hijo de puta, te cogiste a abuelita. Susurró para que no la escuchen.
– No se te ocurra decir nada.
– Siempre que me cuentes… y con todos los detalles.
– Prometido.
– Será nuestro secreto. Dijo mi hermanita mientras involuntariamente su mirada se clavaba en mi bulto.
Que rico tener sexo con abuela, también con mamá y hermana
Qe buena historia hasta yo me la hubiera cojido a full y si fuera posible todos los dias